Fallece Javier Zumalde ‘El Cabra’, uno de los primeros responsables militares de ETA

A los 85 años ha fallecido Javier Zumalde ‘El Cabra’. Fue un personaje peculiar en la historia de ETA, de la que se desligó muy pronto, aunque los ecos de su militancia perduraron en el tiempo. Protagonizó con otros ocho hombres y una mujer la toma el 1 de mayo de 1966 de la localidad de Garai.

Javier Zumalde, en la playa de Hendaia en una foto de René Vital, publicada en ‘ETAren historia irudietan’, de la editorial Txalaparta.
Javier Zumalde, en la playa de Hendaia en una foto de René Vital, publicada en ‘ETAren historia irudietan’, de la editorial Txalaparta. (Fuente: ENBATA)

Javier Zumalde Romero ‘El Cabra’ ha fallecido este sábado en Azkaine a los 85 años después de una intensa vida en la que participó en algunos hechos que han pasado a la historia de Euskal Herria, aunque también en otros controvertidos que muestran el peculiar carácter de este hombre que nació el 27 de agosto de 1938 en Zornotza.

En los últimos compases de su vida, después de la irrupción en los medios en 2004 a raíz de la publicación de su libro ‘Mi lucha clandestina en ETA’, estaba totalmente apartado del movimiento abertzale al que estuvo vinculado al inicio.

A Zumalde se le sitúa como primer jefe militar de ETA entre 1965 y 1976, aunque en realidad se desligó de la organización en 1966, cuando constituyó por discrepancias el «Grupo Autónomo de ETA», denominados ‘Los Cabras’, con unos 25 militantes, que inicialmente desconocían que actuaban al margen de ETA. El considerado primer responsable del frente militar de ETA fue Juan José Etxabe ‘Handixe’. En este documental, se recogen las andanzas de este grupo en Oñati.

Desde el activismo y la formación en la guerrilla de montaña, impulsó una campaña de colocación de grandes ikurriñas en postes de alta tensión, entrenamientos de corte militar y otras acciones que culminarían el 1 de mayo de 1966 con la toma de la localidad vizcaina de Garai por un comando formado por diez personas, pertrechados con vestimenta de guerrilla, brazaletes con ikurriña y siglas de ETA, que realizó pintadas, colocó enseñas vascas y arrojó octavillas.

Si la fama la adquirieron «los cabras» con la toma de Garai, el 18 de julio de aquel año –fecha emblemática para los franquistas– ocuparon La Granja de Euba, base de operaciones de la Sección Femenina. En una cueva de la faldas del Mugarra establecieron en aquel tiempo su 'cuartel general' y los montes de Arrasate, Oñati y Durangaldea se convirtieron en escenario de sus operaciones.

A finales de 1968 acabó la actividad del grupo liderado por el zornotzarra a raíz de una caída que dio con sus miembros en la cárcel o el exilio, a donde marchó el ahora fallecido, que se afincó en Donibane Lohizune como refugiado hasta la ley de amnistía promulgada a la muerte de Franco. Zumalde retorno a su localidad natal afiliado al PNV.

Desde entonces, apareció en noticias relacionadas con ETA y en determinadas épocas realizó declaraciones a medios de comunicación sobre la organización armada, normalmente en términos muy críticos.

Con el PNV

Con el PNV al frente de la Diputación de Bizkaia, ‘El Cabra’ fue adscrito al Departamento foral de Agricultura. En 1981, según desveló años más tarde en un libro, el Gobierno de Lakua le llamó para organizar la ‘Operación Amalur’, que consistía en un plan de evacuación de todos sus miembros y los del Parlamento de Gasteiz, además de artistas e intelectuales de referencia, impulsando una fuerza operativa denominada R-.35, capacitada para mantener una guerrilla en activo en territorio vasco, en caso de que se produjese un nuevo intento de golpe de Estado como el del 23 de febrero.

En 1985, Zumalde está detrás, según su propio testimonio, de la Central de Inteligencia de la Ertzaintza, que es disuelta un año después de la muerte de Genaro García Andoain en extrañas circunstancias cuando participaba en un operativo para la liberación del empresario Lucio Aginagalde, secuestrado por ETA. A ese grupo, precisamente, se le acusó del espionaje telefónico al lehendakari Carlos Garaikoetxea por parte del PNV.

En 2004, publicó su libro autobiográfico ‘Mi lucha clandestina en ETA’. Coincidiendo con ello, trató de abrir una exposición en un local municipal de Artea sobre armamento, vestimentas y documentos utilizados por ETA durante el franquismo, pero la Ertzaintza lo impidió. Era en el Eco-Museo que creó en 1995, el primero de sus características en la CAV, dedicado al caserío y las tradiciones vascas.

Antes, en 2002, publicó ‘Código Anboto: radiografía de la lucha clandestina en el País Vasco’ y ‘Las raíces de nuestro pueblo’. Más tarde, escribió ‘Las botas de la guerrilla’, que recogía experiencias desde 1968 hasta la amnistía de 1977, y a modo del tercer capítulo de sus memorias, ‘Código Bruno. Radiografía de los servicios secretos del Gobierno Vasco. Periodo 1977-1990’, donde contaba su labor de asesor del PNV y su participación en el adiestramiento de los primeros berrozis –bajo el apodo de ‘Bruno’– hasta que le apartaron y otorgaron la dirección a mercenarios británicos.

No eran sus primeras publicaciones, ya que se le atribuye ser el autor de los primeros manuales de ETA y también de obras como ‘La muerte del alma vasca’, en 1970; ‘El infierno de los vascos’ en 1975; ‘Euskadi ala hil’, en 1976; y ‘Barro y asfalto’, en 1979.

Con el PNV controlando las instituciones, principalmente el Gobierno autonómico, se le relaciona con capítulos oscuros de la historia reciente. Tal y como recogió Iñaki Egaña en un artículo titulado ‘Falsa bandera’, a partir de 1984, un cuerpo de agentes especializados de la Ertzaintza llegó a colocar en unos veinte establecimientos hosteleros señalados por ser protagonistas en el tráfico de drogas, cargas explosivas que reventaron los negocios y provocaron numerosos daños. Fueron acciones incruentas, sin reivindicar, que se trataba de atribuir a ETA.

Zumalde, por entonces instructor de la Policía autonómica, denominó a aquellos atentados «acciones negras». También añadió, y lo dejó escrito, que intentaron matar a diez traficantes previamente identificados, pero que el PNV, liderado por Xabier Arzalluz, no lo permitió.