Quizás el final liguero –sin victorias en las últimas seis jornadas– y el bagaje casero –solo cinco triunfos– ha dejado un cierto sabor agridulce entre el aficionado, pero el hecho de que Osasuna haya conseguido la salvación de manera holgada por tercera campaña consecutiva está muy por encima de todo ello, habida cuenta de que la competencia en la máxima categoría cada vez es mayor.
Una vez más, el capitán de la nave, Jagoba Arrasate, ha logrado llevarla a buen puerto, superando el mar revuelto de alguna fase de la campaña, como el tramo entre mediados de octubre y principios de enero, en el que la escuadra navarra pasó diez jornadas ligueras sin conocer el triple. Como ya había ocurrido en anteriores episodios, el vestuario se conjuró para revertir la situación, algo que se materializó, dejando patente que el bloque es fuerte mental y físicamente.
El curso 2021-2022 también ha servido para certificar la consolidación de un grupo de futbolistas que deben ser la espina dorsal del equipo en los próximos años. Herrera, David García, Lucas Torró, Moncayola y Darko han contado con la total confianza del técnico de Berriatua quien, una vez más, ha vuelto a tirar de manual táctico para hacer al grupo más versátil.
Ello supone, ni más ni menos, que se consolida el cambio generacional, con la salida de piezas históricas, como es el caso de Oier, y otras que fueron protagonistas en el último ascenso, Iñigo Pérez. Además de otros componentes con peso hasta ahora que han perdido protagonismo, en especial un Roberto Torres al que solo le queda un año de contrato.
Aunque parece que la transición será tendida y que no va a haber una revolución en el plantel, lo cierto es que con este final de curso queda la sensación de que se cierra una etapa y se abre otra de cara al nuevo ejercicio. De hecho, la prórroga del compromiso de Arrasate para dos campañas más lleva implícita esa renovación para seguir siendo competitivos.
Entre los aspectos a mejorar, sin duda el rendimiento ante tu propia afición es uno de ellos. Únicamente cinco victorias en El Sadar –incluso alguno de los equipos descendidos ha sumado más– se antoja una cifra bastante escasa, puesto que no siempre se va a dar una productividad foránea tan sobresaliente como la de este año.
Juego creativo
A esa cuestión a resolver, hay que sumarle que al equipo se le ha visto en muchas ocasiones huérfano de fútbol creativo. No en vano, parece que una de las prioridades en este próximo mercado veraniego va a ser la incorporación de un centrocampista ofensivo que genere ese necesario juego en ataque.
Y aunque haya exprimido de manera muy eficiente sus tantos, el hecho de que Osasuna finalice como quinta escuadra menos anotadora de la categoría también tiene que llevar a la reflexión. Será necesaria una mayor aportación de todo el once en esta faceta para seguir un año más en Primera.
Relevo en el puesto de mando del vestuario
La marcha de futbolistas como Oier e Iñigo Pérez, con permiso de Roberto Torres, supone que otro grupo de canteranos va a tener que coger el testigo dejado por estos cuando las cosas se pongan feas y sea necesario realizar terapia en el vestuario.
David García, Jon Moncayola, Unai García y Kike Barja, con mayor protagonismo para los dos primeros por ser indiscutibles en el once, son los llamados a tirar del carro, no solo sobre el césped, sino también fuera de él.
Con sus renovaciones, la entidad rojilla ha depositado toda la confianza en ellos para ser los líderes del futuro. Solo una oferta mareante podría modificar esta idea, no olvidemos que todos los clubes están en una delicada situación económica.