Alessandro Ruta

Meloni, doce meses de tropiezos

El primer año del gobierno encabezado por la líder de extrema derecha en Italia permite un balance. Entre errores garrafales de ministros y aliados que van por su cuenta, Meloni sigue manteniendo un poder firme por falta de alternativas. Y en familia, de capa caída.

La primera ministra italiana, en un acto oficial reciente en Roma.
La primera ministra italiana, en un acto oficial reciente en Roma. (Andreas Solaro | AFP)

Parece haber pasado un siglo pero no, es solamente un año de vida. El Gobierno de Giorgia Meloni en Italia cumple su primera vuelta con el objetivo de llegar a los cinco de legislatura. La sensación no ha cambiado durante estos meses; su victoria llegó en setiembre de 2022 sobre todo por falta de alternativas, cabalgando sobre una narración ganadora que empieza ya a estar contra las cuerdas.

Uno de los momentos más duros para el Gobierno Meloni ha sido, aunque pueda parecer absurdo, la muerte de Silvio Berlusconi. El líder de Forza Italia era, aunque también pueda parecer ridículo, el lado «presentable» de la coalición, que sigue manteniendo al experto Antonio Tajani como vicepresidente del Ejecutivo. Berlusconi, y sobre todo su experimentado equipo de trabajo entre Forza Italia y Mediaset, conservaba una especie de paternidad sobre la figura de Meloni, a través de las televisiones y otros medios de comunicación, y dándole consejos a nivel internacional.

Sin Silvio no hay protección (ni en familia)

Nada es casual en Italia cuando pasa algo gordo. Desde la muerte del «Cavaliere» el equilibrio entre «el partido Mediaset» y el gobierno ha ido cuesta abajo por varias razones: entre otras, los rumores sobre una posible subida de impuestos para el coloso televisívo.

En este enredo entre política e información el primero en caer ha sido Andrea Giambruno, pareja de Giorgia Meloni y padre de su hija Ginevra. Este periodista se había distinguido por unos tropiezos comunicativos durante su programa de tertulias, pero la última gota que ha hecho rebosar el vaso han sido los audios en que Giambruno mantiene una actitud machista, de «gallito» con una compañera de trabajo: »¿Por qué no te he conocido antes?», «Vamos a hacer un trío, aquí follan todos...»

Como quiera que estas grabaciones fuera de antena han sido emitidas por un programa de la misma Mediaset, ‘Striscia la notizia’, una especie de ‘Gran Wyoming’, el impacto ha sido inmediato. De momento Meloni y Giambruno se han separado, con un mensaje público tajante de la primera ministra este viernes, y a nivel de imagen este va a ser un mazazo para ella, cuyo triángulo de apoyo siempre ha sido Dios-patria-familia.

Nada es casual en Italia cuando pasa algo gordo, como los audios emitidos en Mediaset por los que Meloni ha roto con su pareja periodista, protagonista ya antes de varios líos

 

Entre aliados la situación no es muy agradable. La Liga Norte de Matteo Salvini, el otro vicepresidente del ejecutivo, parece ir a su bola empezando por el proyecto del Puente de Messina, para unir las dos regiones del sur de Calabria y Sicilia olvidándose de los efectos medioambientales. Por otro lado, la Liga Norte no se olvida del tema de los migrantes, «residuales» según el ministro de interior Matteo Piantedosi. La crisis de las últimas semanas, según el partido de Salvini, ha sido culpa de Alemania.

Todo sería mucho más dificil si hubiese una oposición unida y no fragmentada entre el Partido Democrático, que está haciendo la guerra interior a su secretaria Elly Schlein, y los populistas del Movimento Cinco Estrellas, los únicos contrarios al conflicto entre Ucrania y Rusia y por esta razón bastante aislados del panorama político a pesar de su 15-18% de votos.

Inadecuados

Mientras, la conclusión más evidente que está dejando este gobierno es una falta de preparación casi total. Y se traduce en haber elegido a gente no adecuada para ocupar puestos clave. Desde el principio se sabía, por ejemplo, que el presidente del Senado, el «mussoliniano» Ignazio La Russa, podía representar un problema. Sus declaraciones sobre los «músicos jubilados» a los que mataron los partigiani en el atentado de Via Rasella en Roma durante la Segunda Guerra Mundial, cuando en realidad eran unos nazis, no eran apropiadas para la segunda figura más importante del Estado. Un La Russa cuyo hijo, además, ha sido involucrado en cuestiones de abusos sexuales a una mujer durante una fiesta.

Se salvan realmente pocos en este álbum, sobre todo los representantes de Fratelli d'Italia, el partido de Giorgia Meloni al que todavía las encuestas sitúan en un 28-30%, más o menos la misma cifra de las elecciones de hace un año. Se puede hacer incluso una clasificación de estos representantes del Gobierno que están destacando negativamente. Merecería el podio Francesco Lollobrigida, el «cuñado de Italia», pareja de Arianna Meloni, hermana de «doña Giorgia»: es el ministro de Agricultura y «Soberanía Alimentaria». Entre sus «perlas», una de las últimas ha sido afirmar que «los pobres comen mejor que los ricos».

Poco acostumbrados a un papel institucional, casi todos los ministros de Fratelli d’ Italia han acumulado frases o escritos inolvidables

 

En realidad casi todos los ministros de Fratelli d'Italia, poco acostumbrados a un papel institucional, han acumulado frases o escritos inolvidables. Uno de los problemas más evidentes que ha tenido que encarar el gobierno este verano ha sido la subida vertiginosa del precio de la gasolina, algo que viene desde lejos y que Giorgia Meloni había prometido contrarrestar quitando las famosas «accise», impuestos indirectos utilizados por parte de casi cualquier gabinete en el pasado para pagar obras públicas. Pues bien, una de las frases top de 2023 ha sido la del ministro del Medio Ambiente, Adolfo Urso: «Sin las accise tendríamos los precios de la gasolina más bajos de Europa». ¿Y quién debería quitarlas?

Se le suman otros exponentes del FDI como el ministro de Turismo Daniela Santanché, cuyas empresas estarían en quiebra, o el de Cultura, Gennaro Sangiuliano, que durante la ceremonia del premio Strega para elegir la mejor novela del año ha deslizado cándidamente que había votado en el concurso sin haberse leído ninguno de los libros candidatos.