¿Y si en año y medio, tras las elecciones, el PP necesitara al PNV y no a Vox?
La semana parece haber insuflado un soplo de aire fresco al Gobierno de Sánchez, pero sus socios de investidura siguen exigiendo hechos además de palabras. Y en este contexto ha llamado la atención la posición del PNV, al que no le gustan ni los desplantes de Pedro Sánchez ni algunas de sus medidas.
Los servicios de La Moncloa que perfilaron el discurso de Pedro Sánchez en el Debate del Estado de la Nación pueden estar satisfechos, porque el presidente del Gobierno español no solo consiguió marcar el paso político y comunicativo con las medidas anunciadas (el impuesto para las energéticas y la banca como anuncio estrella), sino que la semana le ha quedado redonda con la aprobación sin apuros de la Ley de Memoria Democrática, del decreto ley anticrisis y del golpe de mano para forzar la renovación del Tribunal Constitucional. Y, de postre, una reunión con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que se cerró ayer con el anuncio de avances y no con una ruptura de relaciones.
Probablemente, esos mismos servicios de La Moncloa no contaban con que el PP cometería el error estratégico de confiarlo todo a un lazo azul extemporáneo y a volver al raca-raca de ETA, dejando libre al Gobierno todo el flanco de la crisis que azota a la ciudadanía, sobre la que apenas pudieron balbucear unos lugares comunes de los tópicos de la derecha y eslóganes que a poco que la ciudadanía se parara un minuto a analizarlos deduciría que son un sinsentido.
En todo caso, a Pedro Sánchez le queda ahora pendiente la tarea de pasar de las musas al teatro, de los dichos a los hechos, para llevar a buen puerto las medidas anunciadas. No se puede ignorar que el presidente del Gobierno dejó sin respuesta una pregunta que la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, le hizo en su primera intervención y le repitió en la segunda: «¿Cómo van a impedir que las eléctricas y los bancos sorteen los impuestos anunciados, como pasó con la rebaja del carburante? ¿Cómo van a evitarlo?».
El presidente no le respondió en la sesión, lo que resulta preocupante. Fue la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, la que al día siguiente, en una emisora de radio, aseguró que «en la norma tenemos contemplado que se va a prohibir la repercusión de ese gravamen al precio final que soporten los ciudadanos y se le va a dotar a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de todas las funciones para que vigile y aplique sanciones en caso de que alguna empresa se separe de la legalidad».
La cuestión es que, como dijo el también diputado de EH Bildu Oskar Matute, de qué sirve poner una multa que es mucho menor a los beneficios obtenidos con la actuación ilegal. Habrá, por tanto, que prestar atención a la letra pequeña, no vaya a ser que el giro a la izquierda tan publicitado vuelva a convertirse en el enésima decepción.
Ya se lo dijo alguien nada sospechoso de izquierdismo como el portavoz del PNV, Aitor Esteban: «Aunque usted diga que su Gobierno es incómodo para algunos y es perseguido por poderes fácticos, en realidad no les da ningún terror. A la hora de la verdad, usted no se ha atrevido ni a abordar la cuestión nacional vasca y catalana, ni a cambiar la Ley de Secretos Oficiales ―que estamos esperando―, ni a limitar la inviolabilidad del rey, ni a llevar hasta las últimas consecuencias y depurar las actuaciones policiales de tinte político impulsadas por el Partido Popular —actuaciones denunciables y antidemocráticas— más allá del maquillaje de una Comisión en el Congreso en la que se limitaron, claramente, las comparecencias».
Los avisos que el portavoz del PNV lanzó al presidente del Gobierno no son un cuestión menor, porque además se vieron refrendados en un discurso público del lehendakari, Iñigo Urkullu, tras una respuesta torpe de Pedro Sánchez a Aitor Esteban, que le había reprochado el incumplimiento del calendario de transferencias que había elaborado precisamente el propio Ejecutivo español.
El presidente metió abiertamente la pata al contestar que Lakua había pedido las competencias de «meteorología, de la ordenación y gestión del litoral, del fondo de protección a la cinematografía, de autorizaciones iniciales de trabajo para personas extranjeras», sobre las que «los ministerios sectoriales –dijo Sánchez– se han mostrado en contra de que sea posible proceder a negociar ese traspaso».
Aitor Esteban no hizo sangre de ello en su réplica, pero el lehendakari, con más reposo, aprovechó el jueves una recepción a los participantes en los Cursos de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de Gasteiz para denunciar abiertamente que «el Gobierno Español es renuente a cumplir el Estatuto, que es una Ley orgánica. Lo confirmó el propio presidente Pedro Sánchez, rechazando cuatro traspasos y no respondiendo a nuestras propuestas. Tengo que reconocer que escuché con sorpresa que calificara como ‘no transferibles’ algunas competencias que su propio Gobierno tiene incluidas en el listado de materias pendientes de transferir».
Iñigo Urkullu añadió que «vamos a esperar el resultado de las propuestas de resolución antes de hacer más comentarios». Aunque el PNV logró que se le aprobaran 7 de las 15 presentadas (la de un nuevo cargadero de gas natural licuado en el Puerto de BIlbo, con el apoyo de PP, Vox y Cs y el voto en contra de PSOE y UP), no parece que esto vaya a quedar así. Además, si Pedro Sánchez no cumple su propio calendario de transferencias, como para hacerlo con unas resoluciones que no son vinculantes.
Así que habrá que volver al discurso inicial de Aitor Esteban, en el que le dejó claro al presidente que tratar de retener a sus socios de investidura solo con la afirmación de que la alternativa es un bloque de derechas y, por tanto, no tienen otra opción que mantenerlo en la Moncloa «es –en palabras del portavoz jeltzale– poco alentador e inteligente; desde luego, no genera ni ilusión, ni fuerza, ni adhesión. En realidad, el que no puede permitírselo es usted; usted no puede permitirse prescindir de los socios. ¿Qué va a hacer para que estos se sientan motivados para apoyarle?».
En la situación actual, la estrategia de La Moncloa es ganadora. Tiene razón en que los socios no le van a dejar caer, salvo que les haga imposible apoyarle. Pero empieza a surgir un elemento demoscópico nuevo en el horizonte.
El propio Aitor Esteban dejó claro en su discurso que el PNV no se acercará a un PP «que siguen en la confrontación como alternativa y se alinea» peligrosamente con Vox en numerosas iniciativas, llegando incluso a aceptarles como socios en su Administración». Y no olvidó el portavoz jeltzale que «el señor Feijóo dio vía libre al presidente andaluz para hacerlo si lo consideraba necesario».
Habrá que ver cómo han influido los golpes de efecto de esta semana en el electorado del PSOE y si Sumar empieza a sumar, y es cierto que todavía queda año y medio para las elecciones, si ningún augur monclovita decide ser más listo que nadie y opta por un adelanto electoral de esos que carga el diablo. Pero empezaban a aparecer encuestas en las que el PP ya no necesita de Vox para gobernar.
¿Qué pasaría si a Alberto Núñez Feijóo le bastara con un apoyo de Andoni Ortuzar y algún otro grupo minoritario para llegar a La Moncloa sin verse obligado a subirse al lomo del caballo de Santiago Abascal? La respuesta la pueden dar José María Aznar y Mariano Rajoy, que cuando no tuvieron mayoría absoluta encontraron siempre una vía de acuerdo con Sabin Etxea. El aviso, ahí queda.
De momento, la torpeza del PP de fiar toda su estrategia en el Pleno a la baza de ETA le sigue alejando de todos aquellos a los que el sentido común les recuerda que la organización armada ya no está en la ecuación de la realidad ni vasca ni española.
En todo caso, la sobreactuación de los que volvieron a ponerse el lazo azul sirvió a EH Bildu para reiterar el mensaje del 18 de octubre de Aiete, lo que sonó nuevo a muchos por debajo del Ebro, y algunas víctimas de ETA, a nivel particular, agradecieron a través de las redes sociales.
Sin embargo, ya se adelantó Mertxe Aizpurua a predecir que «somos conscientes de que para algunos nunca será suficiente», y entre esos algunos están los que lucen pulseras rojigualdas, pero también los hay de los que viven a la sombra de la fontanería jeltzale y gustan de ser más papistas que el Papa.
Y a todos ellos les escuece que EH Bildu se haya convertido por su actuación en el Congreso y en el Senado en referencia de mucha gente que probablemente nunca habría pensado que iba a acabar identificándose con el discurso del independentismo vasco de izquierdas.
Parece que esta semana se ha abierto una nueva oportunidad en el Estado, a ver si Sánchez la aprovecha.