Lo tiene francamente complicado, pero después de haber dejado en la cuneta a dos históricos del viejo continente como Juventus y Bayern, el Villarreal de Unai Emery rebosa ilusión por obrar la remontada ante otro club repleto de galones, el Liverpool, esta noche en el estadio de La Cerámica (21.00).

Sería la primera vez que el submarino amarillo alcanza una final de Champions, tras haber acariciado ese logro en 2006, cuando Riquelme falló un penalti ante el Arsenal, que les hubiera llevado a una prórroga ante su público.

También supondría un enorme éxito para el técnico de Hondarribia, cuya trayectoria europea se ha fraguado en la Europa League –es el entrenador con más títulos de la historia, cuatro, amén de un subcampeonato– y que lleva tiempo persiguiendo trasladar esa misma solvencia a la máxima competición continental de clubes, algo que no pudo conseguir en el todopoderoso PSG.

Lo cierto es que el matrimonio Emery-Villarreal no ha podido ser más beneficioso. La entidad castellonense necesitaba de un míster con mentalidad y experiencia ganadora y el preparador vasco de un lugar donde ejercer su trabajo sin la presión añadida de sumar títulos sí o sí.

Y esa simbiosis trajo sus frutos ya la primera temporada, con la apoteosis del triunfo ante el Manchester United en la pasada edición de la Europa League, y la continuidad en la presente, llegando a semifinales de la Champions, un listón desconocido para el guipuzcoano, ni siquiera estando en el banquillo de equipos con mayor caché.

No en vano, se encuentra a apenas un paso de igualar la mejor marca de un entrenador vasco en el torneo de La Orejona, cuando Didier Deschamps se plantó en la final de la edición 2003-04 dirigiendo al Mónaco –eliminó al Lokomotiv Moscú, Real Madrid y Chelsea–, pero no pudo en el último partido ante un Oporto bastante superior (3-0). O incluso quién sabe si mejorar ese resultado, en el caso de eliminar a los reds en una noche mágica en el estadio de La Cerámica.

Toda una saga futbolística

Ocurra lo que ocurra, lo que está claro es que la saga futbolística de los Emery ha encontrado en Unai su mayor exponente en décadas de amor al deporte del balón por parte de una familia apegada al Cantábrico. El abuelo Antonio fue portero de su amado Real Unión durante once temporadas, entre 1923 y 1935 –cuatro de ellas en Primera–, conjunto en el que también jugaron sus tíos-abuelos Francisco y Román.

El padre de Unai, Juan Mari, también guardameta, le dio continuidad a esa tradición balompédica entre 1951 y 1966, prolífica y no exenta de tener que hacer las maletas en más de una ocasión. Alavés, Burgos, Logroñés, Real Unión, Deportivo, Sporting, Recreativo y Granada fueron sus destinos.

Le tomaría el relevo el actual técnico del Villarreal, tras formarse en el Sanse y jugar apenas cinco ratos con el primer equipo –compartió vestuario con su actual entrenador, Imanol–, lo que no impidió que se estrenase como goleador ante el Albacete. Poco podía imaginarse aquel imberbe Unai que su verdadero éxito no lo conseguiría dándole patadas al balón, sino desde el banquillo.

Alineaciones probables:

Villarreal: Rulli, Foyth, Albiol, Pau Torres, Estupiñán, Capoue, Parejo, Coquelin o Chukwueze, Lo Celso, Gerard Moreno y Dia.

Liverpool: Alisson, Alexander-Arnold, Konaté, Van Dijk, Robertson, Henderson, Fabinho, Thiago, Salah, Mané y Díaz.

Árbitro: Danny Makkelie (Neerlandés). VAR: Paul van Boekel (Neerlandés).

Estadio: La Cerámica.

Hora: 21:00.