Guggenheim: moda reciclada y arte consciente para una urgencia medioambiental
Con el objetivo de alcanzar una huella de carbono 0 para el año 2030 –para hacernos una idea, actualmente, aunque se ha reducido, emite 2.600 toneladas de CO2–, el Museo Guggenheim de Bilbo sigue dando más pasos. Sus trabajadores llevarán ropa reciclada y puntera, con 100% de algodón reciclado.
Lo que han cambiado las cosas en unas pocas décadas... y lo que hemos cambiado nosotros en la percepción de la urgencia medioambiental. No tanto como deberíamos, es evidente, pero hay una sensibilidad mayor. Lo ha apuntado el director del Guggenheim bilbaino, Juan Ignacio Vidarte, cuando ha recordado este miércoles que «al igual que el sector textil, las instituciones museísticas y artísticas son particularmente insostenibles. El propio museo Guggenheim de Bilbo, hace treinta años, se concibió sin ninguna preocupación hacia la sostenibilidad; es decir, que la preocupación era que el espacio fuera capaz de mantener los niveles de humedad relativa de 50% y de temperatura a 20 grados constante a lo largo de todo el año, esas eran las condiciones ideales. Y sin embargo, hoy en día está claro que eso es un ideal que no vale, que no sirve ni es compatible con la sostenibilidad y la circularidad».
En los últimos años diez años, sin embargo, lo ecológico sí se ha convertido en una de sus mayores preocupaciones. Dentro del Plan de Sostenibilidad en el que está embarcado el museo bilbaino desde 2019, se están tomando una serie de medidas que van desde la progresiva reducción de su impacto energético hasta la búsqueda de la sostenibilidad en todos los sentidos... como, por ejemplo, los nuevos uniformes de sus trabajadores, que han sido confeccionados por Ecoalf, una conocida empresa estatal que se dedica, desde 2008, a la moda sostenible realizada con materiales reciclados.
Ecoalf ha llegado ha tener una implantación internacional y es apoyada por rostros conocidos como Jon Kortajarena. El modelo vasco acaba de sacar una línea de ropa con esta firma, inspirada en Lanzarote. «Cualquiera puede hacer una camiseta, pero ¿qué huella ha dejado en el mundo sacar esa camiseta?», se ha preguntado Javier Goyeneche, su creador, quien ha estado este miércoles en Bilbo.
Una camiseta de 5 euros, 2.500 litros de agua
«La industria de la moda es una industria preciosa pero, desgraciadamente, es una industria que poluciona mucho –ha añadido Javier Goyeneche–. Hace poco ha salido un artículo tremendo en el que se informaba de que la mayor compañía de algodón del mundo ha quemado 4.000 hectáreas de bosque en Etiopía para plantar algodón: estamos quemando los bosques para hacer camisetas de cinco euros que van a terminar en un vertedero en menos de dos años. Y cada camiseta se lleva 2.500 litros de agua. Esto es dramático: no va a haber suficiente agua, no va a haber suficientes bosques y no va a haber suficientes vertederos».
Agua y textil, dos extremos en los que trabajar. Realizados en los colores de los corales de los océanos –rosa-anaranjado, azul y blanco, «colores que estan desapareciendo de los mares debido al aumento de las temperaturas y la contaminación», ha apuntado Goyeneche–, en los nuevos uniformes del Guggenheim bilbaino se ha ahorrado un total de 24,5 millones de litros de agua (un 71% de ahorro respecto a la media del mercado) y 1,3 toneladas de C02 (normalmente sería un 39% más). Son prendas confecionadas con materiales reciclados, de bajo impacto y monomateriales: chaquetas de poliéster 100% reciclado, camisetas y sudaderas de algodón 100% reciclado, calzado hecho a partir de poliéster reciclado y polos de algodón que pueden volver a reciclarse.
Limpiar el fondo marino
Por cierto, que el algodón 100% usado en estas prendas es totalmente novedoso y no llegará a las tiendas hasta el invierno próximo. «Empezamos con 10% de contenido de algodón en 2014, luego fuimos subiendo progresivamente hasta llegar a este 100%, que es una barbaridad y permite que esas prendas sean recicladas hasta tres veces sin que se pierda la fibra. Una de estas camisetas se lleva 30 litros de agua», ha añadido Goyeneche.
Es parte de un proyecto, ha explicado, que prevé una planta de reciclaje en Tánger. «Cuando empecé yo quería transformar la basura en filamentos», ha apuntado. El I+D ha avanzado mucho: «Cuando empezamos a reciclar botellas de plástico, en 2010, solo le metíamos a la prenda un 15% de contenido reciclado; hace muchos años que estamos en el 100% y desarollamos más de 480 tejidos».
Ecoalf, que también tiene una fundación, acaba también de presentar su último proyecto: la retirada de la basura del fondo marino, gracias a la implicación de la flora arrastrera del Levante estatal y de otros puertos del Mediterráneo. Hay implicados ya 3.000 pescadores y 18 puertos también en Grecia, Italia y el Estado francés. «Lo hacen con el corazón; o sea, no cobran», ha enfatizado. Ellos les facilitan un contenedor para que tiren allí la basura que se cuela con el pescado en las redes y la fundación se encarga de su recogida. Prevén que, para 2025, habrán involucrado a 10.000 pescadores y sacarán más de mil toneladas al año el fondo del mar.
Medir y medir
El Guggenheim de Bilbo es un museo que se reivindica como pionero en sostenibilidad en el sector museístico internacional. Desde hace un año, un plan busca minimizar el impacto ambiental de su actividad hasta llegar a la huella 0, que se han fijado como objetivo para el año 2023. Hoy en día, el museo emite 2.600 toneladas de CO2, ha reconocido su director. Hay que seguir dando pasos: «Medir y medir, eso es fundamental», ha añadido.
Se han tomado medidas para la reducción del consumo energético (12% de reducción en un año en electricidad, 30% en gas, por los datos que ha dado) y para minimizar la huella en viajes (desplazamientos de obras compartidos con otros museos y evitar los viajes físicos haciendo seguimiento virtual de los desplazamientos, por ejemplo) y Vidarte ha anunciado algunos de sus objetivos para este 2023, que incluyen el uso de los 20 lucernarios, lo que permitiría así combinar la iluminación natural y la artificial, o la instalación de paneles fotovoltaicos.
«Somos una institución que tenemose en nuestro ADN el ser un elemento de transformación, lo hemos sido desde que nacimos hace 30 años: de transformación social, dimensión económica, urbanística, cultural... y creemos que hoy, cuando realmente el problema acuciante al que nos enfrentamos como humanidad es este, el museo tiene que tener un papel como elemento de transformación, de referente también, en nuestro sector», ha añadido Vidarte.