Con el voto favorable de PNV, EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU, que suponen el 77% de la representación de la Cámara, el Parlamento de Gasteiz aprobó ayer una proposición demandando que la Constitución española incorpore «la posibilidad de cambio de la forma política del Estado, habilitando la opción de la república» y el «reconocimiento del carácter plurinacional del Estado y el consiguiente derecho a decidir de los pueblos».
El debate dejó un par de lecciones claras. Partía de una propuesta de Elkarrekin Podemos-IU que pretendía que se abra la puerta a un referéndum sobre la continuidad de la monarquía o el establecimiento de la república. Pero pronto se encontró con que solo podía sumar una mayoría si contaba con el apoyo de EH Bildu y el PNV, que habían presentado sendas enmiendas a la totalidad centradas en la autodeterminación o el derecho a decidir.
Porque como apuntó la portavoz de EH Bildu, Maddalen Iriarte, visto desde Euskal Herria, la disyuntiva es monarquía o repúblicas, en plural, para que se puedan abrir las puertas a las naciones que hay en el Estado. Y ya explicó el jeltzale, Joseba Egibar, que parte de Euskal Herria vive bajo una república, en el Estado francés, que desde su inicio guillotinó las peculiaridades vascas. Y la II República Española consideró inconstitucional el primer estatuto nacional de autonómica que se le presentó, y solo después del golpe de Estado de Francisco Franco fue posible lograr una limitada autonomía.
Es decir, desde Euskal Herria lo sustancial es que sea cual sea la fórmula de la Jefatura del Estado, reconozca su «carácter plurinacional y el consiguiente derecho a decidir de los pueblos», como se aprobó ayer por inmensa mayoría de la Cámara.
Pasar de las palabras a los hechos
Esa mayoría la cuantificó Joseba Egibar en 58 de los 75 escaños de la Cámara. Pero quizá hubo un problema en la traducción simultánea, porque la portavoz de Vox y el del PSE se empeñaron en decir 48. Y cuando el portavoz jeltzale les corrigió, quedó claro que poco les importaba que fueran 48, 58 o, incluso, 68. Porque para ambos partidos, y para el PP, lo sustantivo es que la voluntad mayoritaria del Parlamento Vasco es claramente minoritario en las Cortes españolas.
Con mayor o menor agresividad, los tres partidos nacionalistas españoles incidieron en la inutilidad del consenso alcanzado ayer. Es más, el parlamentario del PSE Txarli Prieto se jactó de que, sea cual sea la mayoría en este punto, en adelante la mayoría eficaz va a ser la de los 41 escaños que respaldan al Gobierno. Y le restregó en la cara a Joseba Egibar que «¿sabe para qué? Para tumbarles a estos señores [en referencia a EH Bildu] todos los días en este Parlamento todas las soberanías parciales que nos presentan: en la sanidad, en la industria, en las relaciones laborales. En todo. Se las vamos a estar tumbando todos los días, de aquí por lo menos hasta el final de la legislatura».
Además de la concepción democrática de cómo acometer el resto de la legislatura que mostró el representante del PSE, no deja de ser cierto que como dicen este partido, PP y Vox, la voluntad mayoritaria de la Cámara autonómica no tienen mucha utilidad, más allá de la expresión meramente declarativa.
Como señaló Iriarte, en la CAV no se puede decidir ni cuándo se ponen y se quitan las mascarillas en una pandemia, por lo que reiteró la necesidad de contar con estructuras de Estado.
Mientras que Egibar recordó que el acuerdo de investidura del PNV con Pedro Sánchez incluye un punto cuarto que recoge textualmente el compromiso de «impulsar, a través del diálogo entre partidos e instituciones, las reformas necesarias para adecuar la estructura del Estado al reconocimiento de las identidades territoriales, acordando, en su caso, las modificaciones legales necesarias, a fin de encontrar una solución tanto al contencioso en Cataluña como en la negociación y acuerdo del nuevo Estatuto de la CAV, atendiendo a los sentimientos nacionales de pertenencia». Denunció el jeltzale que el compromiso no se haya cumplido y avisó de que «el inicio de la próxima legislatura puede ser el verdadero objetivo».
Gure Esku: «Comienzo del camino»
Por todo ello, desde la defensa del derecho a decidir, parece aconsejable que quienes lo apoyan escuchen a Gure Esku, que entendió lo aprobado ayer como «un paso importante aunque insuficiente».
Tras la votación y aprobación del texto conjunto, el portavoz de Gure Esku, Josu Etxaburu, declaró que «este paso no es más que el comienzo y debemos seguir trabajando, tejiendo alianzas entre todos los territorios vascos para que en todo nuestro pueblo se lleve a cabo esa voluntad de decidir de la mayoría». Gure Esku seguirá defendiendo la necesidad de crear y ofrecer espacios con total legitimidad democrática para imaginar y diseñar el proceso de decisión atendiendo a su complejidad.
La monarquía y la sangrienta herencia
El objeto inicial del debate fue la propuesta de Elkarrekin Podemos-IU contra la monarquía presentada precisamente el 5 de enero, cumpleaños de Juan Carlos de Borbón. La portavoz morada, Miren Gorrotxategi, reiteró ayer que el rey fue impuesto por el dictador Franco, que «no se somete al principio de legalidad, no se somete a la voluntad popular, y, al mismo tiempo, no puede ser juzgado, porque es inviolable». Recordó «los casos de corrupción que se han destapado en los últimos años». Y la calificó como una institución que no solo es «anacrónica», sino «patriarcal». Aunque en este punto introdujo la acotación de que «también es verdad que si la Corona española fuera paritaria, ahora mismo estaría reinando Elena de Borbón, y, precisamente, Juan Froilán de Todos los Santos sería el próximo rey de España». Por lo que concluyó que «la monarquía es irreformable».
La portavoz de Elkarrekin Podemos-IU recibió la respuesta bastante airada del parlamentario del PSE Txarli Prieto, quien aseguró desde la tribuna que «en 1978, la ciudadanía fue convocada a decidir y decidió. Lo hizo sobre su Constitución. Lo hizo sobre la fórmula de Gobierno y lo hizo sobre los demás aspectos que regulan la convivencia y la organización política, económica y social de la ciudadanía española».
Vista la esencia de este debate y su tono, de nada habría servido poner a la vista de Prieto los resultados del referéndum de 1978 en Hego Euskal Herria.
Después continuó con un «señora Gorrotxategi. La Jefatura del Estado no es el resultado de la herencia sanguínea de la dictadura, ni la Constitución española hereda la forma de Estado por la insistencia anterior de la dictadura, ni el Estatuto de Autonomía de Gernika hereda nada del terrorismo de ETA, ni la Unión Europea lo hace de la Segunda Guerra Mundial. Lo que sí comparten todos estos tratados es la voluntad y el éxito a día de hoy para superar la conculcación de los derechos humanos, y para garantizar la vida, libertad y prosperidad».
Y a renglón seguido espetó a la portavoz de EP-IU que «los actos que hoy produce la Jefatura del Estado en aplicación de sus competencias, por ejemplo, cuando preside el nombramiento de ministros −incluidos los de su partido−, gozan de toda solvencia y prestigio».
Podría decirse que el discurso de Prieto, exlíder del PCE y de CCOO, opacó incluso el de Vox, que bautizó a PNV, EH Bildu y EP-IU como «el Trío Calaveras» que, cabe recordar, eran cantantes mexicanos.