Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad
Entrevue
Gorka Maiz
Presidente de Osatzen, Sociedad Vasca de Medicina Familiar y Comunitaria

«La salud de la población es mejor cuando hay una Atención Primaria fuerte»

Gorka Maiz, presidente de Osatzen, recuerda que las dificultades de la sanidad pública, en general, y de la Atención Primaria, en particular, no se derivan de la pandemia, sino que venían de antes. Aboga por un cambio de modelo y reivindica, más allá de los problemas, el valor del trabajo que hacen.

Gorka Maiz
Gorka Maiz (Aritz LOIOLA | FOKU)

En el contexto del 43 Congreso la la Sociedad Española de Médicos de Familia y Comunitaria (semFYC) usted señaló que la situación de dificultad que atraviesa la sanidad vasca no se debe exclusivamente a la pandemia de covid, sino que es estructural y viene de antes. ¿Dónde está el origen?

Obedece a muchos factores. Por un lado, hay uno claro: la medicina de familia lleva 40 años como especialidad, y la Atención Primaria también en el Estado, y prácticamente no se ha modificado nada, cuando en 40 años la sociedad ha cambiado mucho. Luego hay una infrafinanciación, sostenida desde hace años. A veces se intenta paliar con partidas ocasionales, pero necesita- mos algo más continuado. También se han ido perdiendo los valores de la Atención Primaria y de la medicina de familia. La accesibilidad, por ejemplo, esa capacidad para ser atendido. No hay que confundirlo con la inmediatez; accesibilidad no es ‘quiero que me atiendan ya’, sino que cada persona, cada demanda, cada necesidad, sea atendida en tiempo y modo que precise. Y eso se ha ido perdiendo. Como la longitudinalidad, que es esa continuidad con un mismo profesional. Toda esa serie de valores se han ido perdiendo.

En paralelo, en los últimos años se ha ido desprestigiando. Sobre todo, en este caso sí, a raíz de la pandemia. Hay desprestigio entre los compañeros y también ha llegado a la universidad, y se nota a la hora de elegir una especialidad u otra. También hay cierto desprestigio a nivel de población, y eso es algo más o menos novedoso, porque cuando se hacían encuestas, si algo siempre se puntuaba bien era a los profesionales de la Atención Primaria. No es que ahora se nos vea mal, pero sí que hay desconfianza en ciertos sectores. Es una mezcla de todo, y unas cosas influyen en las otras.

 

«Se han ido perdiendo los valores de la Atención Primaria y de la medicina de familia. La accesibilidad, por ejemplo; que cada persona, cada demanda, cada necesidad, sea atendida en tiempo y modo que precise. O la longitudinalidad, la continuidad con un mismo profesional»

 

Pero es verdad que para la ciudadanía la pandemia supuso un antes y un después. La pandemia provocó cambios que no se han revertido.

Hubo una cosa importante, y es que durante un periodo las consultas en gran medida fueron no presenciales, telefónicas. Nunca se dejó de atender presencialmente, y nunca se dejó de ir a domicilios, pero sí que hubo un periodo, creo que excesivamente largo, en el que eso ocurrió. También es cierto que eran momentos de gran incertidumbre, nadie sabía muy bien cómo gestionarlo, pero se alargó excesivamente. Luego se ha ido revirtiendo, pero aunque ahora la posibilidad de conseguir una cita presencial o telefónica es la misma, pues se administran en función de las necesidades, sí ha quedado la consulta telefónica con mayor presencia que antes. No es la más frecuente, ni mucho menos, pero sí es verdad que el nivel de no presenciales que tenemos es mayor que el que era. ¿Por qué ocurre? Creo que en parte por los cambios en cómo se gestiona la accesibilidad, la web...

Y se está dando un fenómeno que nos tiene un poco mosqueados: tenemos en la consulta un porcentaje mucho mayor de gente joven, sana o teóricamente sana, sin enfermedades crónicas, que no necesitan cuidados llamativos. No sabría explicar por qué se ha producido esto. Creo que tiene que ver en parte con la pandemia, con esos cambios en la accesibilidad y esas dinámicas que no se han acabado de revertir. Pero creo que también, como sociedad, habría que hacer algo de autocrítica. Estamos en una sociedad de consumo, en la que se han medicalizado muchas partes de nuestra vida, y se convierte la atención sanitaria en un bien de consumo más, de forma que muchas personas lo viven como un bien que hay que consumir igual que otros. Creo que los profesionales y administraciones no hemos sabido hacer pedagogía sobre sobre el uso de los sistemas de salud.

Y me da la sensación de que toleramos peor la incertidumbre. La incertidumbre ante cualquier síntoma que igual antes decías ‘bueno, si no se me pasa ya consultaré’, ahora no, necesitamos inmediatez. Y eso también es una característica de esta sociedad; no toleramos la incertidumbre. Es un cóctel que ha hecho que estemos en esta situación.  

Dice que el desprestigio se ha extendido al ámbito universitario. ¿Puede afectar al número de profesionales a futuro?

Sí, claro. Muchas veces se dice que faltan profesionales; no es cierto, faltan médicos y médicas que quieran trabajar aquí, en las condiciones en las que se ofertan. Hoy por hoy, hay que reconocerlo, el trabajo no es atractivo. Por otra parte, es bastante lamentable, pero la medicina de familia está fuera de la universidad. Somos la facultad de todo el Estado en la que está menos presente, no hay una asignatura siquiera optativa. Parece que a partir del año que viene habrá una optativa cuatrimestral, pero no hay una asignatura relacionada con la medicina de familia, no hay unas prácticas obligatorias relacionadas con ella. Y es difícil, si no conoces algo, que luego lo vayas a elegir.

Habla de infrafinanciación; los Gobiernos dicen que cada vez destinan más recursos a este ámbito. ¿Es una cuestión de cantidad, de distribución, de un mal uso de los fondos?

Probablemente un poco de todo. Me refería a la Atención Primaria. Cuando miras, por ejempo, cómo ha sido la financiación de la atención hospitalaria especializada y de la Atención Primaria, ves que incluso en momentos de crisis, de recortes, en la atención hospitalaria la financiación ha seguido creciendo, mientras que en la Atención Primaria ha sido mucho más plana. Y la Atención Primaria no necesita recursos tan caros, pero sí que necesita ciertos recursos; recursos humanos, claro, y también infraestructuras.  

 

«Me da la sensación de que toleramos peor la incertidumbre. Ante cualquier síntoma que antes decías ‘bueno, si no se me pasa ya consultaré’, ahora no, necesitamos la inmediatez. Eso también es una característica de esta sociedad»



En la Atención Primaria está el personal médico, el servicio de enfermería, la administración. ¿Esta difícil situación afecta a todo el estamento?

Sí, diría que es muy general. La medicina de familia lleva más tiempo en ese deterioro, pero al final todo acaba afectado. Por ejemplo, los administrativos, ante este aumento de la demanda tan importante que ha habido en los últimos meses, ellos están en primera línea y reciben esa avalancha.

Por eso, también es importante abordar la reforma del funcionamiento de los equipos de Atención Primaria. Todavía hay una idea muy medicocentrista de la atención de la salud. Nosotros defendemos  que cada demanda debe ser atendida por el profesional que mejor la pueda resolver. Hay cosas que deben ser resueltas por los médicos y médicas, pero muchas otras en Enfermería lo van a resolver mejor, porque están más preparados, porque tienen una visión mejor sobre ese campo. Y hay aspectos que un administrativo los va a resolver mucho mejor que yo. Hay tareas a las que el paso por el médico no les aporta valor y se podrían resolver a nivel administrativo. Se trata de darle mayor valor y capacidad a los otros estamentos y sacar el máximo potencial de cada uno de ellos. Hay que darle una vuelta.

La situación de la sanidad pública es una preocupación creciente. ¿Lo están notando?

Sí, se nota. El mejor indicador suele ser el crecimiento de los seguros privados de salud, y en ese sentido, en Euskadi, y en Bizkaia en concreto, somos campeones. Esto dice que hay gente que no se siente protegida o atendida como quisiera con el sistema público de salud. Luego habría que debatir hasta qué punto esa atención se corresponde con unas necesidades de salud real, pero está claro que hay preocupación.

Al hilo de esa preocupación, ha habido una gran movilización los últimos años, ¿cree que va a ser tenido en cuenta por la Administración?

Nosotros, desde luego, seguimos insistiendo. Y la compañía de las asociaciones de vecinos, de pensionistas, que se han manifestado, y mucho, es de agradecer y es muy necesaria, porque esta no es una reivindicación profesional, es una reivindicación como sociedad; la de no perder, no dejar que se deteriore más, sino al contrario, mejorar este bien público. Al hilo de esto, creo que una cosa que hemos hecho mal y que tiene que ver con ese desprestigio, es el mensaje que mandamos desde los colectivos profesionales o las sociedades científicas. Muchas veces, cuando se nos pone un micrófono, o en una entrevista sobre la Atención Primaria, el único mensaje es lo mal que estamos. Y eso es una verdad a medias. Estamos peor de lo que nos gustaría, creemos que tiene que haber cambios, pero, aun así, la Atención Primaria ha seguido al lado de la ciudadanía, y sigue haciendo todos los días muchísimas cosas.

Seguimos estando desde el principio de la vida prácticamente hasta el final, atendiendo en domicilios a la gente que no puede desplazarse, resolviendo la gran mayoría de las demandas de salud de la población... Esto hay que ponerlo en valor. Muchas veces el mensaje que mandamos es solo negativo, y no, creo que el mensaje tiene que ser en positivo, y lo que tenemos que hacer es potenciar esto para que, además, el resto del sistema sea sostenible. Porque la salud de la población es mejor cuando en los sistemas públicos de salud hay una Atención Primaria fuerte y compensada.