En 1994, Moustafa al-Sounounou regresó a Gaza junto al líder palestino Yasser Arafat después de la firma de los Acuerdos de Oslo, llevando consigo la esperanza de que la región se convirtiera en una especie de «Singapur» de Oriente Medio.
Tres décadas después, este sueño se ha desvanecido y los Acuerdos de Oslo no han logrado la paz tan esperada entre palestinos e israelíes.
«Pensábamos que el país sería como Singapur: pasajes abiertos, oportunidades de trabajo para nuestros hijos, un Gobierno, un aeropuerto, un puerto y un pasaporte», asegura a la agencia AFP Al-Sounounou, quien tiene ya 57 años.
«Pensábamos que el Estado estaba a nuestro alcance», añade, no sin amargura, este palestino que hace dos meses abrió un restaurante de comida rápida a unos cientos de metros de la antigua residencia presidencial de Arafat, en el barrio de Al-Rimal, en Gaza.
Cuando Arafat regresó a los Palestina en julio de 1994, después de 27 años de exilio, para establecer la Autoridad Palestina (ANP), Al-Sounounou fue nombrado capitán de la Guardia Presidencial y luego coronel.
Pero en 2008 fue jubilado anticipadamente, como miles de miembros de los servicios de seguridad de la Autoridad Palestina, a consecuencia de la guerra fratricida en Gaza entre Fatah y el movimiento islamista Hamas.
El sentimiento de desilusión de Al-Sounounou está muy extendido en Gaza. Los jóvenes se centran en buscar trabajo, intentar acceder a la vivienda, a la electricidad o al agua corriente.
Problemas exacerbados por el bloqueo israelí impuesto a este estrecho territorio desde 2007.
Unos 2,3 millones de palestinos viven ahora en la Franja de Gaza, donde, la tasa de desempleo supera el 45% e incluso llega al 70% entre los jóvenes.
Israa Mourad, de 21 años, se lamenta de que «todos los países tienen aeropuertos, puestos fronterizos, puertos (...), pero nuestro aeropuerto ha sido destruido y nuestros cruces están cerrados. Estamos en una prisión».
«Ninguna oportunidad»
A finales de 1998, los palestinos celebraron la apertura del primer aeropuerto de Gaza, en presencia de dirigentes extranjeros. Pero fue destruido en 2001 por Israel durante la Segunda Intifada. «No me interesa. Los jóvenes buscamos empleo y un futuro mejor», zanja Imane Hassouna, un estudiante de 20 años, refiriéndose a los Acuerdos de Oslo. Para Ahmed al-Abadla, de 20 años, el sueño de un Estado palestino ya no es viable. «Oslo es solo tinta sobre papel».
Desde finales de 2008, la Franja de Gaza ha sido escenario de cuatro agresiones que han provocado miles de muertes, especialmente entre palestinos.
«No hay ninguna posibilidad de paz entre los palestinos e Israel. Lo que fue tomado por la fuerza solo puede recuperarse por la fuerza», afirma Israa Mourad, estudiante de la Universidad Al-Aqsa en Gaza.
Hassan Asfour, otrora negociador palestino residente en Egipto, acusa a los extremistas de ambos bandos «de haber conspirado para frustrar Oslo». Pero concede que «deshacerse de Oslo se ha convertido en una necesidad nacional, para permitirnos mirar hacia el futuro».
De cualquier manera, concluye Al-Sounounou, «el sueño de un Estado se ha hecho añicos».
Colaboración
El asesor de Seguridad Nacional del Gobierno israelí Tzachi Hanegbi confirmó contactos regulares desde hace meses ocho meses con la Autoridad Palestina, a la que ve «muy activa en el diálogo» que incluye a EEUU y Arabia Saudí.