Boris Johnson ha anunciado este jueves que dimite y que ha puesto en marcha el proceso para ser sustituido como líder del Partido Conservador británico y, por tanto, como primer ministro del Reino Unido. Ha asumido que «claramente» sus propios compañeros creen que «el Partido Conservador debería tener un nuevo líder» y, por tanto, el país «un nuevo primer ministro», en el anuncio de una dimisión que queda a expensas del calendario para elegir a su sucesor, que se conocerá la próxima semana.
Johnson es el tercer primer ministro conservador del Reino Unido que se ha visto forzado a dimitir en apenas seis años. David Cameron, Theresa May y ahora Johnson han presentado la renuncia como líderes del Partido Conservador y, por lo tanto, como jefes del Gobierno desde junio de 2016.
«Nadie es indispensable en política», ha dicho Johnson, en un discurso ante la puerta de Downing Street en el que ha justificado que, si durante semanas se ha aferrado al cargo, es porque entendía que era su «obligación» y que de esta forma respondía al mandato obtenido en las urnas a finales de 2019.
En este sentido, ha explicado que durante semanas se afanó en defender que era un «error» cambiar al Gobierno en un periodo marcado por la incertidumbre económica y la guerra de Ucrania, entre otros desafíos de unos tiempos que ha catalogado de «complicados».
El todavía mandatario ha reconocido que intentó convencer a su Gobierno de que sería «extraño» dejar ahora el poder y ha lamentado haber «fracasado» en sus argumentos.
Hasta que los conservadores elijan a un nuevo líder él seguirá al frente del Gobierno de forma interina, pese a que son muchos dentro y fuera de su partido que le reclaman que se marche ya. Johnson ha indicado que habló con el presidente del Comité 1922 -que agrupa a los diputados tories sin cartera-, Graham Brady, para iniciar el proceso para sustituirle, ya que este comité es el encargado de establecer el calendario para la elección del número uno de la formación, que puede durar varios meses.
Johnson ha tomado esta decisión después de que el ministro británico para el norte de Irlanda, Brandon Lewis, haya presentado su dimisión. Este ha anunciado su decisión tras la marcha del ministro para Gales, Simon Hart.
«Había deseado desesperadamente que podría evitar escribir esta carta, pero no parece quedar otra opción que renunciar como ministro para Gales», escribió Hart en una carta en la que reconoció que nunca ha sido un «gran fan» de las dimisiones ministeriales como herramienta para forzar cambios, pero que en esta ocasión constata que ya es tarde para cualquier rectificación.
Dimisión de 44 cargos gubernamentales
Las renuncias de Lewis y Hart se han sumado a la de los ministros de Economía, Rishi Sunak, y Sanidad, Sajid Javid. Los cierto es que cerca de medio centenar de cargos gubernamentales han renunciado en las últimas horas. Y también lo ha hecho la número dos del Partido Conservador, Caroline Johnson.
Además, el primer ministro ha cesado al ministro de Cohesión Territorial, Michael Gove, quien le había reclamado previamente abandonar su puesto.
El nuevo ministro británico de Economía, Nadhim Zahawi, también le había pedido que presentase la dimisión. «Esto es insostenible y empeorará para usted, para el Partido Conservador y, lo que es más importante, para todo el país. Debe hacer lo correcto y marcharse ahora», manifestó en redes sociales.
La abogada general del Estado, Suella Braverman, hasta ahora una de los apoyos más fieles de Johnson, dijo en una entrevista televisada que «su tiempo (el del primer ministro) se ha acabado, y ahora debe hacer lo correcto».
Acto seguido, Braverman reveló que piensa postularse como candidata a suceder a Johnson como primera ministra por el Partido Conservador.
Las dimisiones han puesto contra las cuerdas a Boris Johnson, que superó recientemente una moción de censura interna de su partido. Pero aquella votación evidenció el descontento del 41% de los parlamentarios tories con su gestión y con la serie de escándalos que le han salpicado, entre ellos el de las fiestas en la residencia oficial de Downing Street durante la pandemia o tratar de ocultar que sabía los antecedentes de Pincher.
«Alivio» comedido
A pesar del «alivio» que supone la dimisión de Johnson, la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, ha alertado de que «el déficit democrático inherente a Westminster no se soluciona con un cambio de primer ministro».
«Los problemas van mucho más allá de un solo individuo. El sistema de Westminster está roto», ha añadido, incidiendo en que «ninguno de los primeros ministros tory alternativos sería elegido nunca en Escocia».
Por su parte, el ministro principal galés, Mark Drakeford, se ha declarado «encantado» de que el primer ministro haya tomado «la decisión correcta». Aunque ha subrayado que solo unos comicios ofrecerán un «Gobierno estable para las cuatro naciones», en referencia a Gales, Escocia, Inglaterra y el norte de Irlanda.
Desde Dublín, el Gobierno irlandés ha aseverado que la dimisión de Johnson será una oportunidad para mejorar las relaciones con Gran Bretaña, deterioradas en los últimos años por el Brexit. «El Reino Unido es nuestro vecino más cercano y las relaciones no deberían ser como son ahora», ha declarado el ministro irlandés de Educación, Roderic O'Gorman.