Como reflexionaba la comisaria de esta exposición, Lekha Hileman Waitoler, «es incluso más interesante entrar en la obra de Lynette Yiadom-Boakye con poca información que saber mucho de ella». Para dejarse llevar por las historias que nos cuenta. El Museo Guggenheim de Bilbo expone desde este hoy hasta el 10 de setiembre “Ningún ocaso tan intenso”, una selección de 70 pinturas y dibujos al carboncillo realizados por la artista británica durante los tres últimos años. Una manera de acercarse a la obra de esta mujer, nacida y residente en Londres, aunque de padres ghaneses.
Durante la última década, su obra ha sido objeto de exposiciones monográficas en instituciones tan prestigiosas como la Kunsthalle de Basilea (2016) o la Tate Britain (2020/2022), y también ha sido galardonada con el Future Generation Art Prize del Pinchuk Art Centre de Kiev, en 2012, y con el Carnegie Prize de Carnegie International, de Pittsburgh, en 2018.
Esta es la primera de las tres exposiciones que dedicará el museo a la obra de otras tantas mujeres artistas en esta temporada: la propia Lynette Yiadom-Boakye, la japonesa Yoyoi Kusama (Matsumoto-Nagano, 1929) y la alemano-venezolana Gego Gertrud Goldschmidt (Hamburgo,1912-Caracas, 1994).
PANDEMIA, PINTURA
La muestra, que ocupa tres salas de la planta segunda, también tiene su historia: estaba prevista para otoño de 2020, pero tuvo que suspenderse por la pandemia.
Finalmente, se ha convertido en la primera antológica de esta artista en el Estado, y también en la primera muestra internacional en la que se expondrá su trabajo más reciente. Junto con Cristina Iglesias, Lynette Yiadom-Boakye se convierte en la artista más joven a la que se le ha dedicado una retrospectiva en la pinacoteca bilbaina.
Color e intimidad; historias y técnica escondida. Así se puede resumir la obra de esta artista que, a la vez, es escritora. Y ahí se puede entender mucho de su obra. Hay color en las paredes -dos de las salas se ha pintado en verde oliva para resultar las pinturas-, color en las capas con la que construye su imaginario y sus cuadros. Porque Lynette Yiadom-Boakye hace un estudio del cuerpo humano. Pero no académico; sí del ser humano en su cotidianeidad, en su intimidad. Los personajes retratados, muchos de ellos, parejas de hombres relajados y despreocupados que miran con un cierto orgullo desafiante y desacomplejado al espectador, son imaginarios. No se corresponden con modelos, personajes públicos, amigos o familiares de la autora.
De hecho, cuando empezó a pintar, recordó ella misma, se le hacía incómodo tener modelos: «Hay algo en tener a alguien posando que me coarta».