Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad
Entrevue
Joseba Egibar
Presidente del GBB del PNV

«El guion de Lizarra-Garazi sirve hoy; sigue pendiente abordar el conflicto»

Joseba Egibar fue uno de los interlocutores del PNV en las conversaciones previas al Acuerdo de Lizarra-Garazi y protagonista de un proceso que no llegó a cuajar definitivamente pero cuyos principios pone en valor. Recuerda, en este sentido, que el conflicto político, «evidentemente, existe».

Joseba Egibar
Joseba Egibar (Juan Carlos RUIZ | FOKU)

Con la perspectiva que da un cuarto de siglo, ¿qué valoración hace de Lizarra-Garazi?

En aquel momento en la política vasca se produjo un punto de inflexión. La política estaba condicionada evidentemente por la acción armada de ETA y por otro tipo de violencias, y dos fuerzas políticas, Batasuna –era Herri Batasuna, Batasuna nació unos años después– y nosotros pensamos que tocaba hablar para intentar proponer a la ciudadanía una salida. Porque el atasco era permanente, todo estaba condicionado por acciones de violencia.

Creo que la clave de Lizarra-Garazi fue que desde la gestación hasta su plasmación la gestión fue política, entre partidos políticos. Cada uno tendría después sus formas de contraste, pero el texto, que contiene una identificación de las causas del conflicto, el método, el proceso, se escribió desde la política. A mano, además. Eso le dio una fortaleza, y unido a que ETA declaró el alto el fuego provocó una explosión de ilusión y compromiso entre las formaciones políticas que creo que no ha habido igual en la política vasca.

Pero no llegó a buen puerto.

ETA entendió que no controlaba el proceso y quiso remover las condiciones de su alto el fuego. Cuando al año siguiente volvimos a estar con ETA, nos manifestó que si no aceptábamos otra condición sobre unas elecciones constituyentes en toda Euskal Herria el alto el fuego quedaba en suspenso. El PNV dio la contes- tación en la misma reunión, diciendo que no, y se nos comunicó que el alto el fuego estaba en suspenso, que a partir del 30 de noviembre acababa. Fracasó, entiendo, porque ETA no aceptaba el liderazgo fuera de su ámbito, de su acción. No lo admitían y rompieron.

¿Todo lo que hemos vivido después habría sido posible sin Lizarra-Garazi?

Lizarra-Garazi contribuyó a que las posiciones de unos y de otros fueran madurando. Creo que sí tuvo un punto de inflexión, y que la izquierda abertzale extrajo una conclusión que después le lleva a conseguir el alto el fuego definitivo y la disolución de ETA. Eso tiene unos previos también, otro proceso con el Gobierno español en torno a 2006, con sus idas y vueltas. Cuando la izquierda abertzale toma la decisión de apostar inequívocamente por la política y por las vías democráticas es cuando termina ETA.

La actitud del Estado, y de PP y el PSOE, fue muy beligerante, pero hubo cosas que, vistas ahora, llaman mucho la atención. José María Aznar habló, por ejemplo, de «Movimiento Vasco de Liberación».

Sí... No solo fue esa definición, Aznar envió una delegación a hablar con ETA. Nosotros hablábamos con el PP y le manifestamos que íbamos a intentar resolver esto. Él –Aznar– preguntaba a ver si en la piscina a la que nos íbamos a lanzar había agua,  y le respondíamos, ‘tú tendrás que saber si hay agua’. Arzalluz le decía: ‘con todos los instrumentos que tienes en tu mano, ¿no sabes si hay voluntad por parte de ETA de emprender un proceso de diálogo?’. Él hizo también sus sondeos, y a nosotros no nos decía nada. A nosotros lo que nos hizo con este tema fue someternos a un marcaje y a una persecución, política y no política. También policial.

 

«Afortunadamente no hace falta abordar la fase que trataba la desaparición de la violencia, pero sí se puede abordar el carácter de la negociación y cuáles son las claves de resolución. Hoy, cuando estamos hablando del debate sobre el modelo territorial del Estado, estamos hablando de eso»



Euskal Herria es hoy muy diferente, pero sigue habiendo un problema político irresuelto. Lizarra-Garazi dejó una frase: «Euskal Herria tiene la palabra y la decisión». ¿Sigue siendo esa la clave?.

Sí, sí. El conflicto político, evidentemente existe. En Lizarra-Garazi establecíamos unos principios: que Euskadi/Euskal Herria tiene un conflicto no resuelto, que afecta a su convivencia política, y que hay una serie de consensos básicos que tenemos que articular sobre reglas, ámbitos de soberanía y marcos que son objeto de discusión. Eso decíamos en Lizarra y son las cuestiones que hay que resolver. El guion de Lizarra-Garazi sirve hoy.

Afortunadamente no hace falta abordar la fase que trataba la desaparición de la violencia, pero sí se puede abordar el carácter de la negociación y cuáles son las claves de resolución. Hoy, cuando estamos hablando de la definición o la redefinición y del debate sobre el modelo territorial del Estado español, estamos hablando de eso. Cuando Puigdemont habla desde Bruselas habla del reconocimiento de un conflicto histórico y de naturaleza política. Habla de que cese la persecución judicial, pero también de la legitimidad democrática del proyecto independentista. Los conflictos hay que abordarlos desde el diálogo y la negociación, y eso es algo que sigue pendiente.

¿Dónde están las urgencias de cada cual? Esa es otra cuestión, porque desde mi punto de vista, y con todo el respeto, creo que la izquierda abertzale tiene ahora una urgencia mayor, que es negociar las soluciones a las consecuencias del conflicto armado. Pero lo que nos jugamos en esta nueva legislatura, si es que arranca sin una repetición electoral, son muchas cosas, y vamos a ver también qué empeño tiene Sánchez en poner sobre la mesa todas estas cuestiones.