Ibai Azparren
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Retratistas del autillo europeo, uno de los sonidos de la noche estival

No es difícil escuchar su ulular monótono durante las noches de verano, pero fotografiarlo no es tarea sencilla. El autillo europeo frecuenta sotos, huertos, parques y jardines navarros, y un grupo de aficionados a la naturaleza y a las aves ha decidido censar a este huidizo rapaz nocturno.

Un autillo descansa en la rama de un árbol.
Un autillo descansa en la rama de un árbol. (Dani GARCÍA )

Ojos amarillo azufre, plumas alzadas que simulan orejas y un canto totalmente reconocible por cualquiera que lo haya escuchado una sola vez. El autillo, de plumaje gris o pardo rojizo, se oculta en oquedades de árboles maduros, se mimetiza con la vegetación y aguarda la noche de Iruñea. Un grupo de aficionados han capturado a lo largo de Nafarroa imágenes de este esquivo búho con el objetivo de realizar un censo en el herrialde.

«Queremos averiguar cuál es la población que existe en Navarra repitiendo el censo todos los años, así podemos sacar tendencias de la especie; si va a mejor, si va desapareciendo, si coloniza sitios nuevos...», explica Dani García, autor de las fotos que acompañan este artículo, amante de la naturaleza y aficionado a la fotografía.

Esta especie de estudio, que en 2018 comenzaron en Iruñea, se ha ido extendiendo poco a poco a otras zonas de Nafarroa, y este año han sido cerca de cuarenta aficionados los que se han repartido por pueblos y rincones, sobre todo en la Zona Media, para fotografiar y registrar esta especie. «Lo bueno es que puede participar cualquier persona a la que le pique la curiosidad, porque el canto del autillo es muy fácil de identificar», explica García.

Pero el más pequeño de los búhos de nuestra geografía solo canta de noche y ojearlo no es tarea sencilla. Su plumaje es un camuflaje ideal para pasar desapercibido entre las ramas de los árboles y su tamaño, con 20 cm de longitud, 50 cm de envergadura y 100 g de peso, tampoco ayuda a localizarlo. «Su color gris se mimetiza muy bien con la corteza de los árboles y durante el día descansan escondidos, por lo que es muy difícil verlo», apunta García.

El autillo europeo tiene un plumaje que tiende a mimetizarse con su entorno. (Dani GARCÍA)

Hasta la realización de los últimos censos, la única información extensa que hay sobre el autillo en Iruñea fue publicada en 2008 por el Ayuntamiento de la capital vasca y cuyo autor, Eduardo Berián Luna, recordaba que en Iruñea «podemos encontrar hasta 257 especies de árboles, entre castaños, acacias, arces, plátanos de sombra, almeces, álamos, aligustres, fresnos...».

En este estudio, Berián apuntaba que «el conjunto de parques del casco urbano es un hábitat idóneo para el autillo, formado por una combinación de zonas de arbolado denso, praderas y setos donde encuentra abundante alimento, con la seguridad que le ofrecen los numerosos lugares en los que criar junto al ser humano».

Reloj desajustado por el cambio climático

Sin embago, el autillo se trata de un animal que principalmente nidifica en oquedades de árboles viejos y enfermos de gran tamaño que son los primeros en cortar, explica García. «Encuentra nido en los árboles podridos, y los que se encuentran en parques o en el paseo fluvial son los primeros que se eliminan por temas de seguridad», detalla.

No obstante, el cambio climático es la mayor amenaza a la que se enfrenta el autillo. Un estudio de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC), publicado en ‘Nature Communications’, señalaba que varias especies, entre ellas el autillo, están experimentando cambios fenológicos, a menudo relacionados con el final de la hibernación o el inicio del apareamiento y el período reproductivo.

Tras su aterrizaje primaveral, los autillos acumulan gran cantidad de grasa para emprender, a finales de agosto, su largo viaje migratorio hacia África, pero el impacto humano sobre el planeta ha provocado que algunos se queden y, de esta forma, el verano no esté tan unido al sonido del autillo.

«Hemos observado que algunos se quedan, de momento son muy pocos. Pero si se quedan es porque tienen alimento, principalmente insectos –con predilección por mariposas nocturnas y saltamontes–, aunque también puede llegar a comer reptiles, pequeñas aves. Y, si tienen insectos, puede ser que tengamos inviernos menos duros a consecuencia del cambio climático pero tampoco lo podemos confirmar, hacen falta más estudios», remarca García.

Resultados del censo

Alrededor de 40 aficionados han realizado este año el censo de autillo europeo en las inmediaciones de Iruñerria y Zangontza y extendido el estudio a otras zonas como Artaxoa, Tafalla, Lizarra, Olite, Barasoain, Buñuel y Otsagi, entre otros.

«Todavía es pronto. Los resultados son bastante similares a los del año pasado y para sacar tendencias hacen falta unos cuantos años más», resume García.

Observaciones del autillo en Iruñea. (Dani GARCÍA)

Incluso se han puesto en contacto con aficionados de otras comunidades en las que «hacen cosas parecidas, y la idea es hacer un censo en toda Navarra para saber si las tendencias de la especie también cambian de un lado para otro», detalla.

El conteo de este año se desarrolló durante cinco jornadas de censo y algunas más de prospección, muestreo y entrenamiento. En total, se han observado un total de 229 autillos, en 174 km (187 autillos, en 167,25 km en 2021), «lo que debe representar un valor mínimo de los realmente presentes», apuntan desde de la web A vista de pájaros.