Barakaldo ha sido escenario por segundo día consecutivo de una protesta para denunciar la muerte de Irune, una mujer sin techo de 42 años que fue hallada sin vida el sábado pasado en un cajero automático de Kutxabank en la plaza de Santa Teresa, en el barrio de Beurko-Bagatza. Este viernes la movilización ha sido convocada por la plataforma contra la exclusión social Berri-Otxoak y el centro asesor de la mujer Argitan, una jornada después de la convocada por la plataforma Beste Bi contra la exclusión residencial.

Mediante la concentración que ha tenido lugar al lado de donde fue encontrada la mujer, los colectivos sociales han exigido al Ayuntamiento de Barakaldo y al resto de instituciones públicas «medidas reales» que den respuesta a la realidad de las personas que carecen de vivienda y malviven en las calles.

Los convocantes han denunciado «la insuficiente dotación de recursos y trabas al acceso a las redes de acogida, al albergue municipal o al empadronamiento». En ese sentido, han recordado que en junio el Ayuntamiento de Barakaldo «cerró el albergue para mujeres sin hogar de Rontegi, que disponía de seis plazas, y prescindió del programa de Educadores de Calle, que daba respuesta a las situaciones de sinhogarismo más crítico».

Ante esta «evidente insuficiencia de servicios sociales de protección, como evidencia de la forma más trágica el fallecimiento producido en una de las principales plazas de la localidad», la entidad en defensa de los derechos de las mujeres y la asociación barakaldesa contra la precariedad han reclamado al equipo de gobierno «que ofrezca una solución y vivienda digna a todas las familias del municipio y a las personas sin hogar del municipio».

70 personas en las calles

Según han advertido, «la apuesta por parte del Gobierno municipal por una política de recortes conlleva la existencia de 70 personas sin hogar sobreviviendo en las calles de Barakaldo».

Por otro lado, han recordado que la de este pasado sábado es «la cuarta muerte de una persona sin hogar en las calles de Barakaldo en los últimos seis años». En ese sentido, han destacado que los años que no ha fallecido una persona sin hogar han sido durante los años de reforzamiento de los recursos sociales ante la situación de la pandemia.

Berri-Otxoak y Argitan han afirmado que «la saturación de los servicios municipales y la falta de recursos destinados a atender a la totalidad de personas sin hogar supone que decenas de personas duerman en las calles, soportales o cajeros de la localidad».