Con la ausencia del inquilino del Kremlin, Vladimir Putin, sobre quien pende una orden de arresto de la CPI, el grupo de economías emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) arrancó ayer en Johannesburgo su XV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, la primera presencial tras la pandemia para abordar, la expansión del bloque.
Se esperaba a los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; China, Xi Jinping; y Sudáfrica, Cyril Ramaphosa; así como al primer ministro indio, Narendra Modi, en el Centro de Convenciones de Sandton, corazón financiero de la urbe sudafricana, pero Putin tendrá que conformarse con asistir por vía telemática; está representado físicamente por su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov.
Si el presidente ruso pisara Johannesburgo, Sudáfrica, como Estado miembro de la Corte Penal Internacional (CPI) CPI, estaría obligada a detenerle en virtud de la orden de arresto contra él por presuntos crímenes de guerra en Ucrania, un hecho que provocaría una gravísima crisis diplomática y habría dado al traste con la cumbre.
En un brete por la actual crisis bélica europea, el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, insistió en un discurso televisado el domingo en la neutralidad de su país en el contexto político actual y en que no se dejarán arrastrar por las dinámicas de disputa de las potencias globales.
«Los pilares clave de nuestra política exterior incluyen la promoción de los derechos humanos, la paz y la estabilidad y el fortalecimiento de los lazos comerciales con otros países», recordó, para advertir que «no nos veremos envueltos en una competencia entre potencias globales. En cambio, nuestro país se esforzará por trabajar con todos por la paz y el desarrollo global».
En ese sentido, Ramaphosa puso en valor al grupo de los BRICS como un foro desde el que se pide un mundo «más equitativo, equilibrado y gobernado por un sistema inclusivo de gobernanza global».
«Los BRICS pueden moldear colectivamente la dinámica global y, actuando juntos, tienen el potencial de impulsar cambios significativos en la economía mundial y las relaciones internacionales», remarcó el presidente sudafricano.
Sobre la agenda de la reunión que se celebra en Johannesburgo, que culmina mañana, se espera que la expansión del bloque sea el tema estrella.
Lista de espera
Unos cuarenta países han expresado interés en ingresar en ese club, según el Gobierno de Sudáfrica, que protagonizó en 2010 la primera ampliación del bloque y ejerce este año la presidencia rotatoria del grupo.
«El contexto geopolítico actual ha impulsado un interés renovado en la pertenencia a los BRICS a medida que los países del Sur Global buscan alternativas en un mundo multipolar», afirmó la ministra sudafricana de Relaciones Internacionales, Naledi Pandor.
El bloque, que aún debe acordar los criterios de admisión, busca más peso en las instituciones internacionales, hasta ahora dominadas por Estados Unidos y Europa, si bien Pandor se apresuró a aclarar que los BRICS no son «anti-Occidente».
Pandor reveló que ha recibido «expresiones formales de interés de los líderes de 23 países», incluidos Irán, Argentina, Arabia Saudí, Bolivia, Cuba, Honduras, Venezuela, Argelia, Marruecos, Nigeria, egipto, Etiopía, Tailandia e Indonesia.
Irán, cuyo presidente, el principalista (integrista y conservador) Ebrahim Raisi llega hoy a Johannesburgo, recordó que solicitó su ingreso en los BRICS en 2022 y que «es uno de los pocos países que mantiene diálogo y cooperación con todos los miembros de BRICS».
Precisamente, el Kremlin aseguró la pasada semana que Putin habló por teléfono con Raisi sobre la adhesión de Irán al bloque de los BRICS.
Rusia y China abrazan con entusiasmo la idea de abrir la puerta a nuevos miembros. Pekín desea ampliar su influencia geopolítica en competencia con EEUU, mientras Moscú necesita aliados para contrarrestar su aislamiento diplomático provocado por la guerra en Ucrania.
Sin embargo, el resto de socios del bloque –Sudáfrica, Brasil e India– han mostrado un apoyo más contenido.
Está por ver si la cumbre logrará «avances importantes» sobre la expansión, algo «todavía muy en el aire», aseguraba la experta en política internacional Sanusha Naidu. Aunque la integrante de The Institute for Global Dialogue, un laboratorio de ideas con sede en Pretoria (Sudáfrica), añadía que «esta es una cumbre muy importante. Nunca había visto tanta atención por una cumbre de los BRICS».
Frente al dolar
También se espera que la cumbre trate la «desdolarización» de sus economías, es decir, el impulso de monedas locales para comerciar en detrimento del dólar, un postura que respalda el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), establecido por los BRICS en 2015.
El diplomático Eduardo Saboia, «sherpa» (negociador) de Brasil para los BRICS, adelantó la semana pasada que la cumbre de Johanesburgo acogerá «la discusión sobre el uso de monedas locales para transacciones comerciales» y que «es posible que haya un resultado en esa área».
El dólar ha ganado terreno frente a las monedas de los mercados emergentes desde que Rusia invadió Ucrania y la Reserva Federal estadounidense comenzó a aumentar los tipos de interés para combatir la inflación a principios de 2022, una decisión que provocó que la deuda en dólares resultara más costosa para esos países.
Lo que no se pondrá encima de la mesa, según los organizadores sudafricanos, es la creación de una moneda común de los BRICS, que defiende Lula con fervor.
China e India
India, cuyo primer ministro, Narendrá Modi, participa en la cumbre, ve con mayor entusiasmo profundizar en la desdolarización que abrir los BRICS a nuevos miembros. No en vano el líder panhindú está tratando de potenciar la rupia india, por la que ya se rige su comercio con la satrapía de Emiratos Árabes Unidos.
Modi mantendrá reuniones bilaterales, aunque fuentes oficiales no han especificado si uno de ellos será el presidente de China, Xi Jinping, en medio de la tensa relación que mantienen ambos países y que se vio este año acrecentada por varias disputas fronterizas.
Jinping llega a la cumbre en medio de señales que apuntan a incertidumbres sobre el milagro económico chino, y que podrían amenazar con ensombrecer su ya tercer y hasta ahora incontestado mandato.
Brasil, Rusia, la India y China crearon en 2006 el grupo BRIC, al que se unió Sudáfrica en 2010 añadiendo al acrónimo la letra S.
El bloque representa más del 42% de la población mundial y el 30% del territorio del planeta, así como el 23 % del producto interior bruto (PIB) y el 18 % del comercio globales. Y va a más.