Xole Aramendi
Erredaktorea, kulturan espezializatua
Entrevue
Natalia Beristain y Julieta Egurrola
Directora y actriz de ‘Ruido’

«Si no entendemos que los desaparecidos son parte de nosotros estamos destinados al horror»

La cruenta realidad que viven las mujeres en México salta a la pantalla grande de la mano de Natalia Beristain y Julieta Egurrola. La directora y actriz de ‘Ruido’ son hija y madre y NAIZ ha hablado con ambas sobre el proyecto que las ha traído a Donostia.

Natalia Beristain y Julieta Egurrola presentan ‘Ruido’ en la sección Horizontes Latinos.
Natalia Beristain y Julieta Egurrola presentan ‘Ruido’ en la sección Horizontes Latinos. (Maialen ANDRES)

En su tercer largometraje, Natalia Beristain aborda el tema de las incesantes desapariciones de mujeres en su país, México. ‘Ruido’ es una producción de Netflix y nos cuenta la odisea de Julia, embarcada en la peligrosa búsqueda de su hija frente a la indiferencia y la corrupción del poder y bajo la amenaza del crimen organizado. Está localizada en San Luis Potosí.

En medio del drama hay espacio para la solidaridad y el acompañamiento. La cinta muestra la realidad de los grupos de buscadoras y rastreadoras, en su mayoría madres, de las mujeres desaparecidas. Beristain parte de la ficción pero inserta momentos muy cercanos al documental.

A la pregunta del resorte que la empujó a llevar a cabo este proyecto, cuenta que lo empezó a trabajar hace cuatro años. «Al final una termina conviviendo con sus proyectos varios años de su vida y no es fácil decir ‘de acuerdo, quiero levantarme, cenar y dormir con una temática así’. Mi maternidad, sin duda, marcó un punto de inflexión. Es un tema que yo tenía en la cabeza por lo menos hace diez años. Mi hija nació hace siete. Y siento que conforme ella iba creciendo para mí iba estando más latente la necesidad de encontrarle sentido a lo que estamos viviendo como sociedad en México. Y abordar un tema así me permitía investigar, sin que eso signifique tener una respuesta, y hacerme preguntas que no me hubiese hecho de otra manera».

El caso ha pasado por manos de tres fiscales en 9 meses. Le acaban de informar de que ha habido una confusión en el expediente. En la pantalla, el rostro de Julia muestra su desesperación. 

Madre e hija

La realizadora ha contado con su madre, la actriz Julieta Egurrola, para meterse en la piel de la protagonista. «Sabe que le voy a dar lo que necesita de mí como actriz. Por eso me puso de protagonista. Para mí ha sido un regalo de los dioses protagonizar la película y venir aquí y ver cómo vive el cine el público. No es habitual, no sé cuántas directoras tienen la ocasión de dirigir a su mamá. En los primeros días costó colocarnos pero después tuve claro que tenía que entrar de lleno al dolor y estar concentrada en ello».

Su hija reconoce que fue complicado, aunque subraya su profundo orgullo por el resultado. «Tener el reto de dirigir a una actriz como ella se vuelve  bien rico. Se junta lo personal con lo profesional. La conozco como pocas personas y eso como directora te da ventaja, ya que es la materia con la que quieres trabajar. El proyecto está atravesado por lo personal y profesional y siento que no lo podía haber hecho de otra manera».

Posición privilegiada

Una de las máximas preocupaciones de la directora ha sido definir el lugar desde el que quería narrar esta cruel realidad que viven las mujeres en su país. «Durante mucho tiempo sentí pudor por contar la historia desde el privilegio de una mujer blanca de clase acomodada de ciudad de México. Pero una vez que logré aparcarlo y no solo eso, cuando entendí que ese era precisamente el vehículo que me permitía mirar estos contextos a través de los ojos de Julia, permití que la clase social a la que yo también pertenezco mire y reconozca este tipo de historias. Así fue más fácil empezar a construir el personaje de Julia». 

«Si yo no he sido atravesada por este dolor me preguntaba desde dónde lo entiendo, cómo lo entiendo. Al pertenecer a la clase social y económica a la que pertenezco, con una familia metida absolutamente en el mundo del arte, he ido entendiendo que tenemos la sensación de que estas historias les pasan a los demás. Espero que este trabajo permita acercar la mirada y ser conscientes de que esto atraviesa a cualquiera en cualquier latitud, en cualquier nicho social. Espero que haya una reflexión y decir ‘me podía haber pasado a mí’», agrega.

Traicionados

La directora habla de la situación sociopolítica que vive su país. «La sociedad mexicana está muy polarizada. Está ocurriendo una profunda militarización, lo que nos ha hecho sentir traicionados por parte del Estado a muchos de nosotros. También se suceden actos profundamente valientes en contra de mujeres pertenecientes a los colectivos de búsqueda y para mí ahí está la posibilidad de salir del horror que vivimos y que nos estamos acostumbrando a normalizar. Y eso es bien brutal», reflexiona Beristain.

Beristain tiene claro que «no hay una sola razón o manera de abordar un tema así pero también por eso quiero hacerlo, por el miedo que me genera vivir algo así en mi día a día. Es como hacer un conjuro y pensar que esto nos protege, aun sabiendo que es una estupidez. Mi quehacer es acompañar a las personas que están viviendo esta realidad en su cotidianidad, me importa sumar mi voz a la suya».

«Para mí es importante que en los distintos estados de la República donde hay tantos grupos de madres –van por delante de los hombres o sostienen durante más tiempo o aguantan más el dolor– vean esta película que habla de su situación. Aunque la historia que contamos es ficticia se verán reflejadas. Que sientan que hay gente que nos interesa y que al igual que se ve en la película les decimos ‘no estáis solas’. La frase puede parecer un lugar común pero no podemos acostumbrarnos a ello, no debemos, y hay que manifestarse, hacer ruido, gritar... Los colectivos de buscadoras han conseguido que vayan médicos forenses. No es algo que ocurre por casualidad, es un logro de estas mujeres guerreras. Me interesa que las mujeres buscadoras y sus familias sientan que a muchos sí nos importa su dolor y su tragedia y que sí queremos exigir a los gobiernos, el federal y a los estatales que se impliquen porque no hay forenses que alcancen a investigar todas las fosas clandestinas que se encuentran. Es una realidad muy difícil», se suma a la reflexión Egurrola.

«Los desaparecidos son parte de nuestro cuerpo». Es otra de las sentencias que se escuchan en el filme. «Creo que si no lo abordamos desde ahí parece que es una realidad que siempre le pasa al otro, que nos queda lejos. Y si no entendemos que los desaparecidos y desaparecidas –no nos olvidemos de periodistas– también son parte de nosotros como sociedad estamos destinados al horror y quiero pensar que no es así. Quiero pensar que sí podemos reconocernos y que desde la empatía se puede generar una nueva narrativa», señala.

Contexto

La columna vertebral del filme es la búsqueda de Julia pero es difícil entenderlo sin situarlo en su contexto. «Es muy difícil hablar de desapariciones si no hablas de impunidad, de feminicidios, de corrupción, de crímenes de estado, del Estado, de la sociedad civil... está todo tan enraizado que a su vez me hizo ir entendiendo que así como hay distintos feminismos, hay distintas violencias. Y que hay distintas luchas por la memoria, la justicia, la verdad. Y que resulta que por distintas razones son encabezadas por mujeres. Eso fue tejiendo en mi mundo interno las aristas que se abren desde la columna vertebral y culmina con las ganas de tender un puente generacional entre los feminismos de una mujer como Julia y el feminismo de las mujeres jóvenes que están tomando las calles, gritando y rompiendo llenas de rabia. Y es una rabia que celebro muchísimo. Siento que nos vienen a enseñar que la sociedad nos exige ser buenas feministas, y ¡a la mierda con eso!. Hay un espacio que se ha ganado por las luchas anteriores y hay un espacio de cambio».  

«Yo discuto con mi madre por la manera que tenemos de ver la vida pero a su vez se me revienta la cara cuando hablo con ‘morras’ de 22 años y me dan tres vueltas, pero creo que todo este linaje de feminismos es lo que está sosteniendo no solo al país, también al mundo. Mira lo que está pasando en Irán. Si hay un motor que ha entendido el valor de lo colectivo, que también aspiro a que mi película hable de ello, tiene que ver con lo que las mujeres hemos ido entendiendo muy a regañadientes en las últimas décadas», argumenta.