Daniel   Galvalizi
Periodista

Vox monta un show decadente en el Congreso con un Tamames fuera de juego

La elección del casi nonagenario excomunista, visiblemente exhausto y sin ritmo
parlamentario, deja en ridículo al grupo de Abascal y su moción de censura. El circo
también es usado por Sánchez a su favor, contra el PP y para hacer rolar a Yolanda Díaz. Un pleno lleno de risas, ironías y patetismo.

Tamames, levantando el dedo para pedir la palabra.
Tamames, levantando el dedo para pedir la palabra. (Eduardo Parra | Europa Press)

Había solo dos jarras de agua en todo el hemiciclo, resaltaban por su brillante color gris metálico. Estaban en las mesas de los escaños del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y quien vino a la cámara a intentar sustituirlo, Ramón Tamanes. Era la primera imagen de la rareza de la jornada. Porque la jarra en el escaño de Tamames estaba ahí porque el candidato, de 89 años y medio, avisó la semana pasada a la Mesa del Congreso que no se veía a sí mismo en condiciones físicas para subir y bajar al estrado parlamentario a responder.

En la primera jornada de la moción de censura Tamames ha demostrado estar fuera de juego hasta dejar en ridículo su propio intento de investidura. Quien escribe estas líneas nunca había sido testigo presencial de un ambiente tal en el hemiciclo. Risas permanentes, miradas cómplices insólitas, cotilleo constante y algunos gritos y muchos, muchísimos, escaños vacíos. Nadie se tomaba en serio el show montado por la derecha radical para crispar y embestir.

La diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, lo ha dicho claro: «Somos 350 extras para rodar este especial. Para los que digan que PSOE y Vox se llevan mal, pues no hay cosas que unan más que un enemigo común. Esto no va de usted [mirando a Tamames], el candidato inimaginable. Reunirnos para una moción de censura muerta antes de nacer es una frivolidad. Aquí se esta haciendo campaña electoral».

Ese espíritu crítico, casi rabioso, que muchos diputados expresaron para con este proceso parlamentario que dispuso Vox lo ha querido hacer evidente desde el principio el propio presidente del partido ultra, Santiago Abascal. Ha sido el primer orador, como líder de los diputados proponentes de la moción, y ha tenido la posibilidad de darle un marco al debate. Y por supuesto que no la ha aprovechado.

Una y otra vez no ha parado de lamentar y victimizarse por el hecho que a la moción de censura se la llamó «esperpento, circo, fantochada». Ha conseguido sonsacar las primeras risas de la mañana al referirse al «código de vestimenta» de sus colegas diputados. Hasta los del PP se han permitido las risas, y el lado izquierdo, el abucheo.

Abascal ha hecho uso de la palabra las tres veces que el reglamento se lo ha permitido y, curiosamente, en ninguna ocasión Tamames lo ha aplaudido. Será porque pensaba que la ovación la tendría que tener solo él o simplemente por encontrarse perdido, el caso es que el legendario tránsfuga multipartidario desde el comienzo de todo este culebrón no ha dudado en exhibirse desconectado de Vox y de su ideario. Como le dijo Sánchez, él está más cerca del ideario del PP que del de sus rivales a derecha.

Cuando Tamames ha expuesto sus ideas se ha llevado algunas ovaciones de sus proponentes en las partes que tocaban el nervio nacional-populista: la unidad del Estado español, para él también indisoluble, y la presunta «sobrerrepresentación de los partidos nacionalistas y separatistas», para lo que reclama una reforma electoral. Un rato después, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, le daría un zasca antológico ejemplificándole por qué el PP y PSOE, y en algunas circunscripciones Vox, se benefician más de la sobrerrepresentación.

El patetismo de la escena de un hombre fuera de ritmo parlamentario y con visible poca energía para mantener un combate verbal con Sánchez se ha hecho grotesco cuando Tamames ha levantado la mano, con el dedo anular apuntando al cielo como si fuera un alumno de cole, mirando a Mertixell Batet para que le diera la palabra. La presidenta del Congreso se la ha concedido, él se ha quejado del «tocho de 20 folios» que estaba haciendo el líder del PSOE y Batet se ha visto obligada a recordarle que los discursos no se interrumpen.

Los diputados de Vox han celebrado los comentarios de Tamames con el mal gusto de poner en la pista a alguien que no podía soportar el baile

 

«No todos los papeles que nos dan se tienen que leer; si no, nos morimos en tres días de pleno» se ha quejado en su turno de réplica, y tres veces ha lamentado también la más de hora y media de discurso del inquilino de la Moncloa. Los diputados de Vox le celebraban los comentarios con risas histriónicas y aplausos que bordearon el mal gusto de poner en la pista a alguien que no estaba en condiciones de soportar el baile.

Las cámaras del Congreso quizás no han llegado a mostrarlo pero Tamames se ha perdido en su discurso, ha tenido que navegar entre las hojas y hasta Espinosa de los Monteros se ha preocupado con la mirada al observarlo.

«¿Qué se gana presentando a un candidato que no puede soportar más de tres intervenciones?», se ha preguntado el portavoz de Esquerra Republicana, Gabriel Rufián. Pues quizás la mejor respuesta la ha dado minutos antes Aitor Esteban cuando le ha sugerido a Tamames que no se confiara, que «por su narcisismo» él creía utiilizar a Vox pero el que estaba siendo utilizado era él, que al día siguiente será olvidado por los ultras.

Desde arriba observaba todo Fernando Sánchez Dragó, ideólogo de esta operación, con cara de presenciar un partido homenaje con varios goles en contra

 

Desde arriba, en el centro de la tribuna, estaba observando todo Fernando Sánchez Dragó, el escritor ultraconservador y nacionalista español que participa de la cúpula de Vox y asesora a Abascal. Él fue el ideólogo de la operación Tamames y, por cómo posaba su mano en la cara, quizás no estaría muy satisfecho con los resultados.

Estaba acompañado en el mismo sector por la esposa y por el hijo del excomunista. Parecía un partido de fútbol homenaje que acababa con varios goles en contra.

Varios goles se los ha marcado Yolanda Díaz, quien Sánchez decidió que salga a la cancha para enfrentarlo con peor tono y remarcara los logros laborales del Gobierno de coalición y también reivindicara la justicia fiscal. No ha faltado en el Congreso quien vea lo de Díaz como un intento de Sánchez de poner en el centro a la rival interna del sector más combativo de Podemos.

Sánchez, un chacal implacable en la arena parlamentaria cuando se ve contra las cuerdas, ha sabido aprovechar la oportunidad para empujar al PP cerca de Vox y exhibir, ya desde el día anterior a la votación real (será este miércoles al mediodía), que la mayoría de investidura está firme.

Sánchez, un chacal implacable en estos casos, ha sabido aprovechar la ocasión para empujar al PP cerca de Vox

La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, ha ido también en ese sentido, al señalar que el «compromiso antifascista» se mantiene a pesar de «los diferentes programas» de los partidos aliados o socios. Aizpurua, con mucha gracia, ha lamentado el viaje de Tamames hacia la derecha radical y considerado que «esta moción de censura bien daría para un capítulo de Benny Hill», en alusión al histórico comediante británico.

El tiempo dirá si el votante de Vox, que suele ser fiel y muy ideológico, le hace pagar el coste de llevar al ridículo al Congreso y aunar más la voluntad de la mayoría progresista y plurinacional. Lo seguro es que la hemeroteca, huella indeleble a la que siempre se vuelve, no hará olvidar una sesión parlamentaria indigna de la soberanía popular, que ha pendulado entre lo patético y lo triste.