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La Fiscalía mantiene la petición de pena, porque el marido de Ana Delgado quería matarla

El Ministerio Fiscal ha mantenido la petición de pena para el acusado de intento de asesinato a Ana Delgado a manos de su marido en Azagra y no ha aceptado ninguno de los atenuantes, dando por probado que ella no pudo defenderse y que la pretensión de él era matarla.

Ana Delgado, durante el proceso de convalecencia, en una entrevista a ETB.
Ana Delgado, durante el proceso de convalecencia, en una entrevista a ETB. (EITB)

En vista de que la víctima de la brutal agresión machista de Azagra, Ana Delgado, no pudo defenderse y de que su marido quería matarla, la Fiscalía ha decidido mantener su petición de pena.

En su exposición de conclusiones en la tercera y última jornada del juicio, ha defendido que se trata de un intento de asesinato y no de homicidio, puesto que «el ataque fue imprevisible para ella» y no tuvo capacidad de defensa, como demuestran los golpes que recibió y la posición en la que se encontraba ella.

La Policía Foral, ha recordado, explicó que la primera agresión se produjo «en el suelo, entre la pared y el rincón», porque es ahí donde menos sangre había y posteriormente con el brazo roto, él en una posición superior y con un bastón de metal, no le permitió levantarse, tan solo arrastrarse a la cama, donde recibió el resto de golpes.

Además, ha señalado, queda demostrado que fue un ataque sorpresivo, puesto que no existen golpes en la mano ni en la parte frontal, cuando lo lógico, si se hubiese esperado los golpes, habría sido que ella «se hubiese colocado en una posición defensiva e intentase pararlo».

«Intención de matar en todo momento»

Ha defendido el fiscal que «la intención de matar se produjo en todo momento» y si ella sigue viva, fue porque él «pensó que la había matado», como demuestra que no llamó a los servicios de emergencia, ni buscó ayuda y que «después fue a la Policía Foral y dijo que la había matado».

En este sentido, ha mencionado que tanto las heridas de la mujer como las marcas en la pared reflejan que se trató de múltiples golpes «dirigidos a la cabeza y con un objeto suficientemente contundente para causar la muerte».

Ha considerado el fiscal que no existe confesión de los hechos, ya que partiendo de que él afirma no recordarlos, es imposible que esta se haya producido, no siendo suficiente, a su juicio, que acudiese a la Policía Foral y dijese que había matado a su mujer.

Además, ha asegurado, «no solamente no ha habido colaboración, sino que el acusado ha torpedeado la investigación», puesto que «se ha negado a hacer la prueba pericial psicológica», que es «imparcial».

En este sentido, ha visto incomprensible que si pensaba que los hechos fueron producto de que estaba «muy mal de la cabeza», tendría que haber querido someterse a cualquier perito considerando que pide una pericial de parte, porque «ni el acusado se cree lo que está diciendo».

A juicio del fiscal, esta pericial «tiene lagunas», ya que «las peritos en ninguno de los casos cuestionan el relato del acusado», el análisis «no escarba en los motivos» y «no explicaron de dónde viene ese trastorno», ya que había pasado por anterioridad por un proceso de separación matrimonial y aunque es evidente que existía un conflicto, él no hace nada por resolverlo.

Ha considerado el fiscal que no se cumplen tampoco las condiciones para aplicar el atenuante de reparación del daño, puesto que, aunque el acusado ha depositado 120.000 euros, es necesario, según sentencias del Tribunal Supremo español, que «el acto reparatorio resulte suficiente desde el punto de vista de la víctima y no del acusado».

Ha aludido a contradicciones en el relato del acusado, como que afirmase que la mujer le atacó con un espejo cuando este «está entero» y ni los agentes ni la hermana de la víctima vieron cristales en el lugar.

Tampoco ha aportado ninguna explicación sobre el bastón con el que golpeó a la víctima, señalando solo que no se encontraba en la habitación, con lo cual ha concluido el fiscal, que se desmonta que fue un arrebato, porque «o lo subió con la intención de agredir o mantuvo esa discusión, bajó, cogió el bastón y subió», llevándole esto demasiado tiempo.

No coincide asimismo la versión del acusado de que salió de la habitación agarrándose del pasamanos con las gotas de sangre de las escaleras, ya que «están debajo del pasamanos» lo que indica que «llevaba el bastón en la mano izquierda y no se podía apoyar en el pasamanos».