En el Boletín Oficial del Estado del pasado jueves se hace una relación de títulos nobiliarios a destacados golpistas que han sido suprimidos, entre ellos la consideración de «duques con Grandeza de España» para Mola, Antonio Primo de Ribera, Carrero Blanco o el propio Franco.
Entre el listado aparecen algunos nombre con especial significación para Euskal Herria. Debido a la polémica que siempre ha suscitado la plaza que tenía dedicada en Iruñea, resulta de relevancia la pérdida de la calificación de «Grandeza de España» para Tomás Domínguez Arévalo, más conocido como el conde de Rodezno.
El conde de Rodezno tenía dedicada en Iruñea nada menos que la plaza donde está el mausoleo de Mola, más conocido como el Monumento a los Caídos, el mayor memorial golpista del Estado, solo por detrás del Valle. Domínguez de Arévalo fue un político tradicionalista y terrateniente nacido en Madrid, que tempranamente se mudó a Nafarroa donde tenía buena parte de sus propiedades. Fue ministro de Justicia en 1939 y se calcula que, bajo su mandato, se fusiló nada menos que a 50.000 personas.
La pérdida de «Grandeza» no impide que mantenga el título, dado que el de Conde de Rodezno era un honor hereditario de su familia. Este detalle sirvió, en su día, como ardid a la alcaldesa Yolanda Barcina para mantener el nombre de la plaza. Afirmó, entonces, ante una demanda firmada por ANV, NaBai y PSN que la plaza no estaba dedicada al ministro de Justicia con más muertes a sus espaldas, sino que hacía únicamente mención al pequeño condado ubicado a 7 kilómetros de Haro. El Tribunal Administrativo de Navarra (TAN) aceptó semejante excusa en 2009 y no fue hasta el mandato de Joseba Asiron cuando por fin se cambió el nombre a la plaza. Ahora se llama «Plaza de la Libertad».
Tradicionalistas vascos «ajusticiando»
Tampoco existe, desde el jueves, el marquesado de «Bilbao y Eguía», que poco tiene que ver con la capital de Bizkaia ni con el barrio donostiarra. Se trata de una consideración que, en 1961, el dictador entregó a Esteban Bilbao y Eguía, otro tradicionalista. Justamente, fue quien tomó las riendas del Ministerio de Justicia cuando lo dejó el conde de Rodezno, desde mediados de 1939 hasta 1965.
Fue, por lo tanto, el exmarqués vizcaíno (nacido en Bilbo y enterrado en Durango) uno de los engranajes claves de la más dura represión contra los vencidos. Durante su mandato se ejecutaron persecuciones, más fusilamientos, trabajos forzosos... Las cifras de aquella represión son apabullantes. Se estima que, en 1940, había más de 270.000 personas presas. Cabe recordar, además, que el franquismo no declaró el fin de la guerra, lo que le permitió impartir su «justicia» a través de consejos de guerra.
El tercero de los títulos, el de conde de Iturmendi, se entregó póstumanente por parte de ya de Juan Carlos I, en 1977, a otro golpista tradicionalista y ministro de Justicia, Antonio Iturmendi. En este caso, ejerció el cargo entre 1951 y 1965, cuando lo dejó Bilbao y Eguía. También, como su predecesor, fue presidente de las Cortes durante la dictadura.