Xole Aramendi
Erredaktorea, kulturan espezializatua
Entrevue
Miguel Goikoetxandia
Autor, director y actor de ‘Ezkaba’

«La historia completa del fuerte de Ezkaba solo pueden contarla los muros y los muertos»

Indagar en la historia de nuestro país para suscitar la reflexión desde la escena. Es el objetivo de Miguel Goikoetxandia con ‘Ezkaba’. La obra refleja las durísimas condiciones que sufrieron miles de presos, pero también la solidaridad generada entre barrotes y fuera de la prisión.

 

Miguel Goikoetxandia, en la rotonda de la Memoria Histórica de Berriozar.
Miguel Goikoetxandia, en la rotonda de la Memoria Histórica de Berriozar. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

El último montaje de Iluna Producciones, ‘Ezkaba’, verá la luz este sábado en Artika. Los miembros de la compañía teatral han querido narrar no solo la fuga ocurrida el 22 de mayo de 1938 –había 2.487 personas presas en aquel momento–, también han pretendido reflejar el trato que recibían en la prisión franquista del fuerte San Cristóbal, en Antsoain. El hambre y las condiciones infrahumanas padecidas, pero también el compromiso y la colaboración.

La memoria histórica es un tema que suscita el interés de Goikoetxandia desde hace tiempo. Ya lo abordó en la obra ‘Vencidos’. En aquel entonces puso el foco sobre Juany, una mujer que siendo niña perdió a su madre al inicio de la Guerra del 36. Es la historia de una generación de mujeres que se dieron a los demás, que no tuvieron elección y sacaron adelante a sus familias haciendo frente a todo.

En esta última producción la labor de documentación ha sido intensa. «Yo vivo en Berriozar y el hecho más distintivo de la memoria histórica en Navarra ha sido el penal y la fuga de presos. Veía todos los días el fuerte desde la ventana de mi casa. Me parecía un tema muy complicado de abordar y lo había dejado de lado precisamente por eso. Mientras, seguía recogiendo información. Y al final llegó el momento de hacerlo. No quedaba vivo ninguno de los presos, me pareció que no podíamos esperar más para contar esta historia», indica a NAIZ.

Lo vivido dentro de los muros de San Cristóbal sigue estando presente en el día a día de los navarros. «Prácticamente cada semana recibimos alguna noticia relacionada con el tema; por ejemplo, hace poco se identificaron los restos de una persona de Berriozar que había estado en el penal».

«Se supone que esta fue una zona en la que no hubo conflicto, pero hubo más de 3.000 asesinados. Te sorprende la cantidad de personas que tuvieron allí dentro a alguien cercano. Fueron casi 800 presos quienes se fugaron pero por el penal pasaron casi 5.000 personas. Aitzoain, Antsoain... todos los pueblecitos cerca de donde yo vivo están copadas de historias sobre el fuerte».

Condiciones infrahumanas

«Los familiares de presos que eran de otras comunidades venían andando desde Pamplona hasta el fuerte. Ahora hay carreteras y el acceso es más fácil, pero en aquella época era un lugar muy inhóspito. Hacía mucho frío, las condiciones del penal eran terribles para las personas que estaban allí. No tenían cama, dormían en el suelo, era un antiguo fuerte de las guerras carlistas donde se había metido a los presos. Eran muros de piedra donde se filtraba el agua y dormían sobre el agua. La mayoría de los que murieron lo hicieron por el hambre, las enfermedades... por unas condiciones de vida de un lugar que nunca debió ejercer como penal», opina. 

Goikoetxandia confiesa que es un proyecto «largamente deseado y a la vez sufrido». «Era complicado el hecho de intentar contar todas esas vidas», dice. En la obra tiene especial protagonismo la red de solidaridad de mujeres. «Desde Pamplona ayudaban a los presos lavándoles la ropa, haciéndoles visitas... jugándose la vida a diario por ellos. Había muchos tipos de presos dentro del fuerte sin delitos de sangre de numerosas nacionalidades».

El elenco de la obra lo conforman cinco actores.

Son personajes que «pudieron ser reales». Ejemplo de ello es Manuel, preso ficticio que contiene en su interior muchas historias reales. «A través de lo que he documentado, hemos creado una historia literaria que podría haber pasado. La obra tiene mucho contenido emotivo. Yo creo que a quien le interese lo que pasó en su momento y una historia humana le puede atraer; ha quedado una obra muy potente que respeta lo que pasó allí dentro».

La pregunta lanzada al aire es ‘¿Y si los muros y los muertos hablaran?’. «Realmente la historia completa del fuerte de Ezkaba solo la pueden contar los muros y los muertos. No te puedo desvelar más, pero algo de eso hay en la obra», señala.

Sobre el escenario, cinco actores. Junto al propio Goikoetxandia, Marta Juániz, Ana Berrade, Raquel Sánchez y David Larrea. «Hemos intentado centrar el texto en esas personas que sufrieron, las víctimas. No cobran protagonismo ni los carceleros ni las personas que asesinaron», aclara.

Galería de personajes

En un intento por reflejar distintos aspectos del día a día de la prisión, el espectador se encontrará entre otros personajes con Manuel, gallego, de 18 años. «Es un preso ideológico. Galicia fue uno de los lugares de donde más presos hubo. Había internos también de Soria, de Toledo... Hay una particularidad que creo que le llamará la atención al público. Marta Juániz encarna a Manuel, el eje de la historia. Es una gran actriz. Nos hemos atrevido entre todos a hacerlo así y creo que es un acierto absoluto».

Los espectadores conocerán a Chinorri –encarnado por Goikoetxandia–, preso común que entró en el penal antes del inicio de la Guerra del 36, algo que les ocurrió a diversas personas en la realidad. «Está menos ideologizado que los demás, pero movido por la empatía tiene un papel decisivo en la trama», adelanta. 

También a dos hermanas representando a la red de solidaridad de mujeres. Han sido las actrices Ana Berrade y Raquel Sánchez las encargadas de meterse en su piel. «Iban al fuerte a ayudar a las personas que estaban allí dentro jugándose la vida, porque solo se permitía entrar a visitar a familiares. Muchas de ellas se hacían pasar por familiares y les limpiaban la ropa y les daban conversación. Les movía la solidaridad. La limpieza de ropa era algo fundamental en un edificio donde los virus y las epidemias acabaron con muchísima de la gente que estaba allí dentro», remarca. 

David Larrea es Julián, preso de la CNT, amigo de Manuel, y con un destacado protagonismo en la obra. «No he querido centrarme en un único personaje para poder realizar este mosaico de personas que me permitiese contar cómo era la vida en el penal. Cada uno podría protagonizar perfectamente una obra de teatro. Todos tienen una historia muy vivida, que queda marcada en la obra», reconoce.

Ensoñación

La escenografía, «aparte de dar una visión de lo que fue el fuerte, pretende crear una especie de ensoñación con su punto onírico.  En cuanto se levante el telón el público verá el fuerte de Ezkaba y también los muros, esa niebla, ese lugar frío e inhóspito. Aparte de las malas condiciones de vida hay momentos para la solidaridad y la esperanza. Es una obra que sobre todo valora lo humano».

Verdad, justicia y reparación. Son los tres ejes del proyecto. «Se ha hablado mucho de la fuga de Ezkaba, pero a través de la ficción, de la emoción de lo que a la gente le ocurre sobre el escenario, es fácil de llegar al público de una manera íntima. Desde hace dos años tenemos relación con los responsables del programa de Paz y Convivencia del Gobierno de Navarra y la intención es llevarla a institutos. El objetivo es que tenga recorrido y todo el mundo pueda emocionarse y sobre todo interesarse por lo que pasó».  

Al igual que ha hecho en otros proyectos anteriores, Miguel Goikoetxandia (Iruñea, 1974) ha escrito el texto, lo ha dirigido y también interpreta uno de los personajes. «Lo que quiero es contar historias. La manera que encuentro es viviéndolo desde dentro. Escribir y dirigir lo vivo de una manera natural. La recolección de datos es lo más disfrutado, porque mi curiosidad se veía sobrepasada con cada una de las historias que iba leyendo. En el proceso de escritura sentía responsabilidad, es un hecho decisivo en nuestra historia y quería hacerlo bien. El camino ha sido muy tortuoso, con mucha corrección. Y mucha prueba-error incluso en los ensayos. Ha sido la fase más complicada de este proyecto. Y como lo que más me gusta en actuar, los ensayos sí han sido muy disfrutados», cuenta.

Goikoetxandia fundó la compañía Iluna Producciones hace dos décadas y ha producido obras como ‘Con los ojos abiertos’, dedicada al poeta Miguel Hernández, dramatizada a través de sus cartas, testimonios, biografías y documentos penitenciarios. Se muestra dispuesto a seguir trabajando. «Llevamos tanto tiempo trabajando en esto que no entenderíamos la vida de otra forma; es lo que te gusta, te mueve, y lo que quieres hacer», confiesa.

Sobre la eterna crisis que viven las artes escénicas ofrece la siguiente reflexión: «Vivimos en una perpetua crisis pero también es bueno defender el disfrute, el aprendizaje y todo lo que nos entusiasma del teatro, porque creo que a mucha gente le llega solo la queja sobre lo mal que andamos. Es un camino elegido. A mí el teatro me cambió la vida para bien».