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Alemania ha cerrado el año 2022 con una inflación récord del 7,9%

Alemania registró el año pasado una tasa media de inflación de 7,9%, un récord en los últimos 70 años. Unas cifras en las que destaca el encarecimiento de «los productos energéticos y alimentarios desde el inicio de la guerra en Ucrania».

El canciller alemán, Olaf Scholz.
El canciller alemán, Olaf Scholz. (JOHN MACDOUGALL | AFP)

El índice promedio de la inflación en Alemania se situó en 2022 en el 7,9%, una tasa anual significativamente superior a la de años anteriores–en 2001 fue del 3,1%–, según los datos definitivos publicados por la Oficina Federal de Estadística (Destatis).

Según la presidenta de este organismo, Ruth Brand, «la históricamente elevada tasa de inflación anual se debió principalmente al extremo aumento de los precios de los productos energéticos y los alimentos desde el comienzo de la guerra en Ucrania».

Las tasas mensuales de inflación fueron elevadas a lo largo de todo el año, alcanzaron en setiembre el 10% y el valor más alto en octubre, con un 10,4%.

Según Brand, «los efectos extraordinarios derivados de la crisis y la guerra, como los cuellos de botella en el suministro y los notables aumentos de precios en las fases económicas intermedias, marcaron todo el curso del año».

«Aunque estos aumentos de precios no se trasladaron totalmente a los consumidores, la energía y los alimentos, sobre todo, se encarecieron notablemente para ellos», ha agregado.

Medidas de alivio

Las tasas de inflación mensual excepcionalmente elevadas se vieron temporalmente mitigadas por la adopción de medidas de alivio.

Entre estas medidas figuran el billete mensual subvencionado a 9 euros para el transporte público, el descuento en los carburantes, la supresión del recargo para financiar las energías renovables, la reducción del IVA del gas y la calefacción urbana y el pago único por parte del Estado de la factura del gas y de la calefacción del mes de diciembre.

Los productos energéticos se encarecieron significativamente –un 34,7%– en 2022 respecto al año anterior, tras un incremento del 10,4 % en 2021. La energía doméstica subió un 39,1%, particularmente el gasóleo ligero de calefacción –un 87,0%– y el gas natural –un 64,8%–, pero también la electricidad –un 20,1%–, mientras que los carburantes se encarecieron de media un 26,8 %. Sin tener en cuenta el impacto de la energía, la tasa de inflación anual se situó en el 4,9%.

Los precios de los alimentos aumentaron un 13,4%, después de que en 2021 lo hicieran un 3,2%. Todos los grupos se vieron afectados, con la subida más destacada para las grasas y aceites, un 36,2%.