Tras una intensa labor de apertura de caminos durante una década, desde 2013 a este 2023, el Foro Social Permanente ha tomado la decisión de dar por finalizada su etapa de trabajo. Lo hará oficial este sábado en un acto en Durango. Posteriormente todavía habrá alguna aportación final, que queda por concretarse.
Esta decisión ha sido adoptada por las diecisiete entidades y personas a título individual que componen el Foro, tras un proceso de debate iniciado en junio y al que se refería su coordinador, Agus Hernán, en esta reciente entrevista en NAIZ-GARA. En ella ya exponía que de las doce recomendaciones adoptadas por el primer Foro Social de marzo de 2013, once se han cumplido o están maduras para materializarse.
Respecto a las cuestiones pendientes de resolución –en ámbitos como las personas presas, la memoria o la discriminación de las víctimas del Estado–, el Foro entiende que deben afrontarse con «nuevos instrumentos».
Logros en cuatro áreas
El Foro divide los avances conseguidos en cuatro áreas concretas, que han sido las que han marcado su agenda de trabajo en este tiempo, y especialmente en la última fase como Foro Social Permanente desde 2016.
Una de ellas es el desarme civil y disolución posterior de ETA, culminados en 2017 y 2018 «dentro de los estándares internacionales», remarca.
En lo que atañe a las víctimas, su diagnóstico es que se ha «empezado a concretar el consenso en torno al derecho de todas las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación», tras superarse puntos de fricción anteriores como los «ongi etorris». Añade que se ha puesto sobre la mesa el tratamiento «asimétrico» que sufren las víctimas del Estado, lo que se acredita en las leyes de reconocimiento y reparación de la CAV y Nafarroa, los informes oficiales sobre tortura o las reacciones a declaraciones justificativas de la guerra sucia.
En el ámbito de las personas presas, al fin de la dispersión le suma que se haya logrado «un marco definido para su resolución», que se concreta en elementos como el desmontaje de la excepcionalidad, la aplicación ordinaria de grados y libertades condicionales, el respeto al dolor de las víctimas o la proactividad de estos presos y presas.
En cuarto lugar sitúa la cuestión de la memoria, en la que destaca que «el impulso del relato único está agotado» y que emergen otros criterios compartidos, como que el pasado debe ser afrontado de modo «inclusivo, crítico y nunca autojustificativo».
Una década
La trayectoria del Foro Social hunde sus raíces en un Bake Foroa organizado por Bake Bidea y Lokarri en Biarritz en diciembre de 2012. Le siguieron los dos primeros «Foros Sociales» en 2013 y 2014 en Bilbo e Iruñea, de los que emanaron una serie de recomendaciones que han sido determinantes para soltar nudos entonces muy enredados.
Cuando Lokarri dio por concluida su andadura en 2015, una tercera edición del Foro Social se centró en el desarme.
De allí partieron una serie de reflexiones dinamizadas por la ONG Conciliation Resources, dando forma final al Foro Social Permanente. Se presentó en Aiete en el quinto aniversario de la Conferencia y ha estado integrado por personas a título individual junto a organizaciones de la sociedad civil como ELA, LAB, CCOO, Steilas, ESK, Ahotsak, Bake Bidea, Baketik, Paz con Dignidad, Sare, Etxerat, Egiari Zor, Gernika Batzordea, Bilgune Feminista, Herri Eliza, Antxeta Irratia y Hitz & Hitz.
A ese tercer foro sobre desarme le siguió un cuarto sobre personas presas, huidas y deportadas, y también un quinto sobre derechos de las víctimas.
En el último año todas estas labores se han completado con diez recomendaciones sobre memoria (presentadas el pasado 17 de diciembre) tras recabar aportaciones en dos foros ciudadanos plurales discretos y en los encuentros públicos ‘Ustekabean topo-Diálogos improbables’.
Del Foro han emanado también iniciativas como Behatokia (observatorio de la política carcelaria integrado por juristas); se han promovido espacios de encuentro como ‘Hitzorduak’ o ‘Entzunaz bizikidetza eraikiz’ (con víctimas de diferentes violencias); y se han materializado programas como ‘Cartografía integral del sufrimiento’.