Iker Fidalgo
Crítico de arte

De caminos y opciones

Cuando hablamos de arte contemporáneo nos referimos al periodo que abarca desde los años 70 del pasado S.XX hasta la actualidad. La época que le precede y que incluye el resto del siglo y parte del anterior es conocida como arte moderno. Sin embargo, y una vez hecha esta diferenciación, también podemos entender la producción contemporánea como aquella que sucede en el momento en el que vivimos y que, sobre todo, incide directamente sobre el tiempo al que pertenece. El nacimiento de las vanguardias históricas y la ruptura que supuso el arte conceptual permitieron un paradigma que, con sus evoluciones constantes, es el que ahora vivimos. Un momento en el que las disciplinas no marcan el acontecer del panorama y son los y las artistas quienes trazan sus caminos en función de sus necesidades e intereses. Con todo y cumplidos ya los primeros veinte años del S.XXI, técnicas y recursos que vienen siendo utilizados desde hace siglos se combinan con las nuevas opciones que nos permiten los avances tecnológicos. Estos no solo abren el abanico en cuanto a formatos y caminos creativos, sino que nos permiten, como público, otras formas de participación y consumo. Nadie sabe lo que deparará el futuro. La cultura visual sigue creando contenido a un ritmo cada vez mayor y pareciera que aún tiene capacidad de aguantar antes del colapso. Sea como sea, que el arte siga vigente es una señal de esperanza para la creación de una cultura crítica.

El pasado 16 de junio se inauguró en la Sala Fundación Vital de la Calle Postas de Gasteiz la exposición que recoge lo más destacado de una nueva edición del Certamen Arte Vital. Un concurso dirigido a artistas a partir de los 16 años nacidas o residentes en el territorio alavés, que este año ha contado con una participación de más de 170 candidaturas, de las cuales cuatro han sido las ganadoras. Como se puede suponer, un concurso de estas características provoca unos resultados de lo más eclécticos. La amplia horquilla de edad y la total libertad de formato hace que confluyan múltiples perfiles entre los que encontramos propuestas de mayor madurez o aquellas que han sido alumbradas desde un punto de vista mucho más amateur. De cualquier modo, siempre es recomendable encontrarnos ante diferentes maneras de tomar el pulso al presente y al futuro del arte y nos da algunas pistas sobre nombres y trabajos que conforman el tejido artístico de la zona. La muestra se completa con una selección de 42 obras, entre las que cabe destacar los nombres del elenco premiado: Sara Berasaluce, Anabel Quincoces, Raúl Lomas y Juan Andrés Arias. ‘Era eso’ es el título del trabajo fotográfico de Berasaluce, mientras que las esculturas de vidrio soplado de Quincoces nos esperan bajo su ‘Hydra-Resilencia’. Lomas nos recibe con una instalación sonora, ‘(H)Amar’, en la que una voz nos recita un poema en torno al amor, el paso del tiempo, la duda y los miedos. Por último, Arias nos presenta una pieza cercana a la abstracción geométrica con resonancias graffiteras, ‘Graffhitecture’. La exposición entra ahora en su recta final, permaneciendo abierta hasta el próximo día 24.

El Espacio Marzana de Bilbo nos invita hasta el día 29 de julio a visitar la nueva exposición de Alfredo Álvarez Plágaro (Gasteiz, 1960). Una obra pictórica enunciada desde la abstracción en la que la materia, las texturas y las veladuras componen una propuesta cromática muy interesante. Por su parte, las piezas no siguen los formatos típicos de los lienzos y bastidores, sino que realizan una serie de juegos geométricos y modulares. El montaje final adquiere una relevancia protagonista, componiendo sobre las paredes de la galería el resultado final de las obras a través de ritmos visuales que desbordan el diseño expositivo habitual.