Teoría de la pizza sanferminera
La obra aborda la teoría urbana que presenta el carrico de Lucio como epicentro de la pizza y el encuentro, y la calle San Miguel como lugar de paso pizzero. La oferta culinaria sanferminera es variopinta y cada escaparate indica el rumbo de un trasnochador desorientado.
Si el sentimiento de culpa, no ya derivado de su resaca psicológica, sino del hambre emocional invade su cuerpo jaranero, no se preocupe; está usted de suerte. Una teoría desarrollada por Faccia D'aceto expuesta por primera vez en su obra ‘Pizza después de la medianoche sanferminera’ afirma que el trozo de pizza que devoró ayer en el extremo de Mercaderes iba a ser engullido de manera irremediable.
En el citado artículo, el autor desarrolla ampliamente las principales características geográficas y gastronómicas de Iruñea, para luego explicar la influencia de estas en el portal hacia otra dimensión que se abre en su estómago en algún momento de la larga noche sanferminera.
La oferta culinaria no ha decaído tras tres años de parón, y el extremo de Mercaderes sigue siendo ese lugar donde saciar el apetito de un noctámbulo perdido. En este fascinante acercamiento al imaginario zombie, el autor argumenta que tres parranderos o parranderas, hayan peleado contra la vorágine sanferminera en Nabarreria, remojado el gaznate en Curia o constatado que la solución a la guerra en Ucrania pasa por un trago en Kaldera, acabarán a horas intempestivas en el Carrito y con un porción de pizza en mano, formando así un triunvirato amoroso.
La alternativa chic a las txosnas y bares de las citadas calles que frecuenta el pijerío apuntan a San Nicolás. En la pizzería de la calle San Miguel se toparán, de acuerdo con modelos fundamentales de gastronomía teórica, con los cuencos que transitan hacia el bus, de vuelta hacia una periferia idílica alejada del mundanal ruido urbanita. Diversidad entre la fauna sanferminera que saca su mejor cara por una rebanada napolitana.
Pero hay excepciones que modifican la formulación general e instantes en el que el hambre es caprichoso. El antojo implacable arrastra a ciertos rústicos, tras una noche bulliciosa y alborotada, a la búsqueda de un kebab en el que desgustar una pedrata con poco amor y mucha salsa de yogurt, y donde verificar la culminación de un ciclo nocturno.
Los puestos ambulantes repartidos por Alde Zaharra o los propios txurros son otras alternativas que plantean a su vez la disyuntiva entre salud y apetito. Localizar esa plancha metálica puede ser tarea difícil, pero si sigue la estela de la fumata blanca encontrara el origen de ese olor ocasionado por las partes del cuto divino ardiendo.
Con una inflación galopante que revela que el mejor momento para comprar algo fue ayer, y con los desorbitados precios de los tragos que empujan a cualquiera al botellón, siempre queda la elogiable opción de inventarse, ya en casa, un buen plato de macarrones con tomate, lo que sea por dar fuelle a un estómago que lo que implora hoy puede que lo acabe desechando mañana.