Asus 84 años, Jerzy Skolimowski es un superviviente del cine polaco de los años 60, que dio nombres como los de Andrzej Wajda, Jerzy Kawalerowicz, Roman Polanski, Wojciech Has, Andrzej Munk o Krzystof Zanussi. Grandes maestros que lo tuvieron difícil para seguir con sus carreras fílmicas después, y así Skolimowski se mudó al cine británico, donde siguió dando muestras de su talento con títulos como ‘El grito’ (1978) o ‘Trabajo clandestino’ (1982). Pero de eso ha pasado mucho tiempo, más aún de sus prometedores comienzos con títulos imperecederos como ‘Walkover’ (1965) o ‘Barrera’ (1966). En medio quedan un sinfín de proyectos que se quedaron en el aire, y tal vez por esa decepción en el terreno de las coproducciones internacionales, Skolimowski ha terminado por regresar a su país de origen.
Y lo más sorprendente de todo es que no ha perdido las ganas de experimentar y de morir arriesgando. ‘Eo’ (2022) podía haber sido un homenaje en toda regla al clásico de Robert Bresson ‘Au hasard Baltazhar’ (1966), pero Skolimowski no se conforma con eso, y quiere contar la historia de su propio burro, otro distinto, pero igualmente testigo silencioso de la crueldad humana para con los animales y sus semejantes.
La diferencia estriba en que Eo también observa a otras especies animales, y diríase que entre los de cuatro patas también se establecen clases. El pollino parece sentir justos celos de lo bien que cuidan a los caballos en los establos, mientras que para él se reservan los palos. Muy alusiva al respecto es la secuencia en que viaja en un estrecho transporte rodante, y a través del ventanuco contempla a los caballos que corren libres por el campo. El sentimiento de nostalgia le afecta igualmente, con los recuerdos de su joven dueño y sus comienzos en el circo, alejados ya del calvario que le ha tocado sufrir en vida.