‘Todo a la vez en todas partes’ tranquiliza unos Óscar inmovilistas
Los Óscar se rinden a ‘Todo a la vez en todas partes’, que gana en casi todas las categorías principales y hace historia con la estatuilla a Mejor Actriz para Michelle Yeoh, primera persona asiática en conseguirla. Sin embargo, los galardones están lejos de cualquier diversidad real.
Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guion Original, Mejor Actriz para Michelle Yeoh, Mejor Actriz y Actor de Reparto para Jamie Lee Curtis y Ke Huy Quan, y Mejor Montaje: ‘Todo a la vez en todas partes’ se ha llevado siete de las once nominaciones a las que optaba. Su triunfo absoluto quiebra la tendencia de los últimos quince años de repartir los galardones sin monopolios y nos devuelve a la noche en la que ‘Slumdog Millionaire’ se adjudicó ocho caballeros dorados.
Tampoco sorprende: antes del Óscar, la cinta arrasaba en los Indie Spirits, los Gotham, los premios del Círculo de Críticos, del Sindicato de Productores y de Actores y se convertía rápidamente en la película más galardonada de la historia, por delante de ‘El retorno del rey’ de Peter Jackson, que tiene 213 estatuillas. A los 342 premios de los Daniels, ayer le sumamos los siete de la Academia, que se entienden más como una cereza que como un descubrimiento.
‘Todo a la vez en todas partes’, éxito rotundo también en taquilla (14 millones de dólares de presupuesto y 107 recaudados), sirve como salvoconducto de una institución que lleva años buscando reencontrarse con el público. Para recuperar una audiencia menguante, los premios primero trataron de incorporar el galardón a Mejor Película Popular, luego recortaron todas las categorías ‘poco interesantes’ (sic) de la emisión televisiva. Nada funcionaba… Hasta el manotazo de Will Smith en la edición pasada, que hizo subir los visionados un 60% respecto al año anterior.
Más inclusión, sin cambios reales
El gran hito de la noche fue para Michelle Yeoh, superheroica madre multi-pluriempleada en la película de los Daniels. Yeoh, de origen malasio, ha sido primera mujer asiática en hacerse con el galardón a Mejor Actriz y la segunda mujer no blanca en conseguirlo (Halle Berry la precedió en 2002, gracias a su papel en ‘Monster's Ball’). La actriz dedicaba el premio a «todos los niños y niñas que se parecen a mí, que me están viendo esta noche. Este es un faro de esperanza y posibilidades».
Ciertamente, 2023 ha dado a sus premios Oscar un aspecto agradable y diverso. Ke Huy Quan, niño prodigio en ‘Indiana Jones’ y ‘Los Goonies’ rescatado por los Daniels, recibía su premio entre lágrimas: «Pasé un año en un campo de refugiados y, de alguna manera, terminé aquí, en el escenario más grande de Hollywood. Dicen que historias como esta solo pasan en las películas. No puedo creer que me esté pasando. ¡Este, este es el sueño americano!». Al rato, el reparto de ‘RRR’, fenómeno indio que ha cautivado por la garra de su alegato nacionalista y profundamente anti-imperialista, pisaba el escenario del Dolby Theatre para despertar los aplausos de un público mayoritariamente caucásico (el 85% de los nominados lo era). El espectáculo –brutal, por otra parte– quedaba como postalita exótica para disfrute y gratificación de todos.
En 2020 la organización anunció que, para 2024, establecería una nueva normativa que promoviera la diversidad delante y detrás de las cámaras, lo cual se percibió en su momento como un ataque frontal a la libertad creativa. Janet Yang, nueva presidenta de la Academia, admitía poco antes de la gala que la reforma es más simbólica que efectiva y que, a pesar del filtro, «aún serían calificables todas las nominadas de este año a Mejor Película». Eso incluye la cinta bélica repleta de hombres blancos ‘Sin Novedad en el frente’, segunda gran ganadora de la noche con cuatro premios: Mejor Película Internacional, Banda sonora, Fotografía y Diseño de producción.
Las grandes olvidadas
Con los récords ofrecidos por ‘Todo a la vez en todas partes’, la Academia pudo apuntarse algunos tantos que maquillan pero no corrigen la negligencia interseccional enquistada del cuerpo de votantes. De las nominaciones, solo el 27% correspondía a las mujeres que, por otra parte, ni se acercaron a la categoría de Dirección, a pesar del consenso aparente sobre la excelente mano de Maria Schrader (‘Al descubierto’), Gina Prince-Bythewood (‘La mujer rey’) o Charlotte Wells (‘Aftersun’). Sarah Polley, directora y guionista de ‘Ellas hablan’, recogía el galardón a Mejor Guion Adaptado con acidez: «Solo quiero agradecer a la Academia por no ofenderse mortalmente por las palabras ‘mujeres’ y ‘hablando’, así, tan juntas» (‘Ellas hablan’ tiene por título original ‘Women Talking’, ‘mujeres hablando’).
La categoría de Película Internacional ha venido marcada por el eurocentrismo, con solo un título no europeo (‘Argentina 1985’ del argentino Santiago Mitre) y cinco éxitos consagrados de autor: el belga Lukas Dhont con ‘Close’, el polaco Jerzy Skolimowski con ‘EO’ y el irlandés Colm Bairéad, que ha triunfado en festivales con el debut ‘The Quiet Girl’. La ausencia de grandes hazañas venidas de Cannes y Venecia, como ‘Decision to leave’ de Park Chan-wook o ‘Saint Omer’ de Alice Diop, desvela la necesidad de ampliar la lista de contendientes de cinco a diez títulos; un mínimo para un premio que, por un descarte excesivo, es siempre injusto.
Las reglas del juego están cambiando
Después del altercado de Will Smith y aún lejos de cualquier paridad, la gala limitó el espacio para la protesta a breves observaciones y pullas del humorista anfitrión Jimmy Kimmel, y se centró en ser lo más clásica posible. El prototipo de ‘Óscar’, en efecto, se acerca mucho a la ceremonia elegante pero eficaz del lunes. Eso no nos salvó de gags incómodos (Oso Vicioso metiéndose con una muy confundida Malala), momentos diseñados sin vergüenza para el meme (el burrito de Colin Farrell) o discursos de recogida de una sensibilidad un tanto exagerada. A las cuatro de la madrugada, agradecíamos a Brendan Fraser, Mejor Actor por ‘La ballena’, que cerrase rápidamente su enésima homilía lacrimógena.
Todo sigue igual que siempre, aunque las reglas de juego van cambiando. Los protocolos que llevan a las películas y sus responsables a Los Ángeles no se han mantenido inmunes a las dinámicas de Internet. En febrero, la nominación de Andrea Riseborough por ‘To Leslie’ sorprendió a los medios y hasta la Academia de Hollywood estudió sus fondos por posible incumplimiento de las normas de candidatura. Al fin y al cabo, se nominaba una película que no había invertido millones en campañas de difusión entre académicos y que, sin embargo, había hecho mucho ruido gracias a la recomendación en redes sociales de celebridades como Kate Winslet o Cate Blanchett, también nominada. Es el caso contrario de Ana de Armas por ‘Blonde’, una película de estudio publicitada al uso y cuya victoria hacía semanas que se antojaba muy improbable. El presente de la industria del cine cambia y, con él, los Oscar deberían empezar a repensarse. Pero, ay, los gigantes se mueven lento…