Bizitu Elkartea, asociación de mujeres contra la violencia machista, ha salido al paso de las polémicas declaraciones del consejero de Seguridad de Lakua, Josu Erkoreka, tras el crimen machista del pasado domingo. Se centra especialmente en las afirmaciones de que «no es fácil proteger a una víctima que no se percibe en peligro» y que «son relaciones en las que la víctima no percibe la necesidad de ser protegida. Una persona puede
estar protegida, pero si no se siente en riesgo, puede quebrantar esa protección». Para Bizitu, suponen una muestra de «cinismo demoledor» y de «tremenda falta de sensibilidad hacia las víctimas al no reconocer lo que es  evidente, que los protocolos de actuación existentes no funcionan».

«Una vez más, además de comprobar que desde las instituciones públicas no se está protegiendo adecuadamente a las mujeres víctimas de violencia machista, asistimos a la elaboración de un marco discursivo mediante el cual la víctima es, de alguna forma, responsable de su propio asesinato», subraya su comunicado.

«‘Debemos respetar la decisión de las mujeres víctimas que quieren volver con sus parejas’, dicen algunas voces. En Bizitu Elkartea nos preguntamos si esta afirmación no está disfrazando el verdadero problema: que las instituciones públicas no están colocando todos los recursos posibles para acompañar a las mujeres en su proceso de comprensión del peligro al que se exponen».

«Lo sabemos de primera mano –añade–. Nuestra experiencia como supervivientes de violencia machista nos ha hecho conocer el maltrato y el vacío institucional; nuestra experiencia como activistas feministas contra la violencia machista nos demuestra cada día cómo sistemáticamente se menosprecia nuestra capacidad de acción como agentes sociales».

Mayor acompañamiento

«No existe acompañamiento desde las instituciones públicas», asegura Bizitu, que detalla tres demandas concretas: «Colaboración con asociaciones de víctimas y supervivientes de violencia machista tanto en la elaboración de protocolos como en el propio proceso de acompañamiento»; «una adecuada formación del personal de las administraciones públicas» puesto que «es alarmante el bajo nivel de conocimiento que la mayor parte del personal público, en todas las áreas de la administración, tiene sobre violencia machista»; y «que el acompañamiento se inicie en el momento mismo en que la mujer muestra los primeros signos de estar inmersa en una situación de violencia y que termine solo cuando se hayan agotado todos los recursos posibles para que esa mujer asuma el peligro que corre».