Mi madre siempre recuerda que «nadie escribía aquellas columnas como él». «Tú también lo haces bien», dice para consolarme. Pero hasta hoy, no necesitaba consuelo.
Hoy sí, porque ha muerto Jabier Salutregi, el último director de "Egin", el que escribía aquellos artículos que enamoraban a mi madre. Salu era un magnífico periodista. Así lo confirma todo el mundo que trabajó con él.
Personalmente, le tenía, le tengo una profunda admiración. Lo conocí hace tres décadas en la redacción de Eziago, editando un artículo que había escrito un compañero. De pie y apoyando el texto sobre una mesa, con un boli Pilot azul, garabateó con una bonita caligrafía las correcciones que nos iba explicando de forma pedagógica, con un humor ácido. El texto mejoró horrores.
Recuerdo la sensación de estar asistiendo a una clase magistral de periodismo y la vergüenza por nuestras erratas. Así se aprende.
Precisamente este jueves recordábamos a Antonio Álvarez-Solís en Bilbo, y me gustó algo que dijo Laura Mintegi de él: «No era paternalista». Salu tampoco lo era, y creo que eso dice mucho de las personas.
Trabajo, rigor y buen humor. Lo primero, el país; y antes que eso solo sus gentes. Esta fórmula es parte de la memoria institucional que hemos heredado
Las buenas redacciones son terrenos en los que impera la jerarquía administrada por gente cooperativa y trabajadora. A eso se debe aspirar para sacar a diario el mejor producto que un equipo pueda. Trabajo, rigor y buen humor. Lo primero, el país; y antes que eso solo sus gentes.
Esa fórmula es parte de la memoria institucional que hemos heredado. Esa memoria debe recordar siempre que uno de sus directores pasó injustamente siete años y medio encarcelado y alejado de su país, sin pruebas, víctima de una política contrainsurgente que torturó a militantes vascos, reprimió a todo un pueblo y cerró ilegalmente periódicos. Y que esa política le arrebató media vida a Salu y lo que mejor sabía hacer, su profesión.
Hay gente que compara GARA y "Egin" basándose en prejuicios que resuenan a las mentiras que llevaron a Salu a la cárcel. Suelen decir cosas que ambos periódicos desmontarían con solo abrir sus páginas. Si se leen, mi madre y yo tenemos claro que Salu era el que mejor escribía. Salu, con sorna, añadiría que eso no está a debate.
Claro que cada uno es hijo de su tiempo, pero nosotros somos hijos e hijas orgullosas de Salu. Por eso cada día intentamos estar a la altura del legado periodístico que nos dejaron él y otras muchas personas.
Mila esker, zuzendari. Agur eta ohore, Salu.