Audre Lorde transformó el efecto balsámico de las palabras para combatir el miedo en una poderosa herramienta a través de la cual reafirmar su lucha constante.

La poeta de Harlem se presentaba a sí misma como «negra, lesbiana, madre, guerrera y poeta» y legó para la posteridad un discurso que continúa vigente y una obra que incluye ‘La hermana, la extranjera’, un libro de ensayos que contiene varios de sus textos más influyentes en las luchas contra el racismo, el machismo y la opresión heterosexual y que llevan por título ‘No hay jerarquías en la opresión’ y ‘Las herramientas del amo no destruirán la casa del amo’.

Ensayista, poeta, activista por los derechos civiles, profesora de literatura y conferenciante, Lorde está considerada una de las voces fundamentales del feminismo afroamericano y su historia permite recordar las vivencias y conocer a las mujeres que la enriquecieron y también su forma de hacer poesía. Por todo ello, resulta muy interesante la publicación de “Zami. Una nueva forma de escribir mi nombre. Una biomitografía’ publicada por la editorial Capitán Swing.

Una niña de Harlem

«Si no me definiera a mí misma por mí misma, me meterían en las fantasías de los demás y me comerían viva». Así se presenta la escritora ante su propio espejo en esta su biomitografía, cuya protagonista es una niña negra que abre los ojos en el Harlem de los años treinta y que descubre a su alrededor un embriagador remolino de transeúntes, bocinas de coches, lámparas de queroseno, la caída de la bolsa y plátanos fritos, y que comparte con nosotros las historias de la isla de Granada en la que nacieron sus padres.

Caminando a la escuela pública por las aceras nevadas, se da cuenta de que tiene la lengua trabada, que es legalmente ciega y que sus hermanas mayores la han dejado atrás. De esta forma, la historia de Audre Lorde se transforma en un relato apasionante sobre la independencia, el amor, el trabajo, la fuerza, la sexualidad y el cambio.

Otro elemento a tener en cuenta es que ‘Zami’ supuso la primera y única novela que escribió una de las voces fundamentales del feminismo afroamericano. Sus páginas nos recuerdan que «siempre quise ser a la vez hombre y mujer, para incorporar a mi ser, dentro de mi ser, las partes más fuertes y más ricas de mi madre y de mi padre».

Publicada originalmente en el año 82, esta combinación de historia, biografía y mito recorre a lo largo de los capítulos su vida en el barrio Harlem, en Nueva York, su ingreso a la escuela, el suicidio de su mejor amiga de la infancia y cómo el racismo influyó en su vida, pese a que durante muchos años su madre evitaba hablar sobre el tema de la diferencia racial entre ellos y las personas blancas estadounidenses.

El carácter de su madre la marcó profundamente y las constantes peleas que Lorde tenía en casa con sus hermanas y sus padres mientras intentaba encontrar su espacio en la sociedad hizo que la poeta abandonara el hogar cuando terminó el bachillerato.

«Cuando salí de casa de mi madre, temblorosa y decidida, empecé a construir otra relación con este país al que habíamos venido a vivir. Me comprometí con el entusiasmo y la fuerza de una adolescente a luchar en mis propios términos, de acuerdo con mis propias fuerzas, que al fin y al cabo no eran tan distintas de las de mi madre. Y en ello encontré a otras mujeres que me apoyaron y de las que aprendí otras formas de amar. Como cocinar alimentos que nunca había probado en casa de mi madre, como conducir un coche con cambio de marchas, como abandonarme sin perderme», relata.