En estas elecciones municipales, la derecha extrema y la extrema derecha españolas han subido en votos en la CAV en relación a las de hace cuatro años y lo han hecho en un contexto de incremento de la abstención. Y, dentro de los límites de su escasa representación, llama la atención que Vox haya más que duplicado sus papeletas. Al partido de Santiago Abascal esto no le sirve prácticamente de nada pero, sin embargo, tiene una repercusión enorme en los resultados del PP.
En las elecciones municipales de 2019, el PP obtuvo 78.676 votos, que cuatro años más tarde se han convertido en 84.996. Son 6.320 papeletas más. Un resultado en el que con gran probabilidad habrá influido más el marco español de buena parte de los debates que marcaron la campaña, que sus ofertas para cada uno de los consistorios.
Por su parte, Vox ha crecido de los 7.975 apoyos en las urnas de hace cuatro años a los 16.585 actuales. Son más del doble. En concreto, 8.610 más. Eso no le ha servido para entrar en ningún ayuntamiento, pero los resultados de Gasteiz, repetidos en la papeleta sepia, le han otorgado un escaño en las Juntas Generales de Araba.
El crecimiento de PP y Vox ha ido paralelo a la desaparición de Ciudadanos. Pero esta caída no explica todo el incremento de las otras dos siglas. El partido naranja ha perdido 10.520 papeletas, mientras que azules y verdes ha subido 14.930. Hay una diferencia de 4.410. Repasando el gráfico, se observa que Cs llegó a tener 50.268 en la CAV en las elecciones al Congreso de 2015. En apenas ocho años ha quedado en nada.
Votantes tercos de Vox
Los resultados del PP en las elecciones municipales, además de por las inercias estatales, se entiende porque se trata de una formación que tiene presencia en muchos ayuntamientos y también en las JJGG. De hecho, se está viendo que se va a convertir en el aliado necesario de PNV y PSE para sus maniobras en Gasteiz, Durango, Oion o Gipuzkoa.
Sin embargo, quienes han votado a Vox lo han hecho con un claro planteamiento ideológico, a sabiendas de que sus candidatos no iban a entrar en ningún ayuntamiento, porque están lejos del 5% mínimo necesario. Y lo han hecho, además, sabiendo que si se hubieran decantado por el PP, a quien seguramente han apoyado durante años, los de Iturgaiz habrían sido, por ejemplo, la primera fuerza en Gasteiz.
Este divorcio consumado entre un sector del electorado del PP y del de Vox no es nuevo. Ya ocurrió en las dos elecciones al Congreso de los Diputados que se dieron en 2019. En la primera convocatoria, EH Bildu dejó sin escaño a Javier Maroto en Araba, por apenas 362 votos. Vox sumó 5.608 papeletas. Pese al simbolismo de lo ocurrido y de que en la repetición de los comicios el PP presentó como candidata a Marimar Blanco, presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, el independentista Iñaki Ruiz de Pinedo se hizo de nuevo con el cuarto escaño con más diferencia sobre el PP. Y Vox subió a los 6.421 apoyos.
Entregas a PNV y PSE
Con estos antecedentes, habrá que ver qué efecto tiene en las próximas elecciones al Congreso del 23 de julio, la decisión del PP de entregar gratis al PNV la Diputación de Gipuzkoa y al PSE, la alcaldía de Gasteiz.
Aunque la justificación sea impedir que EH Bildu llegue a las instituciones, esto ya se vio en 2019 que no parece ser suficiente para quienes ven en el PP a la «derechista cobarde» o incluso a una formación izquierdista. Otra variable a tener en cuenta en las próximas semanas.