Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La fiesta salvaje del poder

BLANQUITA
Chile. 2022. 94’ Dtor. y guion: Fernando Guzzoni. Int.: Laura López, Alejandro Goic, Amparo Noguera, Marcelo Alonso, Daniela Ramírez, Ariel Grandón. Fot.: Benjamin Echazarreta. Mús.: Chloé Thévenin.

Laura López es Blanquita, testigo de las cloacas del poder.
Laura López es Blanquita, testigo de las cloacas del poder. (NAIZ)

El nombre de Fernando Guzzoni se une a la lista de cineastas que en Chile están haciendo un cine comprometido en los últimos tiempos, y no es casualidad que su tercer largometraje guarde puntos de contacto con la película de Pablo Larrain ‘El club’ (2015).

Si el tema de la memoria histórica ha sido uno de los ejes principales de esta renovada cinematografía, también Guzzoni se atreve a tocar asuntos más candentes pegados a la crónica política. Prueba de ello es ‘Blanquita’ (2022), que se basa libremente en el caso Spiniak, todo un escándalo de corrupción en el que estuvo implicado un poderoso empresario alrededor del cual se desarrolló una red de abusos a menores, con conexiones pinochetistas en su entramado.

La trascendendencia de su denuncia ha hecho que ‘Blanquita’ brille en los distintos festivales internacionales en que se ha presentado, recibiendo el premio al Mejor Guion de la sección Orizzonti en el Mostra de Venecia, junto con el Colón de Oro a la Mejor Película en el festival de Huelva. Fue seleccionada por Chile para el Óscar Internacional.

La Blanquita interpretada por Laura López es una chica de 18 años de aspecto aniñado, pero que ya es madre soltera de un bebé que tuvo con un joven que se ha convertido al fanatismo religioso. Han abusado de ella, y cuando es testigo de una de esas fiestas privadas en las cloacas del poder siente la necesidad de denunciarlo, por lo que acude al padre Manuel, un cura al que da vida Alejandro Goic, y que fue su tutor en el centro de menores. El religioso hará frente común con ella a pesar de las presiones de las autoridades eclesiásticas para que el caso no salga a la luz.

Por lo tanto, el director de ‘Carne de perro’ (2012) y ‘Jesús’ (2016) va más lejos en su descarnado cine y, sin evitar reflejar la dureza de la realidad en la que se mueve, no sólo deja al descubierto el silencio cómplice de la Iglesia, sino también la función intoxicadora de la prensa sensacionalista.