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Un activista sorprende al líder del Partido Laborista Keir Starmer con un «baño» de purpurina

Keir Starmer, líder del opositor Partido Laborista británico, ha sido cubierto de purpurina verde por un manifestante que ha irrumpido en el escenario justo antes de que empezara su discurso ante la conferencia anual de su partido.

Un manifestante arroja purpurina sobre el líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer, al comienzo de su discurso de apertura ante los delegados en el tercer día de la conferencia anual del Partido Laborista en el noroeste de Liverpool.
Un manifestante arroja purpurina sobre el líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer, al comienzo de su discurso de apertura ante los delegados en el tercer día de la conferencia anual del Partido Laborista en el noroeste de Liverpool. (Oli SCARFF | AFP)

El líder laborista y favorito en las encuestas para ganar las elecciones en Gran Bretaña, Keir Starmer, ha querido darle a su intervención ante el congreso anual de su partido en Liverpool un carácter inspirador, aunque la realidad es que no pudo empezar peor para él: un activista ha irrumpido en escena para arrojarle brillantina encima mientras gritaba ‘Exigimos justicia verde’.

Pese a que el intruso ha sido rápidamente reducido, Starmer ha tenido que recomponer el gesto y despojarse de su chaqueta cubierta de la purpurina negra. Tras la detención del espontáneo, el líder laborista se ha quitado la chaqueta, ha asegurado que no le molestaba y que se alegraba de que no le hubiera caído nada a su mujer porque llevaba «un vestido muy bonito». «Protesta o poder. Por esto hemos cambiado el partido», ha señalado.

Según varios medios británicos, mientras los guardias de seguridad lo llevaban escaleras abajo, el joven ha gritado que «la verdadera democracia la gestiona el pueblo». Un grupo llamado ‘People Demand Democracy’ ha reivindicado estar detrás del incidente. La organización hace campaña a favor de la reforma democrática y ha anunciado en un comunicado que recurriría a la desobediencia civil para promover su mensaje.

Según la agencia Reuters, mientras arrojaba purpurina sobre Starmer, el manifestante había gritado: «La verdadera democracia la dirigen los ciudadanos. La política necesita una actualización... Estamos en crisis, todo nuestro futuro está en peligro».

Congreso laborista y «giro al centro»

Pasado el susto, Starmer ha atacado de inmediato el balance de los recientes gobiernos conservadores para contraponerlo a los logros que el Nuevo Laborismo de Tony Blair alcanzó en el poder. Así, se ha presentado como el hombre que terminará con el «declive infinito de los tories» para lanzar en su lugar «una década de renovación» con el objetivo de gobernar «para el largo plazo». Las encuestas otorgan una gran diferencia, entre los 15 y los 20 puntos, a los laboristas sobre los conservadores, aunque Starmer ha pedido no confiarse «y luchar por cada voto».

Desde que asumió las riendas del principal partido de la oposición hace tres años, a Starmer no le ha temblado la mano para rehacer el partido a su antojo y distanciarlo de la propuesta izquierdista que enarbolaba el hoy defenestrado Jeremy Corbyn. De hecho, durante su intervención de este martes, Starmer ha marcado las diferencias con el antiguo líder para asegurar que «este nuevo camino solo puede venir de un partido cambiado».

Starmer se marcó como primer objetivo reconstruir a un laborismo recién salido en 2019 de una de las peores derrotas electorales de su historia. Para ello, purgó a Corbyn acusándolo falsamente de antisemita y laminó al sector crítico de la formación.

En este sentido, este martes no ha tardado mucho en abordar la guerra entre Israel y las milicias palestinas tras recordar que, con él al frente, los laboristas han «extirpado el antisemitismo del partido desde la raíz».

«Estoy consternado y horrorizado por lo ocurrido en Israel, el asesinato de inocentes, incluidos británicos, por los terroristas de Hamás», ha dicho antes de recordar «el derecho de los israelíes a defender a su gente».

El líder de la oposición tampoco oculta su obsesión por convencer a los empresarios de que los laboristas son el partido de la economía. En esa clave se entiende que tras el discurso de su responsable económica y gran aliada, Rachel Reeves, se proyectase un vídeo del exgobernador del banco central Mark Carney dándole su apoyo.

Reeves, antigua economista del banco central (BoE), ha pilotado la transición laborista desde el programa netamente de izquierdas con el que su exlíder Jeremy Corbyn concurrió a las elecciones de 2019 a la ortodoxia económica que ofrece ahora el partido.

Atrás quedaron las promesas de renacionalizaciones y gasto público formuladas hace cuatro años; el laborismo reinventa la «tercera vía» con la que triunfó Tony Blair hace un cuarto de siglo y busca no ahuyentar al votante moderado.

Sus críticos argumentan que precisamente ese afán por no asustar a nadie hace que las promesas estén poco detalladas o bien carezcan de ambición.