Ibai Azparren
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad
Entrevue
Javiera Cabello
Jefa de Gabinete del Ministerio chileno de la Mujer y la Equidad de Género

«El proceso actual chileno requiere de una base amplia para gobernar»

Javiera Cabello estudió abogacía en la Universidad de Chile. Es militante del Frente Feminista de Convergencia Social, partido del actual presidente chileno, Gabriel Boric, y también una de las asesoras más cercanas del magallánico durante su candidatura.

Javiera Cabello.
Javiera Cabello. (Iñigo URIZ)

La abogada Javiera Cabello, actual Jefa de Gabinete de la Ministra chilena de la Mujer Antonia Orellana, fue además jefa de campaña del presidente Gabriel Boric e impulsora de una estrategia feminista para la carrera electoral. «El feminismo es una necesidad para los proyectos políticos transformadores y progresistas», señala a NAIZ en esta entrevista realizada antes de su intervención en una de las jornadas organizadas en Iruñea por el Grupo La izquierda en el Parlamento Europeo.

Tanto Orellana como usted cargan a sus espaldas una intensa militancia como feministas. ¿Qué supone para ustedes formar parte de un Gobierno en el que la dimensión feminista es una de las facetas que más se reivindica?

Sentimos mucha responsabilidad porque fuimos quienes, junto al colectivo feminista de la coalición, levantamos una estrategia feminista para la campaña. Eso implicaba meterse en el programa, en cómo hablaba el candidato o qué decía. En ese momentum político, en el que ya estaba firmado el acuerdo por la paz tras el estallido social que viabilizó un proceso constituyente, había mucha incertidumbre en nuestro proyecto porque éramos nuevos, veníamos de una sola experiencia electoral por la presidencia, y las feministas tuvimos mucho que ver en la implatanción de esa estrategia y en que Boric fuera candidato. Fui una de las personas que se arrojó a decirle a Gabriel que tenía que ser el candidato.

¿Por qué Boric?

Le apoyamos porque creíamos en este proyecto. ¿Por qué una feminista quiere un hombre de candidato? Creemos que el proyecto va mucho mas allá de la figura corpórea de quien lo representa. A Gabriel le sorprendió esto, y conversamos más. Ahí comenzamos un camino de trabajo que luego me llevó a ser su jefa de campaña durante el proceso de junta de firmas, un paso previo que consistía en juntar firmas para poder legalizar el partido a nivel nacional y poder inscribirlo en las primarias, en la que ganamos al candidato comunista Daniel Jadue.

¿Qué lectura hicieron de aquel momentum ya de cara a las presidenciales?

Yo venía representando un trabajo político de las feministas y, tras el aprendizaje de esas dos etapas de la campaña, con la ministra Antonia trabajamos en un documento estratégico basado en una teoría de malestar y politización feminista. Nosotras veíamos que el hilo conductor de muchos procesos políticos en Chile venía de una articulación que el feminismo podía explicar en parte. Vivíamos un proceso de precarización de la vida en la región y las mujeres tenían conciencia de esa precarización, de lo difícil que es para una mujer insertarse en ese contexto político, económico y social, en el que la violencia contra ellas estaba desatada.

Y su voto era determinante.

Bajo esa tesis, la estrategia tenía que basarse en tres pilares. El primero, un marco de diálogo distinto basado en datos. Sí, nosotras teníamos la intuición de que las mujeres iban a marcar una diferencia en la elección, y teníamos que producir datos para hablarles mejor. Teníamos que dejar de hablar, como decimos allí, de la señora Juanita, una señora de 40-50 que plancha mientras ve la telenovela en su casa. No, la mujer chilena es muy diversa y hay que hablarle a todas ellas. Otro pilar es un elemento programático distintivo. Realizamos un proceso participativo, es decir, juntábamos a la gente a hablar de vivienda, de crisis hídrica, medioambiente, salud... y en cada propuesta que planteasen tenían que hacerlo desde tres perspectivas: cómo afecta a las mujeres, al medioambiente, y también desde una perspectiva descentralizadora.  Por último, las vocerías. Levantamos a mujeres potentísimas para la campaña como Camila Vallejo, actual portavoz, e Izkia Siches, residenta del Colegio Médico de Chile y actual ministra.  

Este es un gobierno que tiene que ser feminista, no solo en el discurso, también en la práctica, señaló Boric. ¿En qué medida se está cumpliendo?  

Aspiramos a un gobierno feminista, pero es muy naif para cualquiera decir que, nada más entrar al gobierno, ya de por sí las oficinas de atención de subsidio habitacionales van a ser feministas. Sin embargo, sí hemos ido prefigurando algunas cosas. Incorporamos a la ministra de la Mujer por primera vez al comité político y se acercó el ministerio muy simbólicamente a La Moneda para dar una imagen gráfica del acercamiento de las feministas al poder. Respecto al programa, se ha ido trabajando en distintas carteras impulsando la transversalizacion de género. El mismo presidente ha dicho lo importante de aplicar una perspectiva feminista. ¿Qué siginica eso enfocado a las políticas públicas? Por ejemplo, cuando vas a implantar transporte público, piensas en que pase no solo por donde están los trabajos, sino también por donde están las escuelas y los hospitales, que es donde van las mujeres. Otra propuesta estrella es el sistema nacional de cuidados: queremos crear una red gigante que cambie el paradigma.  

La coalición Apruebo Dignidad está formada por el Frente Amplio, que integra también varios partidos. ¿La relación entre todas estas formaciones ha atravesado baches y discusiones?

Creo profundamente en esta coalición. Todos los partidos y movimientos que la conforman venimos de una herencia política en la cual fuimos pujando por un cambio en la transición a la democracia. Somos buenos para discutir y hemos tenido diferencias tácticas, pero estratégicas pocas. No fue difícil juntar el programa de Jadue con el nuestro en primarias. En segunda vuelta, tuvimos que acercarnos más a los socialdemócratas y no hubo problemas.

El gabinete de Boric cuenta con ministros de nueve partidos, además de siete ministros independientes. Si bien representa a un sector amplio de la sociedad, las diferencias internas pueden ser notorias.

Necesitamos una base amplia para gobernar. El proceso actual chileno, a propósito del proceso constituyente, y las arremetidas de los autoritarismos en Latinoamérica, requieren de una unidad clara. Algunos sectores de izquierdas cuestionaron al presidente cuando nombró a personas del Partido Socialista o del Partido por la Democracia, pero los necesitamos para gobernar, necesitamos esa confluencia, el frente amplio en su expresión más amplia.

No en vano, el 44% del electorado votó a Kast, una opción pinochetista. A ello hay que añadir la falta de mayoría en el Congreso.

Estamos en un momento en el que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. El proceso constituyente y la composición de la convención, en mi opinión, refleja mucho más el Chile real, con el desorden, con la cantidad de nuevas personas independientes en la política.... El Congreso salió electo y está muy peleado con la extrema derecha y movimientos más conservadores porque se basó en el sistema anterior. Ahora, ¿en qué estamos? En ir fraguando acuerdos. Una línea muy clara de Boric es que sin acuerdos no le hacemos bien a Chile. Trabajamos en una reforma tributaria y nuevo sistema de pensiones, en el resto de elementos vamos a ser muy respetuosos con el proceso constituyente.

¿Cómo se explica que la opción de cambiar la Constitución tuviera un 78% de apoyo en octubre de 2020 y hoy el apruebo y el rechazo estén empatados en las encuestas?

Me cuesta hablar del proceso constituyente porque no he sido parte activa y hoy día tengo un deber como funcionaria que me impide posicionarme. Dicho eso, me atrevo a decir dos cosas que explican ese declive. Uno, que la derecha tiene muy claro que tenía que defender el ultimo bastión de Pinochet. Apenas perdió Kast y ya salió a hacer campaña por el rechazo, mientras que la izquierda se estaba instalando el gobierno, en la Convención... Además, los medios tienen una alianza maligna con quienes quieren defender lo viejo. Lo segundo, que es un proceso nuevo, en el sentido de que es la primera vez que sentabas a movimientos políticos independientes con demandas específicas como la lucha por el agua en tal lugar, feministas que venían de una coordinadora específica o un profesor que luchaba por la educación. Poner de acuerdo a estos 155 personas, a los pueblos originarios y con paridad iba a ser un desafío gigante.

¿El conflicto mapuche es uno de los temas más espinosos para este Gobierno?

Sí, diría que uno de ellos. Reconocemos que hay una deuda histórica del Estado chileno, de mas de 200 años, con el estado-pueblo mapuche y eso requiere recomponer confianzas. Hay movimientos más complejos dentro del mismo pueblo, son heterogéneos y es difícil cuando hay una deuda de tantos años.

¿A qué se debe esta nueva vuelta de gobiernos progresistas en Latinoamérica?

Venimos de vuelta de un proceso geopolítico de autoritarismo, de ver cómo se recrudece la precarización de la vida cuando tomas medidas de corte más neoliberal de las que ya existían. Esa experiencia ha ido fraguando esa conciencia de que la derecha no me da lo que yo quiero. Además, nos vamos aprendiendo los unos de los otros. La segunda vuelta habría sido distinta si no hubiéramos tenido la historia reciente de Bolsonaro. No solo se movilizaron los partidos, también movimientos populares que no siempre estaban de acuerdo con el presidente, pero tenían claro era que la otra opción era el autoritarismo. Y en Chile de nuevo, no.