El fraude que revela la quiebra del portal de criptomonedas FTX
La quiebra de FTX, la mayor plataforma para el intercambio de criptomonedas, ha dejado al descubierto una actuación fraudulenta que recuerda a otras muchas anteriores y con consecuencias difíciles de predecir.
«Los buenos tiempos de altos precios casi siempre engendran mucho fraude. Las personas son más crédulas cuando más felices son; y cuando se ha hecho mucho dinero, cuando algunas personas realmente lo están haciendo, cuando la mayoría de la gente piensa que lo está haciendo, hay una feliz oportunidad para la ingeniosa mentira». Es una observación de finales del siglo XIX del periodista inglés Walter Bagehot, que ya entonces captó que los defraudadores se aprovechan de la credulidad que alimentan las ganancias fáciles.
El mundo lleva muchos años con una política monetaria relajada: tipos de interés negativos y préstamos casi gratuitos. El dinero fácil no estimula la producción, por mucho que quieran inculcar esa idea. Generalmente sirve más a la especulación, pero los que diseñan la política económica siguen creyendo que si sube la Bolsa, tarde o temprano, ese aumento del precio de las acciones estimulará la producción; esta vez tampoco ha ocurrido.
Ahora, además, la resaca de la anterior crisis financiera había endurecido los controles a bancos y fondos de capital, por lo que los mercados de acciones y bonos no eran una opción interesante para la especulación. Mucho más seductoras eran las criptomonedas, un objeto de reciente creación, de reducidas dimensiones y, por tanto, más fácilmente manipulable; una cosa difícil de entender, lo que hace que despierte la ansiedad por participar, por si resulta ser el gran pelotazo. Además, la falta de normas las dejaba en la zona gris del sistema. Todo ello las hacía especialmente interesantes como objetos especulativos; y estimulaba la imaginación de los defraudadores.
Todo el mundo se pregunta qué ha pasado para que quebrara FTX, la casa de cambio de criptomonedas más grande del mundo. Es difícil saberlo con precisión. De momento, el abogado encargado de la quiebra, John J. Ray III, que hace dos décadas se encargó de otra gran bancarrota que terminó con la compañía energética Enron y con la disolución de la empresa de auditorias Arthur Andersen, dijo que «nunca en mi carrera había visto una falla tan completa de los controles corporativos y una ausencia tan completa de información financiera fiable como en este caso». La cuestión no son tanto las criptomonedas, como la fraudulenta gestión del dueño de FTX, Sam Bankman-Fried (SBF) y su equipo. A partir de la información que ha trascendido, he aquí los principales pasos de este espectacular fraude:
Atracción
El primero paso en todo fraude es atraer al chiringuito a renombrados inversores para aparentar solvencia. SBF consiguió algunos con pedigrí: Sequoia Capital, el administrador de fondos de cobertura Paul Tudor Jones, el Plan de Pensiones para Maestros de Ontario y el fondo soberano de Singapur Temasek. La revista Fortune llegó a aclamar a Sam Bankman-Fried como «El próximo Warren Buffett».
Simulación
El siguiente paso es enmascarar la fuente de las ganancias, que son precisamente las aportaciones de los nuevos especuladores. Bankman-Fried declaraba que su actividad era arbitrar criptomercados (es decir, aprovechar la diferencia de precios de las criptomonedas en diferentes mercados).
Estímulo
Para seguir atrayendo incautos, FTX empezó a pagar intereses por los depósitos de criptomonedas en la plataforma. A principios de año, la SEC (Securities and Exchange Commission de EEUU) investigó el modo en el que las criptoempresas manejaban los depósitos de los clientes, especialmente si ofrecían intereses por los depósitos, ya que podía estar utilizándolos para prestarlos, lo que obligaría a estas empresas a seguir una regulación diferente, más estricta. «Confirmamos que estos se basaban únicamente en recompensas y no implican préstamos (u otro uso) de las criptomonedas depositadas», respondió FTX, y la SEC se dio por satisfecha con la explicación.
Expansión
Una vez lanzado el chiringuito hay que aumentar el volumen de movimientos, para lo que FTX se lanzó a la compra de participaciones en otras bolsas, adquisiciones que le daban la oportunidad de cabildear. La compra del 10% de la bolsa de valores IEX Group le permitió presionar a la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU sobre la criptorregulación.
Estas compras también servían para obtener licencias de actividad que daban acceso a otros mercados sin tener que pasar por la evaluación de los reguladores. En 2021, por ejemplo, compró LedgerX LLC, una bolsa de futuros que le otorgó tres licencias de la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos. Esas licencias dieron a FTX acceso a mercados de derivados de productos básicos de EEUU.
Pero la estrategia también tenía sus límites: en ocasiones, las empresas que adquiría no tenían las licencias precisas que necesitaba. Una de las licencias de LedgerX, por ejemplo, requería una modificación para que la pudiera utilizar y SBF trató de persuadir a la CFCT (Commodity Futures Trading Commission de EEUU) para que la cambiara, algo que consiguió.
Es por ello que los grandes estafadores también cultivan conexiones políticas. Bankman-Fried hizo grandes contribuciones a la campaña del presidente Joe Biden y a los candidatos del Partido Demócrata en las recientes elecciones de medio mandato. También contrató a un abogado que había trabajado para Gary Gensler, ahora presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU.
Apropiación
Una vez el dinero empieza a fluir, llega el momento de adueñarse de los fondos. Los directivos empezaron a apropiarse de los depósitos de los clientes para utilizarlos en su propio beneficio. En mayo, por ejemplo, Bankman-Fried transfirió en secreto unos 10.000 millones de dólares a una empresa suya, Alameda Research, al parecer para cubrir las pérdidas de varias operaciones con derivados.
Los fondos de FTX también se usaron para comprar inmuebles para empleados y asesores. Estas transferencias no se documentaron como préstamos de la empresa y las casas se registraron a nombre de los empleados, según señala el abogado encargado de la quiebra. Reuters concretó que Sam Bankman-Fried, sus padres y algunos ejecutivos de FTX compraron al menos 19 propiedades inmobiliarias en Bahamas por las que pagaron 121 millones de dólares.
Encubrimiento
La subida de los tipos de interés y el elevado precio de la energía devaluaron rápidamente el valor de las criptomonedas y pusieron en peligro todo el castillo de naipes. Cuando las estafas empiezan a desmoronarse, el estafador suele recurrir a la adquisición de empresas cuyo colapso amenaza con dejarlos con las vergüenzas al aire. Así, por ejemplo, FTX proporcionó una línea de crédito a BlockFi, un criptoprestamista afectado. También acordó comprar los activos de otro prestamista, Voyager Digital, para evitar su bancarrota.
Características particulares
Todos los defraudadores dejan su impronta en las estafas que cometen. En este caso destaca la total ausencia de contabilidad y documentación. Según relató el abogado encargado de la quiebra, los empleados enviaban solicitudes de pago a través de una plataforma de «chat» en línea y los supervisores las aprobaban con emojis personalizados. Además, Bankman-Fried se comunicaba a través de aplicaciones que estaban configuradas para eliminar automáticamente las conversaciones tras un corto período de tiempo y alentaba a sus empleados a hacer lo mismo.
El abogado ha encontrado que la mayoría de los estados financieros no fueron auditados. Y los que estaban auditados habían sido inspeccionados por Prager Metis, una firma de contabilidad que opera en el mundo virtual, en la plataforma de metaverso Decentraland. Todo ello le hacía albergar serias dudas sobre la veracidad de la documentación aportada por la compañía.
Daños colaterales
Muchas criptoempresas pueden estar expuestas a FTX al tener activos en la plataforma o poseer FTT, la moneda nativa de FTX, que la semana pasada perdió un 94%. Genesis Block, una de las redes de cajeros automáticos de bitcoin más grandes de Asia, por ejemplo, dijo que cerraría su portal de comercio extrabursátil el 10 de diciembre.
Otros inversores como Softbank Group's Corp y Sequoia Capital han reducido a cero sus inversiones en la plataforma, ya que las ondas de la bancarrota de FTX continúan sintiéndose en todo el mundo. Nadie sabe realmente hasta dónde habrá llegado la onda expansiva de esta quiebra.
Y ahora, a por las gangas
La valoración de las empresas de tecnología financiera que cotizan en bolsa ha caído un 70% en 2022. Grandes plataformas como Facebook, Amazon o Twitter han despedido a una parte importante de sus plantillas. La coyuntura ha cambiado y esta quiebra dejará muy tocado a todo el sector tecnológico.
Este declive, sin embargo, es una oportunidad para las compañías saneadas. Los principales bancos comerciales ya han empezado a comprar gangas. Tras la debacle llega la concentración del sector.