Rusos y ucranianos denuncian falta de apoyo de sus mandos en la carnicería de Bajmut
El jefe de los mercenarios rusos y soldados ucranianos denuncian falta de apoyo y munición entre informes sobre el agotamiento de arsenales en ambos bandos. Unos y otros mueren en una carnicería en una batalla, la de Bajmut, con más valor simbólico y táctico –concentrar al enemigo– que estratégico.
Los soldados ucranianos en el frente de Bajmut, en el Donbass y epicentro actualmente de la guerra, se sienten desprotegidos ante la oleada incesante de bombardeos y ataques rusos.
El medio ‘The Kyiv Independent’ ha recogido testimonios de más de una docena de soldados ucranianos en la zona, que describen el frente como «una picadora de carne», por el alto número de bajas en ambos bandos.
Durante las breves visitas que hacen a la cercana ciudad de Kostiantynivka, los soldados de infantería ucranianos han explicado a ese medio que batallones mal entrenados y sin preparación fueron arrojados a la primera línea «para sobrevivir lo mejor que pudieran» con el escaso apoyo de vehículos blindados, morteros, artillería, drones e información táctica.
«No recibimos ningún apoyo», narra un soldado que se presenta como Serhiy, sentado con su amigo, que dice llamarse igual.
Según el medio ucraniano, algunos se quejan de falta de coordinación y de conciencia sobre la situación en el frente, y también de la escasez extrema de municiones y de tener que usar armas que se remontan a la Segunda Guerra Mundial.
Los drones también son escasos y se están perdiendo a ritmos muy altos.
«El batallón llegó a mediados de diciembre... entre todos los diferentes pelotones éramos 500», dice Borys, un médico militar de la región de Odesa que lucha alrededor de Bajmut. «Hace un mes, éramos literalmente 150», confiesa.
«Cuando sales a la posición, ni siquiera hay una probabilidad del 50/50 de que salgas de allí (vivo)», asegura otro soldado. «Es más un 30/70».
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha reconocido que la batalla del Donbass es «una de las más difíciles, dolorosas y complicadas» de la guerra, sobre todo en torno a Bajmut, nudo de comunicaciones cuyo control podría permitir a los rusos establecer un corredor seguro en el este de Ucrania para trasladar soldados y armas.
Críticas de Wagner
Tampoco pintan bien las cosas para los mercenarios de Wagner, fuerza de asalto en la ofensiva y que engrosan sus batallones con miles de presos reclutados a cambio de su libertad.
El jefe de Wagner, el empresario Yevgueni Prigozhin, ha advertido de que si sus mercenarios se repliegan de Bajmut, «se desmoronará todo el frente (...) hasta las fronteras de Rusia y, quizás, más allá».
Prigozhin asegura que sus hombres siguen sin recibir la munición prometida por el Ministerio de Defensa de Rusia. «En lo que se refiere a la munición, el 22 de febrero por la tarde se firmaron los documentos, el 23 de febrero fueron impartidas las órdenes de envío, pero hasta hoy no se ha enviado gran parte de la munición», ha afirmado, para añadir que está intentando averiguar si la causa de esta dilación es «simple burocracia o traición».
Avances o agotamiento
Los servicios secretos británicos aseguran que se están desplegando carros de combate antiguos de hace 60 años (T-62) «con muchas vulnerabilidades» para intentar compensar sus pérdidas en el campo de batalla.
Más aún, añaden que las fuerzas rusas están mal equipadas y que algunos combatientes están armados «solo con palas».
Pese a ello, en su informe diario, la inteligencia británica reconoce pequeños, pero insistentes avances rusos en Bajmut, incluida la destrucción de dos puentes estratégicos, uno de ellos «vital» para conectar la ciudad con la última ruta de suministro que lleva a Chasiv Yar.
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) confirma que «las fuerzas rusas parecen haber asegurado una ventaja posicional suficiente para cercar ciertas partes de Bajmut» y aventura que las fuerzas ucranianas están tratando de establecer las condiciones necesarias para una retirada «controlada» del este de la ciudad.
Por contra, el experto militar ucraniano Serhiy Grabskiy apunta a signos de que la ofensiva rusa estaría ralentizándose y podría haber alcanzado su «pico» de intensidad sin que las fuerzas del Kremlin hayan conseguido hacerse con el control de la ciudad.
Grabskiy, un coronel en la reserva que sirvió en misiones de la ONU en Irak y la antigua Yugoslavia, augura que, «una vez reciban apoyo y hagan rotaciones, es posible que las fuerzas ucranianas resistan la ofensiva rusa un par de días más y después, comiencen un contraataque empujando al enemigo» a retroceder.
Congelar otros frentes
El jefe de Wagner, que aseguró el pasado fin de semana que sus mercenarios tienen el control total de la estación ferroviaria de Stupki, al norte de Bajmut, ha insistido en que, por una parte, «avanzamos y los demás (los militares) se ven obligados a seguirnos para no quedar retratados» y, por otra, «atraemos a todo el Ejército ucraniano y no le permitimos concentrarse en otros sectores del frente».
Es el mismo argumento que utiliza el Ejército ucraniano para justificar su numantina resistencia en Bajmut.
Lo cierto es que fuentes pro-rusas de Zaporiya, en el sur, afirman que el Ejército ucraniano han reforzado sus posiciones con varios miles de soldados, lo que augura una ofensiva «a fines de marzo o principios de abril».
Esa anunciada ofensiva tendría como objetivo cortar la conexión terrestre entre Crimea y el Donbass. Para ello, el objetivo ucraniano serían Melitopol y Mariupol, en la orilla del Mar de Azov.
El alcalde ucraniano de Melitopol, Ivan Fedorov, ha asegurado desde el exilio que el Ejército ucraniano habría destruido dos bases militares rusas en la ciudad con «cientos de soldados muertos».
Más allá de realidades o de propaganda, y de vuelta a Bajmut (Artiomovsk para los rusos), todo apunta a que esta batalla se ha convertido en prioritaria, por lo simbólico, para ambos bandos. Para Ucrania, para mostrar su férrea resistencia, y para Rusia, para reivindicar su primera victoria militar en siete meses.
Igor Strelkov, el comandante ruso que lideró la sublevación armada en el Donbass hace nueve años, pone en duda el carácter decisivo de los combates por Bajmut para el futuro equilibrio de las fuerzas y asegura que solo llevan a grandes pérdidas en ambos bandos.