Estepan Stassecco
Iruñea

El fin es sobrevivir para sobrebeber, pero si además se goza ya es un lujo

Los sanfermines, fiesta pagana donde las haya, son días para el pecado, también en lo que a cuestiones gastronómicas se refiere. Aquí no hay dieta que valga, el único objetivo es salir vivos tras nueve días de fiesta. ¿Que cómo se hace? ¿Cómo? Pues comiendo.

Mirada de amor hacia un plato lleno de fritos.
Mirada de amor hacia un plato lleno de fritos. (Idoia ZABALETA | FOKU)

Para empezar, un disclaimer y un spoiler. Vamos primero con la advertencia: si alguien espera en estas líneas un tratado sobre dietética y nutrición, puede, por su bien, pasar página. Y es que estos consejos contravienen cualquier planteamiento para una dieta sana y equilibrada, e incluso, si uno se descuida, alguna convención de Naciones Unidas.

Para los y las iruindarras, todo esto puede ser una perogrullada, una obviedad. Pero tal vez aquellos y aquellas que nunca hayan pisado las fiestas de esta gloriosa ciudad tienen derecho a conocer la fórmula secreta para salir vivo a nueve días y nueve noches de fiesta y desparrame. Nueve días en que lo único verde que uno puede llevarse a la boca son las aceitunas del vermú y la única fruta, las cortezas del cubata, el limón del sorbete de Gazteluleku o, si me apuran, el propio patxaran.

Hay que dejar claro que el objetivo primordial, y casi único, es sobrevivir e intentar llegar al día 14 de una pieza. Si puede ser con dignidad y habiendo llenado el buche con más calidad que cantidad, mejor que mejor, pero esto no es, para nada, conditio sine qua non. Sobrevivir. Nada más. Y nada menos.

Las gambas, sin la menor duda, son el crustáceo más sanferminero. (Idoia ZABALETA/FOKU)

El spoiler tampoco sorprenderá a nadie, aunque más vale dejarlo por escrito: tras el alcoholazo y el festival calórico, es posible que tengamos que hacerle un nuevo agujero al cinturón. Pero, como suele decirse, que nos quiten lo bailao.

El inicio oficioso de las fiestas llega unas horas antes del cohete, y todo arranca, como no podía ser de otra manera, alrededor de una mesa y vestidos ya de blanco riguroso. Todo ello, claro está, tras las preceptivas pruebas para verificar si cabemos en los pantalones de ediciones pasadas.

Para ese primer almuerzo, poco misterio: magras con tomate y un par de huevos fritos. Patatas fritas, piquillos o unos pedazos de txistorra son acompañantes perfectos. Que no falten buenos caldos para ayudar a pasarlo todo y pan para rebañar hasta dejar el plato como una patena.

Más allá del día 6, cualquier mañana es buena para almorzar: huevos con todo, ajoarriero, carrilleras, chipirones... 

Una vez estalle el chupinazo y nos hayamos anudado el pañuelico al cuello, las riadas de cerveza, vino, marianito y otros elixires serán históricas. Iba a decir memorables, pero puede no ser la mejor expresión. Y es que todo el mundo sabe que, permítanme adecuar el refrán, de aquellas riadas, estas lagunas.

En cualquier caso, la única fórmula para hacer frente a los calurosos días, a las noches oscuras y a los soleados mañaneos es hacer caso a nuestro instinto.

En sanfermines no se come «cuando toca». Olviden las rutinas de comer a las 14.00 y cenar a las 21.30. Se llena la tripa cuando el cuerpo lo pide. Y si puede ser picoteando a lo largo de toda la jornada, mejor que mejor. Más vale gastar en fritos que en ibuprofenos.

Quienes acudan al tendido Sol no dejarán de zampar: estofado, pimientos rellenos... y hasta albóndigas para beber si se tercia.  

Podría decirse, de hecho, que lo único que tiene horario fijo son los churros de la Mañueta, cuyos fuegos se prenden antes del amanecer para que, a partir de las 6.00, y hasta las 11.00, podamos degustar esos churros artesanos, elaborados a la antigua usanza, y con un toque sin igual.

Siempre en compañía

Ya sea con el almuerzo en una peña, en un restaurante, en una mesa improvisada en plena calle o sea simple un bocata en el Oinez Txokoa, lo importante en estas fiestas es disfrutar en compañía. Pueden ser familia, amigos, cuadrilla o incluso alguien que acabamos de conocer tras una fraternal gaupasa. Esa buena compañía elevará cualquier fritanga sanferminera a un nivel supremo.

La churrería de la Mañueta, fragua de Vulcano de la lorza iruindarra. (Idoia ZABALETA/FOKU)

Y hablando de fritangas, no podemos terminar sin citar a otra de las grandes protagonistas de estas fiestas: la fritura. No hay resaca que no pueda levantar un buen marianito fresco acompañado de una buena bola de pimiento, un frito de huevo o unas gambas con gabardina. Pura vida.

Mil maneras de maridar el marianito: croquetas variadas, fritos de huevo, rabas, bravas, gambas rebozadas...

Cuando la noche se nos eche encima, kebabs, pizzas, perritos calientes, o hamburguesas, ya sea en alguno de los locales de Alde Zaharra o en los diferentes puestos ambulantes que encontraremos en las calles serán unos aliados inmejorables para reponer fuerzas.

Todo lo citado anteriormente puede tal vez servir de ayuda. O puede no valer un duro. ¿Lo mejor? Sumergirse en sanfermines, dejar que todo fluya... y la comida aparecerá en nuestro camino. On egin!