Tras la ola de incendios de junio, la mayor conocida en Nafarroa, el Ejecutivo amplió la Orden Foral del Fuego, dotándola de una magnitud desconocida hasta la fecha. Pasó de ser una normativa menor que se publicaba todos los años –regulaba poco más que dónde y cómo se puede hacer fuegos– a convertirse en un mecanismo automático que prohíbe a los agricultores cosechar durante alertas meteorológicas extremas.
Cabe recordar aquí que, hasta el 19 de junio, cuando había varios incendios descontrolados en el territorio, siendo varios de ellos de origen agrícola, nunca se había prohibido a los agricultores cosechar en Nafarroa.
Antes de apagarse las llamas, se abrió una polémica sobre si la orden llegó tarde por indecisión de los responsables. Esto movió al Gobierno a establecer un baremo que automatizara la detención de las labores de cosecha y empaque cuando se cumplieran determinados requisitos, aprovechando el trabajo previo realizado por la Consejería de Medio Ambiente. El vehículo para conseguir esto fue ampliar la Orden Foral del Fuego.
Esta Orden del Fuego, activa desde el 1 de julio, no prohibía únicamente en condiciones de alerta naranja o roja cosechadoras y empacadoras, sino que habla también de maquinaria pesada en pistas y zonas no urbanizables y cita también bulldozers, retroexcavadoras, motoniveladoras... Se sabe que estas máquinas pesadas también pueden ser la causa de incendios, al igual que la maquinaria agrícola.
Pero mientras que los agricultores pararon con la alerta, las obras del TAV continuaron en la Zona Media y, además, se produjo un accidente que dejó muy grave a un operario el viernes. Este incumplimiento ha sido denunciado por los ecologistas de Sustrai ante la Policía Foral en Tafalla.
Así, esta Orden Foral del Fuego ha ido más lejos de lo que jamás ha llegado la normativa laboral, que no contempla ni de lejos cesar actividades por temperaturas extremas. Y es que, si bien parece cierto que las obras del TAV debieron pararse, el problema fue que se produjo un accidente (esté o no provocado por calor) y no un incendio.
Solo meras recomendaciones
Las situaciones meteorológicas extremas no activan precauciones suplementarias para los trabajadores a la intemperie, según explican desde el sindicato LAB. El Real Decreto de Prevención de Riesgos Laborales, en su Anexo III, solo regula los espacios cerrados, estableciendo a qué temperatura deben estar los centros de trabajo y que varía un poco dependiendo del tipo de actividad que allí se desarrolla (si es más administrativa o más física).
Este Real Decreto apenas indica lo siguiente para trabajos que se desarrollan al aire libre: «Deberán tomarse medidas para que los trabajadores puedan protegerse, en la medida de lo posible, de las inclemencias del tiempo».
«El Instituto Navarro de Salud Pública y Laboral ha añadido unas recomendaciones, pero se quedan en eso, en recomendaciones», afirma Ibon Zubiela, de la secretaría de Salud Laboral de LAB.
En la CAV, Osalan ha enviado 4.802 cartas amenazando con multas de hasta un millón. Pero el problema es esencialmente el mismo cuando se trabaja en exteriores. Lo único que han de cumplir las empresas son «recomendaciones».
Esta desregulación resulta muy relevante, pues las dos últimas muertes en Euskal Herria por golpe de calor han sucedido al aire libre, según los números de este sindicato. Ambas tuvieron lugar el mismo día: el 21 de junio de 2017. En Doneztebe falleció un varón de 57 años que trabajaba en labores forestales y en Sukarrieta otro varón de 58 de una subcontrata de URA.
El sindicato considera especialmente indignante el fallecimiento en Sukarrieta, pues el fallecido debía estar quieto a pleno sol y no se le facilitó una sombrilla o material básico para protegerse del calor.
El «golpe de calor» sería la forma más clara de causa-efecto entre las temperaturas extremas y un accidente laboral, pero no es la única. «Con calor es más fácil sufrir cualquier accidente. La gente no es consciente del ‘golpe’ en los primeros momentos. Estás más torpe y mareado. Todo ello precipita los accidentes», explica Zubiela.
En cualquier caso, la Orden Foral del Fuego demuestra que ciertas actividades pueden incluso detenerse por el peligro de incendio. Y, a sabiendas de que la frecuencia de olas de calor va a aumentar, resulta difícil de explicar la inexistencia de mecanismos análogos para proteger a los trabajadores.