No es ningún secreto que la ciudad deportiva de Anoeta, de propiedad municipal, necesita urgentemente una importante inversión para ser regenerada. El estadio se ha reformado gracias a la aportación millonaria de su principal usuario, una Real Sociedad que se lo puede permitir gracias a su músculo económico. Pero otras instalaciones, necesarias para deportes con menos euros en sus arcas, aguardan desde hace tiempo un lavado de cara que no llega.
Falta de calefacción, humedades, goteras, vestuarios inadecuados… Los problemas son una constante en el polideportivo Josean Gasca, el frontón Atano III, el velódromo o el parche que supone la plaza de toros. En la cercana campaña electoral volverán a aflorar las promesas para disfrutar de un pabellón multiusos en condiciones, sea nuevo o sea acondicionando Illunbe.
También está aprobada la reforma del miniestadio, que en teoría se iba a comenzar a finales de 2022 o principios de 2023. Por ahora no se aprecia trajín de obras. El césped, que se emplea principalmente para la práctica del rugby, da ganas de llorar. No drena, se encharca y se convierte en un barrizal putrefacto e insalubre. E incrementa el riesgo de lesiones, por su irregularidad. El tema, con altibajos, viene de lejos.
Reunión el 26 de enero
El pasado 26 de enero se reunieron representantes del Ayuntamiento y del Bera Bera, usuario de la instalación, junto a técnicos de las instalaciones y de jardinería. Igor Etxeberria, gerente del club, manifestó al término del encuentro que según los técnicos de jardinería la solución pasa por levantar y replantar el césped cada cuatro años. «Eso costaría como mínimo 200.000 euros, pero desde el Ayuntamiento nos dicen que no hay dinero para reponerlo», apuntó en declaraciones recogidas por ‘El Diario Vasco’.
El problema es que no existe alternativa en toda la ciudad. El campo de Aiete, propiedad privada del Atlético San Sebastián, también está fuera de juego hasta que terminen las obras actuales. Para entrenar está Puio, de hierba artificial, pero ahí no se pueden jugar partidos, es peligroso.
Leire Landa, directora gerente de Donostia Kirola, puso la pelota en el tejado del club. «No tiene solución por ahora. En su día el responsable de la jardinería le recomendó al Bera Bera que había que hacer uno o dos parones al año, y eso no se ha respetado».
Unas palabras que no han sentado nada bien en el seno del club, que se ha tomado un plazo de casi dos semanas para no responder en caliente. En una nota publicada este jueves se subraya que «es muy preocupante que la principal conclusión de la responsable de Donostia Kirola sobre el mal estado del campo sea echar la culpa al Bera Bera, cuando el técnico de la empresa Tecnatura recalcó en esa reunión que el principal problema del estado del campo son los años y las deficiencias que tiene, además de un uso excesivo que ningún campo de hierba natural soportaría».
Campo sin homologar
Se destaca además que el club ha detenido en muchas ocasiones su actividad en el miniestadio, por lluvias intensas o por tareas de mantenimiento. «Paradas en las que nunca hemos recibido ninguna alternativa, es decir, nos quedábamos sin entrenar o nos teníamos que desplazar a Hernani, Zarautz… En los últimos meses no se nos ha pedido realizar ningún parón, es más, hemos sido nosotros quienes hemos propuesto y hemos parado un mes estas Navidades para que se pudiera acondicionar el campo. Por cierto, recordamos que en el año 2020, debido a la pandemia de la covid-19, ese campo no fue utilizado al menos durante 8 meses».
A juicio de Bera Bera, el «gran problema de fondo es que en Donostia no existe una instalación municipal exclusiva de rugby». Se construyó un campo en Puio en el que «el fútbol tiene total prioridad hoy en día», y además no cuenta con la homologación necesaria para acoger partidos de rugby, por temas de seguridad. El futuro campo de Merkear, en Altza, también estará destinado a un uso mixto, y las infografías del proyecto parecen subsanar algunas de las deficiencias de Puio.
Bera Bera remarca que lleva más de treinta años reclamando una instalación apropiada para este deporte «y asumiendo gastos económicos mayores que otros clubs, entrenando en peores instalaciones y sin posibilidad de poder crecer ni realizar una mejor promoción del rugby, que es lo que nos gusta y a lo que nos dedicamos, no a mantener campos. Estamos dispuestos a colaborar con el Ayuntamiento en la búsqueda de soluciones provisionales y definitivas a este problema, pero lo que no vamos a admitir a estas alturas es que se nos haga responsables de esta situación».