«Es evidente que Galindo tuvo méritos más que sobrados para el ascenso». El que fuera ministro de Interior y Justicia en la época final del Gobierno de Felipe González, Juan Alberto Belloch, ha expresado de esta manera su apoyo y defensa hacia Enrique Rodríguez Galindo, exgeneral de la Guardia Civil, con relación a los GAL en una entrevista con ‘El Periódico de Aragón’.
Estas declaraciones se presentan en el marco de la publicación de su libro titulado ‘Una vida a larga distancia. Memorias de un juez y político independiente’, en el que Belloch repasa su etapa como ministro de Justicia e Interior, cargo que ejerció desde 1994 hasta que el PSOE perdió las elecciones de 1996, años en que afloraron algunos casos de guerra sucia.
Fue precisamente Belloch quien puso a Galindo el fajín de general en septiembre de 1995, cuando ya era manifiesta su implicación en las muertes de Joxean Lasa y Joxi Zabala, cuyos restos se habían identificado un año antes y después de permanecer diez años abandonados en una morgue de Alacant.
Preguntado por el ascenso de Galindo pese a las sospechas que terminaron en condena por la muerte de los dos tolosarras, Belloch señala que «había que distinguir a Galindo investigado por la Policía y por la Justicia, que implicaba un proceso penal que terminó en condena».
«Es evidente que Galindo tuvo méritos más que sobrados para el ascenso. Yo creía que lo normal era que las dos vías siguieran separadas», señala. Galindo fue condenado a 75 años de cárcel por el secuestro, torturas y muerte de Lasa y Zabala, pero finalmente cumplió cuatro en prisión, ya que fue excarcelado en 2004 alegando problemas de salud. Murió en 2021, 17 años después de ser liberado, a causa del covid.
Es en este contexto en el que Belloch señala que Galindo merecía dicho ascenso porque «el número de agrupaciones de ETA» que se detuvieron en los años de Galindo fue «espectacular». «Era el que mejor resultados obtenía y el que más información llegó a acumular». Aunque fuera a base de torturas: «Por eso hay que mantener la dualidad. Se pasó y cometió delitos y ha sido juzgado. Pero las cosas no son tan sencillas. No toda la información que tenía Galindo procedía de virtuales malos tratos (sic). Eso no es verdad. Al revés. La tortura no servía para nada porque ETA daba órdenes concretas para que los militantes dijeran todo en lo que habían participado para evitar la desmoralización».
Preguntado por si volvería a ascender a Galindo, Belloch responde que «sí, sin ninguna duda. Y en cuanto a facilitar la instrucción de su causa, sin ninguna duda también. Pero no te olvides de que es muy simplificador el pensar en buenos y malos. La información en materia antiterrorista se obtenía con contactos con los servicios de espionaje exteriores, confidentes…».
De esta manera, Belloch vuelve a confirmar que Gobierno español era plenamente consciente de lo que ocurría en Intxaurrondo e incluso lo amparaba, pese a que el exministro se jacta de «dar la orden de parar». «Yo di la orden, de que fuera el primero, no estoy seguro. Ordené que dejaran de existir las escapadas a la red. Llamé al comando de la Guardia Civil y le expliqué que conmigo se había acabado la red. Me dijo que eso les impedía ser eficaces en la lucha contra ETA. Y yo le respondí lo que pensaba entonces y pienso ahora: que la tortura no sirve para nada y es contraproducente, tanto como el GAL y en la misma escala moral».
Sin embargo, en 1995, año en que Belloch fue ministro de Interior y de Justicia de principio a fin, el equipo de Paco Etxeberria que realizó el informe del IVAC encargado por el Gobierno de Lakua tiene registrados 99 casos de tortura. En 1994 y 1996, en que dirigió el Ministerio parcialmente, fueron 125 y 88 respectivamente.
«La gente no estaba en contra de los GAL»
Con todo, Belloch reconoce que, tras la muerte de Francisco Tomás y Valiente a manos de ETA, pensó que «contra ETA, todo podía valer. Afortunadamente, no me lo creí mucho tiempo y aposté por la senda constitucional y no por hacer lo que te pedía el cuerpo en aquel momento».
Así, indica que «los mayores detractores del GAL los elogiaban abiertamente y pedían su legitimación en artículos editoriales en los años previos porque se necesitaban en la batalla contra ETA. De la noche a la mañana, decidieron cambiar de bando». Se entiende que se refiere a Pedro J. Ramírez y a ‘El Mundo’.
«En general, y esto lo sabíamos muy bien porque las encuestas salían del Ministerio del Interior, la gente no estaba en contra de los GAL, sino más bien de la torpeza con la que actuaron. Tener todas las semanas un asesinado en la puerta es difícil de mantener mucho tiempo. No hubo grandes críticas a los GAL en su momento original, sino ya en una fase posterior en la que se ha utilizado en la lucha partidista», añade.
«En tal caso, se hubiera hecho mejor»
Preguntado acerca de si los GAL podrían haber mantenido su actividad de no ser por «esa torpeza», Belloch afirma que «lo que desde luego hubiera durado mucho más años habría sido el terrorismo». A su juicio, los GAL eran «gasolina para ellos, el instrumento del que se servía ETA para hacer proselitismo en sus bases y fuera de España».
De este modo, afirma que apoyar a los GAL fue una «torpeza enorme» por la pérdida de relación confiable entre el Estado español y francés. «La relación retrocedía años con cada atentado de los GAL, lo que provocaba la indignación de Felipe González porque sabía que a las siete de la mañana tendría la llamada del Gobierno de Francia», agrega.
A su juicio, «Francia estaba convencida» de la existencia de la guerra sucia, pero para Belloch los GAL no eran más que «una banda de incompetentes desarrapados que podían tener el apoyo de algunos servicios del Gobierno, pero cuyas propias formas de actuación demuestran que no era terrorismo institucional». «En tal caso, se hubiera hecho mejor», remarca el exministro.
Sin embargo, en la entrevista con ‘El Periódico de Aragón’, asegura que «hubo hombres del estamento político que acompañaron e hicieron posible los atentados del GAL, pero eso no son las instituciones. Todos los responsables dentro de las instituciones y fuera de ellas fueron condenados».
«El coste del GAL fue mínimo»
Preguntado por la financiación de los GAL, Belloch apunta que, «si dejamos fuera el tema de Roldán», en realidad, «el coste del GAL fue mínimo, no representaba económicamente nada significativo».
«Y había voluntarios a barullo para sufragar sus gastos: desde empresarios amenazados de muerte hasta víctimas indirectas por el asesinato de sus padres, hermanos o amigos. Era evidente que podían financiarse al margen de las instituciones. Eso no fue lo que determinó el fracaso, sino su incompetencia profesional», insiste.
Respecto al final del terrorismo de estado, Belloch apunta que «tuve bastantes datos como para saber que los GAL desaparecieron con Corcuera». Y preguntado si la equis de los GAL podría haber sido el exgobernador civil de Bizkaia Julián Sancristóbal, indica que «está muy bien la pregunta, pero lo único seguro es que Felipe González no era la equis».
Roldán y el Cesid
Respecto a los tejemanejes de los aparatos del Estado para resolver la fuga del exdirector de la Guardia Civil y corrupto Luis Roldán, Belloch reconoce que el intermediario del espía Paesa al que pagó 300 millones de pesetas para detener a Roldán fue Manuel Cobo del Rosal, abogado defensor de Rafael Vera.
«La elección de la persona procede de la dirección de la Policía, que nos facilita la información de que Cobo del Rosal había ayudado en numerosas ocasiones a los servicios de Inteligencia, por lo que era de su plena confianza», dice.
Asimismo, subraya que fue el propio Cobo del Rosal quien se quedó el dinero. «No he creído nunca que Roldán se muriera rico, porque alguien le engañó. Le engañamos muchos: nosotros desde el ministerio, haciéndole creer a través de Cobo del Rosal que no iba a ser condenado por determinados delitos. Evidentemente, era falso, un artilugio para que se entregara a la Policía. Y después fue debidamente engañado por Paesa, que no le ayudó a restablecer su vida con recursos económicos en un lugar más tranquilo. Probablemente, el dinero se lo quedó Paesa, pero es una especulación. No tengo pruebas», sentencia.