Mohamed al Hafi, un artesano de Gaza capital, no logra entender como una guerra a más de 2.000 kilómetros de su hogar le impide no solo agasajar con comida de buena calidad a su esposa y cuatro hijos durante el mes sagrado musulmán de Ramadán, sino incluso afrontar los gastos básicos de su familia.
«¿Cuál es la relación entre el costo de los vegetales aquí en el mercado con la guerra en Ucrania?», se pregunta en diálogo con Efe, intentando encontrar respuestas a una situación que no es única para él ni para Gaza, pero que para muchos aquí representa otro golpe difícil de soportar.
El enclave, bloqueado por Israel desde 2007, importa el 70% de los productos que consumen sus 2,3 millones de habitantes, algo que lo hace aún más sensible al aumento de los costos de energía y transporte en la cadena global de suministros producto de la guerra.
A esto se suma a un aumento de hasta un 20% del precio del combustible que la Franja importa desde Egipto. Además, como consecuencia del fuerte impacto económico del conflicto en Ucrania, este país árabe ha decidido prohibir la exportación de numerosos productos, sobre todo trigo y materiales de construcción.
Del trigo a la construcción
Según explica a Efe Osama Nofal, director general del área de Políticas y Planeamiento del Ministerio de Sanidad de Gaza, los productos derivados del trigo y los materiales de construcción son dos áreas en las que el enclave contaba también con un suministro por parte de Rusia y Ucrania.
Con un consumo de trigo en torno a las 400 toneladas diarias, los gazatíes han visto con pavor el repentino aumento del precio de la harina (10%), que se suma a otros como el del pollo (50%), el azúcar (10%) y los huevos (30%).
A esto se agrega el temor sobre la capacidad de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) para continuar con su asistencia, algo que, como alertan tanto Nofal como representantes de la propia agencia, podría peligrar en caso de prolongarse el conflicto en Europa, agravando aún más la situación en el enclave, que registra una tasa de desempleo superior al 50%.
Más allá de esto, una de las principales preocupaciones en la Franja, gobernada de facto por el movimiento islamista Hamás desde 2007, es la escasez de materiales para la construcción, lo que ha desencadenado una parálisis en el sector.
Esto resulta especialmente delicado considerando que Gaza está aún en pleno proceso de reconstrucción tras los graves daños sufridos en sus infraestructuras durante la escalada bélica con Israel de mayo de 2021, que dejó un saldo de 260 muertos en la Franja y 13 en territorio israelí.
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el costo del cemento aumentó un 30%, el del acero un 33% y el aluminio casi un 90%, apunta Nofal, que enfatiza que la parálisis en el sector constructivo no afecta solo a grandes proyectos de reconstrucción, sino también a pequeñas obras de viviendas familiares a manos de privadas.
«Si la guerra en Ucrania continúa y se agotan las existencias actuales de todos los bienes y materiales de construcción, los precios seguirán aumentando, alcanzarán niveles récord y afectarán tanto a comerciantes como consumidores», alerta.