Aunque nunca entro en foros, y por lo tanto no dispongo de una opinión con conocimiento de causa sobre la crítica no profesional, de vez en cuando algún conocido que escribe reseñas en revistas digitales me pide que lea sus comentarios sobre alguna película de estreno. En la mayoría de casos se ha convertido en un mal trago, porque al carecer de experiencia en la materia se cometen errores de bulto, los mismos que un servidor perpetraba impunemente en su etapa de principiante.

En la actualidad la cosa es mucho peor, debido a que quienes escriben desde el anonimato que dan las redes se sienten con libertad e independencia para decir lo que les venga en gana, que suelen ser barbaridades, que incluyen insultos y ataques que rozan el delito de odio, sobre todo si la película de turno ha sido realizada por una mujer.

Es una pena, ya que se está ante la oportunidad histórica de que la audiencia cinematográfica pueda hacer sus propias reseñas, las cuales deberían tener el mismo o más valor que las de la crítica profesional. Para que así suceda hay que ser honesto con uno mismo y saber valorar el trabajo ajeno en su justa medida, con tal de que nadie pueda hablar de intrusismo.

Los objetivos en realidad son los mismos de la crítica profesional, dado que en medio de la confusión de las multipantallas y con un audiovisual saturado conviene arrojar luz y hacer recomendaciones selectivas.