Feijóo llama a cerrar heridas y Casado se despide ante Ayuso y los barones que lo echaron
El presidente de la Xunta cambia el tono en su primer discurso al frente del PP y avanza su nueva dirección. Aznar y Rajoy piden unidad para dejar atrás la crisis y Ayuso lamenta un conflicto «que nunca debió existir». Un Casado emocionado renuncia a su escaño y asegura que «siempre dijo la verdad».
El Partido Popular tiene nuevo líder. Si bien aún no fue proclamado formalmente (lo será este sábado en la segunda jornada del XX Congreso que tiene lugar en Sevilla), Alberto Núñez Feijóo dio su primer discurso como nuevo presidente frente a más de tres mil dirigentes y militantes, en un fuerte llamado a la unidad, «una condición» que ha pedido «innegociable».
«Debemos construir juntos un PP competitivo. No daré ni un balón por perdido, ni uno. No es poco trabajo pero nos hemos reunido aquí para hacer», ha recalcado, y advirtió que no ha venido a practicar «la política frívola e impostada» que ahora se estila: «No he venido a crispar ni a insultar ni a conformarme con la política inestable que hoy tenemos. Hay una alternativa y por ella vamos a trabajar».
En su larga intervención hizo varias referencias al costo personal y político que paga por aceptar liderar el principal partido de la oposición y dijo que la decisión «no fue sencilla» y tampoco lo será para su familia, pero aseguró que «nunca» ha optado por lo más fácil».
«Hoy no empieza nada, continúa la gran historia del PP de España. El pasado no puede anquilosarnos, tenemos que avanzar con los tiempos, aceptar las criticas. Seamos justos y respetuosos», ha recalcado, y ha añadido que desea «un partido abierto porque no sirve de nada enclaustrarlo en sus paredes». Y ha afirmado que el objetivo que pondrá es ganar las municipales del año próximo y llegar a Moncloa: «He venido aquí para ganar y gobernar, sino no hubiera venido».
Casado vs Ayuso, último round
Previo al final de Feijóo hubo un momento de tensa calma con el primer cara a cara de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso desde la brutal crisis interna de febrero, que acabó con la Ejecutiva anterior y precipitó su fin. Sin estar presente en las participaciones previas, el presidente saliente del PP llegó sobre las 19.00 para sólo escuchar en persona a Rajoy y luego hacer una emotiva despedida.
«Ha sido un mes agridulce que empezó con un sentimiento de injusticia y que terminó con gratitud», empezó Casado y en cierta forma agradeció a sus victimarios la forma en que le permitieron despedirse: «Llegué en un congreso democrático y me voy con uno democrático».
Sin autocríticas, Casado criticó la «política líquida de radicalidad y polarización» (¿un tiro por elevación a Ayuso?) y se reivindicó: «Siempre he dicho la verdad, costara lo que costara y me enfrentara a quien me enfrentara. Puedo decir que estoy orgulloso. Me reafirmo en que todo ha merecido la pena».
No sería Casado, un aznarista y nacionalista convencido, si en su discurso no hubiera concentrado la mayor apología a la nación española de toda la jornada: desde una frase como que «la hispanidad es uno de los momentos más destellantes de la humanidad» a otras diciendo que el Estado español no tiene «que pedir perdón por nada sino estar muy orgulloso», para acabar con un pedido de «admiración y lealtad siempre» al rey Felipe VI.
Mientras anunciaba que dejaba su escaño en las Cortes y todos los cargos en el PP, debajo del escenario, a metros, estaban todos sus verdugos: aplaudían Ayuso y los barones que hace tan solo cinco semanas le pedían una dimisión incondicional. También hubo momentos dignos de teleserie cuando Casado lanzó una frase que heló la atención: «Se lo debo todo a Isabel, a su apoyo y generosidad». Se refería a su esposa, que luego la cámara enfocó, y mencionó también a sus dos hijos, conteniendo las lágrimas.
Una hora antes, la presidenta de Madrid -la más ovacionada- decía que este congreso partidario era «la respuesta a una crisis que nunca debió existir» y se limitó a pedir fortaleza «en torno al liderazgo» nuevo, aunque fiel a su argot, dedicó gran parte de sus palabras a confrontar con el gobierno de Pedro Sánchez: «No existe en Occidente un gobierno con comunistas y que se apoye en golpistas y terroristas». Culminó leyendo el decálogo de diez ideas que leyó José María Aznar en el congreso de 1990, también en Sevilla.
Poco después y desde su casa por estar con Covid positivo, Aznar, alma máter ideológica del PP, pidió no tener «nostalgia» de aquel congreso de 1990, reivindicó y agradeció a Casado por haber dado «el paso cuando tuvo que darlo y se hizo cargo cuando no era fácil».
Fustigó a la ultraderecha de Vox y ratificó que el PP no es un «partido oportunista ni juega a ser minoría cómoda y descomprometida», reiteró que no acepta «superioridades morales» aunque al mismo tiempo tendió la mano para que vuelvan «aquellos que se han apartado del camino».
En un contundente llamado a la unidad, dijo que el partido necesita «generosidad para cerrar heridas» y que «nada valioso se hace sin unir esfuerzos ni retejer afectos» para que «todos encuentren su acomodo».
Le siguió Mariano Rajoy, con un tono relajado y mezclando conceptos con bromas e ironías, como cuando con sarcasmo dijo que sus instrucciones «no se entendían muy bien» cuando las daba. Y pidió: «Acompañad a Feijóo como me habéis acompañado a mí, no más».
Finalmente ha reclamado unidad al partido porque «no sobra nadie» y dijo que «los compañeros solucionan sus diferencias con voluntad y con lealtad», reivindicó el haber aplicado el artículo 155 y agradeció a Casado por su «coraje a la hora de defender» al PP.
Primera parte
La jornada del XX Congreso comenzó cerca de las 11.00. La entrada al gigantesco Palacio de Exposiciones sevillano no pudo ser más cinematográfica. Feijóo y su designada número dos, Cuca Gamarra, entraron caminando juntos por la pasarela ancha y larga, de color azul ‘popular’, hasta que fueron rodeados por simpatizantes y decenas de reporteros y cameraman que los aguardaban. Era la puesta en escena deseada por el PP estatal para mostrar a su nueva cúpula tras la peor crisis interna de su historia.
Ayer jueves, el presidente de la Xunta de Galiza anunciaba que Gamarra, exalcaldesa de Logroño y actual portavoz del grupo parlamentario en las Cortes Generales, será su secretaria general, sustituyendo al cuestionado Teodoro García Egea. Este mediodía se ha conocido otra novedad. Como anticipó Naiz a fines de febrero, Feijóo también decidió ubicar en la cúpula del partido alfa de la derecha española a Elías Bendodo, quien será el coordinador general y número 3 (cargo que ostentó hasta hace poco Javier Maroto).
Bendodo, presidente del partido en Málaga, es un guiño al PP andaluz y al barón conservador con mayor responsabilidad territorial en el Estado: Juan Manuel Moreno Bonilla, quien apoyó desde un primer momento la candidatura de Feijóo.
El valenciano González Pons (histórico referente cercano a Feijóo) sonaba fuerte para el rol de Gamarra o Bendodo pero finalmente hizo saber que prefería no dejar su escaño de europarlamentario y la política en Bruselas, aunque se descarta que será un asesor orgánico o inorgánico del nuevo presidente popular.
Unos tres mil militantes y dirigentes del PP ya escucharon en lo que va del XX Congreso (extraordinario porque se realiza cuatro meses antes de lo previsto debido a la salida de Casado) a todos los presidentes de los PP autonómicos y a Gamarra, en un escenario con un atril blanco en el medio y detrás un cartel con la leyenda “Lo haremos bien”.
Gamarra ha destacado «la fortaleza y el compromiso» para ser «un partido alternativa de Gobierno» y el único «capaz de llevar a España al lugar que merece» y llamó a abrir «una nueva página en torno a un liderazgo abierto a todos». Ayer, en su agradecimiento a Feijóo por ficharla como su número dos, recalcó que la nueva Ejecutiva será «cercana, seria y solvente».
La dirigente riojana es una mujer de partido, pragmática y se caracteriza por nunca tener salidas de tono, adaptable a los diferentes liderazgos que la cobijen. No en lo ideológico pero sí en el estilo, es en cierta forma lo opuesto a Ayuso y Cayetana Alvarez de Toledo, portavoces del PP más escorado y radical.
Con sus declaraciones sobre la nueva etapa, Gamarra se suma así a muchos otros del PP, incluidos Ayuso y Feijóo, que repiten insistentemente los adjetivos «serio», «abierto» y «solvente», o sinónimos de los mismos, para marcar la diferencia con la dirección de Casado, siempre criticado por hacer ver su juventud y la incoherencia estratégica en el liderazgo que ejerció. Por ello y por todo lo ocurrido, el discurso de Casado esta noche, antes del del nuevo presidente, es uno de los que concita la mayor expectativa.
También habló el líder del PP vasco, Carlos Iturgaiz, quien ante los compromisarios aseguró que Feijóo «acabará desde Moncloa con el nacionalismo obligatorio, sacará al País Vasco de la vía muerta y lo convertirá de nuevo en la locomotora de España». Sin sumarse al nuevo tono que busca imponer Feijóo para romper con la crispación discursiva de Casado, Iturgaiz cuestionó al «infausto gobierno de Sánchez» que quiere «romper España» con la colaboración de «neocomunistas chavistas, golpistas catalanes y con el partido de los jefes de ETA».
Además, la presidenta del PP de Nafarroa, Ana Beltrán, de las dirigentes más cercana a Casado, ha pedido «ayuda» a la militancia «para que España deje de estar en manos del presidente más mentiroso de la historia» y para llevar a Feijóo a Moncloa. «En Navarra el nacionalismo excluyente nos sigue señalando a diarios, nos tiran estiércol cuando acudimos a determinados lugares», ha señalado, y agradeció la solidaridad de los otros PP regionales para con ella.
Sobre el final de la jornada, Feijóo anunció dos cargos más de su dirección: ha elegido al frente del Comité Derechos y Garantías del PP a José Antonio Monago (Extremadura) y del Comité Electoral a Diego Calvo (A Coruña). El domingo desvelará el resto de su equipo.