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«Los mayores de 50 deberían considerarse el capital humano más preciado de la empresa»

Experiencia, adaptabilidad, autonomía, contactos, liderazgo… Son algunas de las virtudes que expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) atribuyen a los trabajadores y trabajadoras senior, un sector que, sin embargo, sufre buena parte del desempleo debido a los prejuicios por la edad.

Dos operarios cortan una pieza metálica.
Dos operarios cortan una pieza metálica. (EUROPA PRESS)

El pasado marzo, Caixabank publicó un estudio sobre el envejecimiento activo en el que el 64% de las personas encuestadas, con más de 60 años de edad, consideraba que en el Estado español existen prejuicios contra las personas mayores. Una percepción que sería corroborada con datos como que el español es, junto a Italia, el estado de la Unión Europea con los mayores índices de desempleo entre los 55 y los 69 años, según un análisis de la Fundación Mapfre.     

«Son datos muy preocupantes, ya que los trabajadores sénior representan más del 31% del paro total de nuestro país, es decir, una persona de cada tres», señala Manel Fernández Jaria, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en un artículo publicado por esta institución académica. «Sin duda esos datos plantean la necesidad de promover un cambio cultural sobre el talento sénior en las empresas y de reducir esta discriminación», añade.

Aprovechar la potencia profesional de los trabajadores y trabajadoras mayores de 50 años es, en opinión de los expertos, una necesidad que, además, aporta beneficios a la empresa y a la sociedad. Según Montserrat Llobet, profesora del máster universitario de Sostenibilidad y Gestión de la Responsabilidad Social de la UOC, los mayores de 50 deberían considerarse el capital humano más preciado de la empresa, «justo a la inversa de lo que sucede actualmente: prejubilaciones masivas de mayores y contratación de jóvenes que pueden realizar el trabajo en un menor espacio de tiempo y sin poner trabas a las directrices marcadas por la dirección de la organización».

Estudios sobre el cerebro

Llobet remarca que, en el caso de las personas mayores de 50 años, numerosos estudios muestran que el cerebro, a partir de esta edad, permite tomar decisiones más prácticas porque, por lo general, «la interacción entre los hemisferios derecho e izquierdo se vuelve más armoniosa, cosa que amplía las posibilidades creativas, permite resolver problemas más complejos y aporta mayor claridad de pensamiento para acertar en las decisiones».

Para Fernández Jaria, entre los beneficios específicos que los trabajadores sénior ofrecen se encuentran el conocimiento y la experiencia laboral, además de la capacidad para actuar como mentores para los trabajadores más jóvenes y menos experimentados. Otras habilidades que suelen encontrarse en las personas mayores de 50 años son mayor capacidad de adaptabilidad, ya que con frecuencia han pasado por muchos cambios en su carrera y han aprendido a ser flexibles y adaptarse a diferentes situaciones; una buena red de contactos y clientes que pueden ser útiles para la empresa; menor rotación; y habilidades de liderazgo.

A todo ello suma que los trabajadores y trabajadoras sénior a menudo tienen «un alto nivel de lealtad hacia la empresa y pueden ser un activo valioso en términos de ayudar a mantener y atraer el talento, al igual que también pueden mostrar mayor compromiso con el propósito de la empresa», apunta Fernández Jaria.

En cualquier sector

Montserrat Llobet asegura que las personas de más de 50 años «en las organizaciones con trabajo autogestionado tienen el protagonismo, y con ello muestran que consiguen niveles más altos de motivación laboral y de eficiencia», y que es clave que las empresas valoren todo aquello que pueden aportar, incluida la experiencia adquirida a lo largo de los años, sea cual sea el sector de actividad en el que se hayan desarrollado.

Como explica, en el proceso de concentración de los mercados en unas pocas empresas donde se han dado prejubilaciones masivas el trabajo autogestionado autónomo y por cuenta ajena ha ido disminuyendo significativamente, «con lo que los trabajadores sénior de hoy han visto deteriorada de forma acumulativa su calidad de vida laboral» al no poder desarrollar lo mejor de sí mismos, crecer, contribuir en las organizaciones donde han trabajado con sus mejores habilidades, destrezas, competencias y mejorar su autoestima.

«El giro hacia la autogestión es imprescindible para mejorar la calidad de vida laboral de toda una plantilla. Seguramente ya no estamos a tiempo para los séniors de hoy, pero sí para valorar las aportaciones a las empresas de los de mañana», defiende esta profesora de la UOC.

Planes de actuación

Por eso, para Fernández Jaria resulta clave incluir en las empresas planes de actuación con iniciativas como cursos de formación y reciclaje, valorar la experiencia y conocimientos con programas de mentoría de los más mayores hacia los más jóvenes, medidas de prevención para garantizar el bienestar físico y mental, programas para fomentar hábitos saludables, o la adaptación de los puestos de trabajo, especialmente en lo referente a las capacidades físicas.

Sus propuestas también incluyen ofrecer opciones de trabajo flexible, así como horarios de trabajo reducidos, trabajo a tiempo parcial, trabajo desde casa o jornadas laborales adaptadas a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras sénior; la posibilidad de beneficios adicionales para los trabajadores mayores en forma de seguros de salud, planes de pensiones o vacaciones, planes de preparación para facilitar la transición a la jubilación y estrategias para un envejecimiento activo de los profesionales.