«Esta guerra es una pérdida de tiempo para la humanidad»
Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona, 1956) se ha convertido con sus artículos en la revista digital CTXT en un referente analítico e intelectual de una sociedad cada vez más anestesiada por los medios de comunicación y los tambores de guerra que baten furiosamente en Ucrania.
Periodista de enorme recorrido, fue corresponsal del diario “La Vanguardia” en Moscú entre los años 1988 y 2002, y más tarde en Pekín, Berlín y París. Autor de varios libros sobre el fin de la URSS, sobre la Rusia de Putin, sobre China y un ensayo colectivo sobre la Alemania de la eurocrisis, Rafael Poch sabe de lo que habla en política internacional y lo defiende con pasión, cifras y datos que a menudo resultan especialmente arduos de rebatir.
Parece que las negociaciones avanzan pero Rusia muestra versiones equívocas porque sigue bombardeando el norte de Ucrania. ¿Cree que Moscú va en serio?
A mí me parece que es el principio del principio. La negociación seria empezará cuando la situación militar se consolide y, de momento, no lo está en absoluto. No sabemos con exactitud los planes de Moscú ni cuándo considerará que un mínimo de ese plan se ha cumplido. ¿Se trata de unir Donbás con Crimea o es algo más? No lo sabemos. Y luego están los problemas que tiene que afrontar la propia Ucrania que también son enormemente complejos. Hasta que no llegue esa aclaración, hablar de negociación es un poco prematuro. No soy partidario de entrar en el análisis pormenorizado de un acuerdo provisional. Más bien creo que la negociación no ha empezado y puede cambiar mucho en sus términos.
Al menos se sabe que Ucrania ha ofrecido a Rusia su renuncia a la OTAN a cambio de obtener garantías de seguridad en su territorio.
Pero la propuesta puede ser incluso peor para Rusia que el artículo 5 de la carta de la OTAN. Si la solución para que no entre en la organización es que EEUU, Francia, Reino Unido, Alemania, Israel, Polonia y Turquía se comprometan a velar por su seguridad no veo cuál es el avance. Podrán aceptar no tener bases extranjeras en su territorio porque ya han creado un ejército muy bien armado, que es lo que se trataba de prevenir. No veo clara la lógica de esta negociación.
Al menos parece haber una coincidencia que pasa por facilitar a Putin una salida que le salve la cara en su país: Anexión de territorios, un compromiso ucraniano de neutralidad y el levantamiento de algunas de las sanciones impuestas. Pero cuando una puerta se abre, otra se cierra. ¿Qué puede ofrecer Zelenski a una población herida y a algunas milicias filonazis profundamente antirrusas como Azov que hoy están fuertemente armadas?
Putin podrá salvar la cara consolidando lo del Donbás pero, ¿le ha valido la pena provocar tantos miles de muertos, tantos millones de refugiados y tanto desprestigio en todos los órdenes de la vida? La respuesta es obvia y no le será sencillo gestionar esas pesadas cargas. Para Zelenski tampoco va a resultar fácil presentar un acuerdo con Rusia sin ser acusado de traición en su propio campo. Pensemos que la extrema derecha, que sin ser mayoritaria en Ucrania tiene mucha influencia, ya le amenazó hace dos años con colgarle de un árbol si negociaba con los rusos. Esa situación puede repetirse ahora y aquí Zelenski anda con pies de plomo. En mi opinión, la entrada de Ucrania en la Unión Europea podría ser ese triunfo «presentable» pero complicará la posición de la UE que no sabrá qué hacer con un país de 40 o 50 millones de personas arrasado por la guerra. A Europa puede interesarle Ucrania como mercado de consumo pero será un gasto ingente. La pregunta es: ¿Está la UE dispuesta a sacrificar sus intereses económicos para darle a Zelenski su merecido triunfo?
FRACASO
Todo le puede salir mal o muy mal a Rusia. Ha unido un país que antes de la invasión no lo estaba; ha fortalecido a una OTAN en estado comatoso y ha revitalizado la presencia de EEUU en Europa.
Usted suele remarcar el papel de EEUU en esta ecuación negociadora. ¿Están interesados en lograr un acuerdo razonable o prefieren hundir a Rusia?
Por lo que hemos visto hasta ahora su interés es más bien desangrar a Rusia. La prueba es que las sanciones impuestas no tienen fecha ni condición mientras que, de forma paralela, envían armas. Esta actitud no indica que tengan un interés diplomático para el conflicto. Más bien me inclino a pensar que la negociación será complicada y larga.
Una de las preguntas recurrentes es por qué no se ha permitido a Ucrania elegir libremente su propio destino y situarse en el plano internacional.
Las dificultades para decidir soberanamente su futuro las tienen la mayoría de los países del mundo y especialmente aquellos que se encuentran entre dos imperios mucho más poderosos. Es obvio que en este caso concreto el principal obstáculo para la soberanía ucraniana ha sido la invasión rusa. Pero si lo miras con perspectiva hay una responsabilidad compartida porque no es solo Rusia la que ha impedido la libre elección de Ucrania. También Occidente ha mediatizado su destino al insistir en la firma de un acuerdo comercial con la UE en 2013 cuando la opinión pública ucraniana estaba profundamente dividida entre optar por ellos o los rusos. Y respecto a la OTAN es aún más evidente. Cuando en 2008 le abrieron las puertas a su incorporación, solo el 20% de la población apoyaba esa propuesta. Otro 30% era partidario de hacerlo con Rusia y un porcentaje similar apostaba por la neutralidad, según indicaban todas las encuestas. Ese era el sentir de la sociedad ucraniana aunque ahora debe haber dado un bandazo absolutamente espectacular.
Si las intenciones de Putin con la invasión eran inclinar la balanza a su favor, todo le ha salido al revés. Ni ha depuesto al Gobierno de Zelenski, ni ha dividido a la OTAN y ni siquiera los ucranianos de habla rusa han dado la bienvenida a sus tropas.
La invasión como solución política es un fracaso per se. Todo le puede salir mal o muy mal a Rusia a la vista de los resultados que le está reportando la guerra. Primero, ha unido un país que antes de la invasión no lo estaba. Luego, ha fortalecido a una OTAN en estado comatoso y, finalmente, ha revitalizado la presencia de EEUU en Europa. Vamos a ver cuál es la evolución de la correlación de fuerzas y cómo se ve este nuevo escenario en el Sur global que también es importante.
¿Cree que esta guerra puede provocar una involución democrática en Europa?
Obviamente esta guerra no va a traer nada bueno a nadie y si se produce algún tipo de evolución política será regresiva. No tengo dudas. Se van a fortalecer todas las tendencias que ya veníamos observando en los últimos años. Para mí, un país fundamental para observar hacia dónde se dirige esta evolución es Alemania. El rearme anunciado cambia muchas cosas. La correlación de fuerzas, el clima interno en Europa... Lo cambia todo. Ahora mismo estoy leyendo que el monumento a los soldados soviéticos caídos en la II Guerra Mundial del Parque berlinés de Treptow ha sido atacado y Los Verdes han declarado que las manifestaciones para festejar la victoria contra los nazis serán calificadas como propaganda belicista. Pero hay un punto que supera a todo esto. Y es la idea de que esta guerra es una pérdida de tiempo para la humanidad. Las amenazas son diversas. Hay unas que son estáticas, como la proliferación de armas nucleares, pero otras crecen a medida que pasa el tiempo como el calentamiento global. Y es ahí donde deberíamos centrarnos para concebir qué es lo que estamos haciendo para evitarlo porque lo que viene es gravísimo e inquietante.
ALEMANIA
«Si se produce algún tipo de evolución política será regresiva. Un país fundamental para observar hacia dónde se dirige esta evolución es Alemania».
¿Qué clase de político es realmente Vladimir Putin?
Pues no lo sé. Es un anticomunista, un neoliberal conservador cocinado en los vapores de los últimos 25 años dramáticos de la historia rusa. Un nacionalista que quería poner orden. Pero la cuestión principal no es Putin sino Rusia. Hay quien dice que eliminándole se solucionarían los problemas pero no tiene por qué ser así. Sería un salto mortal sin garantías porque cualquier nuevo dirigente tendrá que afrontar el problema de la OTAN y las contradicciones que provoca en Rusia la cohesión del entorno postsoviético. Y lo afrontarán desde una ideología nacionalista rusa, algo que funciona de puertas hacia dentro pero que es muy contraproducente para los países de su alrededor.
Zelenski hablará el próximo martes en el Congreso de los diputados. Con el respeto que merece su heroica posición da la sensación de que utiliza su ronda de alocuciones por parlamentos para cantar las 40 al anfitrión. ¿Qué puede decir en esta ocasión?
Sí, es cierto. A los americanos les habló de Pearl Harbor, a los alemanes del Muro y a los franceses del comercio de algunas de sus empresas reticentes a abandonar el mercado ruso. Estoy convencido de que en Madrid hablará de la Guerra Civil, del ‘no pasarán’, etc. Dentro de unos años sabremos cuántas compañías de relaciones públicas estadounidenses le asesoran en sus discursos. Están haciendo un gran trabajo.
Al margen de la falta de libertad manifiesta que hay en Rusia y el arresto de decenas de periodistas críticos con el régimen, Occidente también ha activado su maquinaria y ha silenciado dos canales rusos acusados de difundir propaganda del Kremlin. ¿Qué opina de la información que recibimos sobre este conflicto?
Desengañémonos. El problema aquí es que tanto los rusos como los chinos han conseguido poner en marcha mecanismos de propaganda eficaces al dar voz a los críticos con Occidente. En Alemania, el canal de televisión de RT era el quinto más visto porque te enterabas de cosas que otros silenciaban. El ejemplo es el caso Assange. Por lo tanto, si los han censurado no ha sido porque sean propagandísticos sino porque eran eficaces. Propagandísticos son todos. La Deutsche Welle es aún más vulgar y descarada que la RT. Incluso la BBC. No se diferencian en nada por las cosas que dicen y las cosas que ocultan. Acusan a Putin de ser un criminal de guerra y por supuesto que lo es pero no es el único. Entonces, ¿qué hacemos cuando esa ley internacional solo se aplica contra los enemigos de EEUU? Pues que la convierten en una farsa. Oskar Lafontaine dijo en una ocasión que «en el mundo hay muchas bandas de criminales pero si contamos los muertos que causan, la peor está sentada en Washington». Ahí están los datos: 38 millones de desplazados y más de 3 millones de muertos causados en un arco de países que va de Libia a Afganistán, según el estudio Costs of war de la Universidad Brown de EEUU y que invito a los lectores a repasarlo. Los crímenes de unos no justifican los crímenes de los otros pero nos dan un contexto general. No podemos olvidarlo.