Finalista en la última edición de la Champions League, el Inter de Milán llega a Donostia para medir la capacidad de la Real al máximo nivel continental. Se podría decir que no había mejor debut posible para los txuriurdin que contra el experimentado conjunto de Simone Inzaghi, cuya fuerza en Europa en las últimas tres o cuatro temporadas ha sido evidente.
Se podría decir incluso que el Inter es el mejor equipo italiano en este momento y subrayar ese último término: i-ta-lia-no. O sea, un equipo bien preparado tácticamente y con una identidad tricolor muy definida, empezando por su entrenador, representante de esa Emilia-Romagna fértil tanto para la alimentación como para el calcio.
«Chollos» del mercado
El Inter llega a Donostia en plena forma. En la última jornada de la liga italiana ha destrozado al Milan en el derbi, 5-1, con un doblete de Mkhitaryan, el armenio que pese a sus 34 años sigue siendo todo un maestro en la medular; un poco como lo era David Silva para la Real.
Los nerazzurri tienen muchos jugadores de experiencia y al mismo tiempo una plantilla repleta de chollos de mercado, empezando por el mismo Mkhitaryan. El once de gala de Inzaghi cuenta con gente que ha llegado con carta de libertad como los defensas De Vrij y Acerbi, en el centro el turco Calhanoglu y también el delantero Marcus Thuram, la sensación que está marcando el inicio de esta temporada con dos goles anotados en cuatro partidos.
En un momento histórico en que parece que sin un bolsillo lleno no se puede fichar, el Inter rema a contracorriente y con bastante éxito. Las dificultades económicas de la propiedad, la familia china de los Zhang, han sido un factor que ha propiciado la construcción de este «instant team», de este equipo preparado para ganar enseguida, sin muchos experimentos. Incluso el fichaje-estrella del verano, Davide Frattesi, no es titular.
Los hombres-franquicia del conjunto milanés, de hecho, son dos: Lautaro Martínez, el delantero argentino muy completo y peleón, y el mediocentro sardo Nicolò Barella, revulsivo e incansable, campeón de Europa con la selección italiana en 2021. En su 3-5-2, Simone Inzaghi prefiere dejar el balón al rival (no llega al 50% de posesión como promedio en la liga) y esperar la ocasión propicia para la contra, aprovechando la velocidad de sus intérpretes ofensivos. En este aspecto sí, el Inter es muy italiano.
La experiencia de los «bauscia»
En general se trata de un club con mucha experiencia. Si la Real no juega en la Champions desde 2013, los nerazzurri ya han ganado tres veces esta competición y en otros tres casos han llegado a la final, incluida la del 10 junio pasado contra el Manchester City. Es un Inter que ha ganado también tres veces la Copa de la UEFA, perdiendo aquí también dos veces la final, la última en 2020 contra el Sevilla de Lopetegui.
Teniendo en cuenta que el club milanés es el único que nunca ha descendido a segunda división en Italia y que tiene 19 ligas ganadas, se puede ver que estamos hablando de una superpotencia. No atesora quizás el legado mítico de los «primos» del Milán en Europa, pero sí ha sido el único equipo italiano capaz de completar el triplete. Fue en 2010, con José Mourinho en el banquillo y un once sin demasiadas estrellas internacionales: Diego Milito, Wesley Sneijder, Samuel Eto'o y sobre todo una defensa que no dejaba pasar ni un alfiler, compuesta por Julio Cesar, Maicon, Samuel, Lucio y Chivu, y protegida por Cambiasso y el capitán Javier Zanetti.
Aquel era un equipo sin italianos entre los titulares, fiel al nombre completo del club: Internazionale. Nacido en 1908 de una escisión por parte de algunos socios del Milán, los nerazzurri siempre han sintonizado en los últimos años con las clases sociales más acomodadas de la ciudad.
De hecho, el apodo clásico de los hinchas del club es los «Baüscia», una palabra que en dialecto milanés define tanto la baba como a una persona soberbia. Por contra, los del Milán son los «Cacciaviti», es decir, los «atornilladores», porque venían de las clases sociales más humildes. Aunque ahora estas diferencias son casi nulas; Milán es una ciudad industrial y moderna, con los pisos que valen 6.0000-7.000 euros por metro cuadrado, pocos obreros y miles de trabajadores, sobre todo en el sector terciario; es la capital del capital. Y las relaciones entre los clubes, bastante tranquilas.
Meazza, Mazzola, Facchetti y los otros mitos
Entre los miles de jugadores importantes que han vestido la camiseta nerazzurra hay que destacar dos o tres nombres. El primero es quizás el jugador italiano más importante en la historia del calcio: Giuseppe Meazza.
Si les suena, es normal: se trata también del nombre oficial del estadio de Milán, llamado San Siro por el barrio donde fue construido, y que fue rebautizado en honor al fenomenal «Peppín» después de su muerte en 1979.
Meazza fue el primer divo del calcio. Aparecía en películas y en anuncios publicitarios y, aunque jugara también en el Milán, fue sin duda una bandera del Inter. Milanés del barrio de Porta Vittoria, donde hoy en día están los tribunales, era un interior-mediapunta rápido y ambidiestro. Además de un ganador, era un vividor tremendo, un personaje absoluto fuera de la cancha, donde fumaba dos paquetes de cigarros al día y tenía muchas amantes con sus ojos azules y el pelo engominado.
Para el Inter fue también entrenador de los juveniles y descubridor de talentos. Y sobre todo de Sandro Mazzola, otra gran figura del club, que creció y se convirtió en campeón gracias a los consejos y al cuidado de Meazza. Mazzola fue líder de los nerazzurri casi durante dos décadas entre los 60 y los 70, junto a otros campeones que construyeron el legado de la Grande Inter ganadora de dos Ligas de Campeones seguidas (1964 y 1965) con ‘El mago’ Helenio Herrera en el banquillo.
La alineación de aquel equipo se conoce de memoria incluso entre los aficionados neutrales: Sarti, Burgnich, Facchetti, Bedin, Guarneri, Picchi... hasta llegar a Mazzola, el recién fallecido Luis Suarez Miramontes y Mario Corso. En una de las primeras películas del director Nanni Moretti, ‘Ecce bombo’, dos amigos del protagonista que se están preparando para el examen final en el instituto, en vez de enumerar el listado de los presidentes de la República, recitan la alineación de la Grande Inter.
Muchos del once de gala de Herrera han muerto, casi todos. Algunos de manera trágica y repentina, empezando por Armando Picchi, el líbero y capitán de aquel equipo, al que mató en pocas semanas un tumor en la columna vertebral en 1971 mientras entrenaba en la Juventus: tenía solamente 36 años.
Entre las historias más melancólicas, la de Giacinto Facchetti, que había sido otro líder y además vicepresidente: nadie desde 2006, cuando falleció por un cáncer de pancreas (como Meazza), lleva su número, el 3. Una decisión de su gran amigo Massimo Moratti, presidente del Inter por aquel entonces, hijo de Angelo, empresario del mundo del petróleo que había mantenido el mismo cargo durante la era de la Grande Inter y que había celebrado los triunfos de Facchetti y de sus compañeros.
Frente al estadio Giuseppe Meazza en la enorme Plaza Axum, adonde llega el tranvía número 16 desde el centro de la ciudad, se puede encontrar una plazuela que lleva el nombre de Angelo Moratti. Curiosamente, está por detrás de la Curva Sud, donde entran los hinchas del Milán. Los del Inter van por el otro lado, hacia la Curva Nord, comiéndose unos bocatas antes y después de los partidos en el célebre ‘Baretto’.