Huelga médica para romper la exclusividad y subir salarios
El Sindicato Médico de Navarra, reforzado después de tres asambleas, ha convocado una huelga indefinida para el 1 de febrero. El Gobierno, temeroso de una crisis así con las elecciones prácticamente encima, ha accedido ya a la más discutida de sus reivindicaciones: la eliminación de la exclusividad.
La sanidad navarra vive en crisis de dimensiones desconocidas. La situación no era la mejor antes de la pandemia y el sobreesfuerzo pasó factura. Las listas de espera se han disparado a cotas no vistas, cerca de las 60.000 personas. El 1 de febrero arrancará una huelga indefinida de médicos, tras ratificarse la decisión en varias asambleas celebradas por el Sindicato Médico de Navarra (SMN). De no cerrarse un acuerdo rápido, Nafarroa se verá con una situación sanitaria realmente compleja, en vísperas de elecciones.
Todos los sindicatos presentes en Osasunbidea apuestan por una intervención de calado, al igual que las asociaciones en defensa de la Salud Pública. Están de acuerdo en que hacen falta más medios humanos y económicos, un mejor sistema de reparto de cargas de trabajo y cambios retributivos. Pero el SMN va a la huelga en solitario, sin buscar frente común y con demandas que el resto de sindicatos no es que no compartan, sino que se posicionan radicalmente en contra. El SMN quiere un diálogo a dos: Gobierno y comité de huelga, sin pasar por la mesa sectorial. La estrategia ya les funcionó, en 2019, con este mismo gobierno.
El SMN quiere un diálogo a dos: Gobierno y comité de huelga, sin pasar por la mesa sectorial.
Lo esperable, en una situación tan compleja para la Sanidad Pública, sería una movilización más amplia, que abarcara a todo el colectivo sanitario, y que fuera respaldada por la sociedad comprometida. Una marea blanca, o como se le quiera denominar. Algún destello se ha visto en Sakana y Bortziri. Pero el Sindicato Médico no está en esa clave.
La demanda más controvertida del SMN es que se continúe pagando a los médicos el complemento de exclusividad, un 50% de su base salarial, pero poder trabajar por lo privado. Esto es, sin cumplirlo. La petición resulta no concuerda con el resto de reivindicaciones. Denuncian sobrecarga de trabajo mientras piden libertad para trabajar para otras empresas.
Sin embargo, está siendo esta, la reivindicación que menos consenso genera en cuanto a su idoneidad, la que podría salir adelante. La consejera Santos Indurain ha adelantado que llevará la medida al Parlamento, y luego ya la propia presidenta, María Chivite, ha adelantado que están dispuestos a quitar la exclusividad.
El razonamiento según el cual el Gobierno se abre a dar por buena la reivindicación no se ha expuesto con claridad. Chivite ha confesado que cederían solo por un motivo: parar la huelga. Geroa Bai, su socio, sostiene que así se ganaría competitividad y se atraerían más médicos.
Sorprende la firmeza con la que actúa Geroa BAi. En la CAV, este concepto de exclusividad se eliminó, aunque la última semana empieza a hablarse de la posibilidad de recuperar la medida. El PNV parece dispuesto a recapacitar, mientras que EH Bildu y Podemos están decididamente a favor de blindar a los médicos de Osakidetza para evitar conflictos de interés.
Resulta entendible que alguien haya concluido en el Gobierno de Nafarroa que, de todo cuanto exige el SMN, devolver a los médicos la posibilidad de trabajar para la sanidad privada sea lo más sencillo, lo más barato. Según se mire, al Gobierno le sale gratis, pues el complemento ya lo está pagando. No tiene que invertir ni reforzar nada. Si se escucha al sindicato, que haya que médicos pasen consulta privada por la tarde puede aliviar las listas de espera. Según ha explicado Alberto Pérez, el secretario general del SMN a NAIZ: «Si durante tu jornada laboral haces una buena labor, tienes unos buenos resultados y cumples objetivos, ¿por qué te van a menguar el sueldo por lo que hagas en tu tiempo libre?».
Un complemento creado en 1992
Que los médicos sean libres para pasar consulta en su tiempo libre es un modelo que ya existió. Fue en 1992 cuando se decidió que deberían trabajar solo para Osasunbidea. Entre los motivos que sustentaban aquella decisión estaban las malas praxis. Esto es, facultativos que atendían a pacientes en el sistema público y los desviaban hacia sus consultas privadas. Y lo mismo en sentido contrario, gente que gracias a acudir a una consulta privada consigue beneficios cuando ese mismo médico al que paga le atiende en el sistema público. No se trata de que los médicos sean mejores o peores que nadie, sino de conflictos de intereses palmario.
La consejera Indurain empieza, de hecho, a incluir matices sobre la exclusividad pues afloran espinas. Habla de mantener blindajes a médicos con puestos clave, como las jefaturas. La forma en que lo quieren eliminar no está del todo afinada y las negociaciones continúan.
Indurain se ha comprometido a defender en el Parlamento lo que acuerde con el comité.
Quitar la exclusividad requiere de una votación parlamentaria. Indurain se ha comprometido a defender allá lo que acuerde con el comité de huelga. La iniciativa tiene visos de prosperar gracias a Navarra Suma, que respalda a pies juntillas al SMN, aunque tan cerca de elecciones, todo es susceptible de cambiar.
En cualquier caso, la idea de que la exclusividad fuera el caramelo que detuviera la huelga no ha funcionado. Los médicos se saben fuertes, porque lo son. Ahora quieren el fin de la exclusividad y más.
En 2019 consiguieron doblegar al Gobierno con el mismo esquema. Yendo a la huelga solos para apartar de las negociaciones al resto de sindicatos. Lograron en aquella ocasión nuevos pluses de «productividad variable» cuando atienden a más pacientes de los que les corresponde, aun cuando sea en su horario de trabajo.
El modo en que hoy se paga a los médicos es enrevesadísimo. Guardias, peonadas, complementos específicos, productividades de uno u otro tipo. La Cámara de Comptos lo analizó en 2019 y dio cuenta, en su análisis, de varios pagos indebidos a causa de errores humanos fruto de su complejidad. Y, además de complicado, tiene fallos. Hay quien los conoce y abusa de ellos.
Los funcionarios que más cobran de la Administración navarra son, precisamente, varios médicos. Se sabe que en 2020, un médico cobró 173.662 euros en pluses, además de su salario. Ingresó ese dinero pero las cuentas de cuántas horas metió no cuadran. Tal cantidad es más del doble que el salario de María Chivite (78.597). Cinco más superaron en la parte de su salario variable los 100.000 euros. Y son 68 los profesionales que superaron en concepto variable los 50.000 euros.
Los gastos en productividad se están desbordando. Lo hacían antes de la pandemia y siguen disparándose después de superarse el momento crítico. Se han quintuplicado en siete años.
El sindicato LAB, mayoritario en Osasunbidea, sostiene que poner fin a la exclusividad sería un error por motivos antes apuntados. Y un desvío de atención sobre la crisis real. Según expresa Iban Irisarri, lo que se precisa es un nuevo modelo retributivo y un replanteamiento de las cargas de trabajo, empoderando a distintos estamentos –Enfermería, personal administrativo...– de modo que puedan liberar a los médicos de tareas menos especializadas que les cargan la agenda.
SATSE, central de Enfermería, denuncia que el camino emprendido por el SMN aboca a «agravios comparativos» con otros profesionales. Coincide con LAB en que, la solución no puede pasar por acuerdos con el comité de huelga de una parte, sino que la canalización de una necesaria remodelación del sistema, que solucione las legítimas demandas del colectivo médico, pasa por la mesa sectorial.