Dos motivos de preocupación
Ocurrió en 2014 y no parece que sea distinto ahora. Entonces la Guardia Civil descubrió que la firma Corsán-Corviam sobornaba a directivos de Adif para que estos generaran sobreprecios que elevaran al alza los pagos. Pese a que Adif es la empresa estatal que dirige las obras de la ‘Y Vasca’ y Corsán tuviera adjudicado un tramo de las obras licitadas por Lakua, la consejera Ana Oregi no dio ninguna muestra de preocupación.
Los actuales rectores de las obras del TAV tampoco han hecho nada, aparentemente, al conocer que las empresas que contratan llevan desde 1992 repartiéndose alegremente el mercado. Ese es uno de los motivos de preocupación.
El otro es que siendo toda la obra una sucesión de puentes y túneles, no hayan encontrado una empresa que despunte en alguna de las dos. Las grandes constructoras acuden a los concursos de la ‘Y vasca’ en UTE con otras locales y no hay dos tramos de los diecisiete que los hayan ganado la misma Unión Temporal.
Cualquiera podría pensar que también aquí ha podido haber algún tipo de reparto concertado. O al menos tomarlo como hipótesis.