Acompañado de su hermano Tatono y visiblemente emocionados ambos, Imanol Arregi ha anunciado que no continuará en el banquillo de Osasuna Magna la próxima campaña, después de hacerlo durante 22 ejercicios consecutivos.
El preparador de Irurtzun, que con antelación también jugó en Xota como portero durante otras 15 temporadas, ha reconocido que «necesito aire, necesito respirar y descansar porque si no me va a acabar pasando factura, es una decisión que ya había tomado desde hacía meses».
«Hace muchos años que pensé que lo tenía que hacer, siempre he dicho que algún día saldría, nadie se lo creía, creo que ni siquiera yo, pero ahora es el momento de hacerlo», ha admitido.
Y, si no lo ha hecho antes, ha sido porque «siempre he puesto al club por encima de mí». De hecho, si el equipo hubiese bajado a Segunda, «habría continuado en el banquillo porque no podía abandonarlo descendido», ha señalado.
«No he podido hacer absolutamente nada más en todos estos años, me he dejado la vida, porque tampoco sé funcionar de otra manera y mucho menos aquí. Seré verde hasta que me muera y la temporada que viene estaré como un puto hooligan en la grada, donde seguramente lo pasaré peor que abajo», ha avanzado.
En su decisión ha pesado especialmente lo vivido en los últimos tres años, en los que el equipo ha tenido que sufrir para salvarse y también en los que ha sobrellevado Imanol situaciones personales complicadas.
«Se han dejado la vida»
«Este espectacular vestuario se ha dejado la vida y solo nosotros sabemos lo que hemos pasado estos años. Evidentemente es mucho más difícil pelear por no bajar que por estar arriba», ha subrayado.
Abandona el banquillo de Xota, pero no la «enfermedad» del fútbol sala, como la ha tildado. Tras pasar unas semanas descansando, en su horizonte está realizar varios clinics en Barcelona, Canarias y Costa Rica.
Imanol ha transmitido que «soy un manazas en casi todo, pero de las pocas que se me dan bien es entrenar, por lo que seguro que voy a volver a hacerlo más adelante, pero no sé ni cuándo, ni cómo, ni dónde».
Interpelado sobre cuáles han sido los mejores y peores momentos en estas más de dos décadas sentado en el banquillo, lo ha tenido claro. «Mi mejor recuerdo es el de mi primera temporada, el club jugó su primera Copa y, aunque éramos unos conejos, yo el primero, quedamos quintos en Liga», ha recordado.
En el otro lado de la balanza, la negativa, no ha dudado en señalar que el curso marcado por la pandemia. «Pasaron cosas que nunca olvidaré, y no precisamente buenas», ha comentado sobre una temporada en la que la plantilla sufrió un cambio brutal en su composición.
También ha desvelado que durante su carrera tuvo ofertas para cambiar de aires y «siempre dije que no, algo de lo que no me arrepiento porque hay cosas mucho más importantes que el dinero en esta vida. Esta es mi casa».
El equipo «necesita más armas»
Respecto a su posible sustituto, ha apuntado que «no soy nadie para decirle a la junta directiva lo que tiene que hacer» y ha cortado de raíz posibles especulaciones por la presencia del entrenador de Aspil Jumpers, Diego Ríos, en el acto. «Está aquí porque es mi amigo», ha zanjado.
De cara al futuro más próximo, ha destacado que ahora mismo «hay un núcleo de jugadores que ha crecido mucho y que va a dar que hablar en los próximos años», si bien el equipo «necesita tener más armas».
«Estamos jugando con fuego y pensando que viene el lobo, que viene el lobo, y tenemos una casita de paja. Entre todos tenemos que hacer que sea más fuerte y que sople quien sople, nunca derrib este club, que es muy grande», ha concluido.
En este sentido, el presidente del club, su hermano Tatono, ha avisado de que, tal y como está evolucionando el fútbol sala estatal, «el que no sea capaz de ser más sólido cada día, es carne de cañón, no solo por tener plantillas competitivas, sino en ciertos valores».
También ha afirmado que el futuro técnico «gozará del mismo respeto que ha tenido Imanol» y que ahora es momento «de tomar decisiones y de recabar apoyos».
Por último, se ha referido a las «guerrillas» que vive esta modalidad deportiva en los despachos de Madrid. «La Asobal recibió 150.000 euros para repartirlos entre los clubes como consecuencia de la pandemia; el fútbol sala, cero», ha contrapuesto.