Acostumbrados al jamón de jabugo –final copera y clasificación para la Conference League–, ver que Osasuna sumó ante el Girona su séptima derrota liguera con doce jornadas disputadas no es una situación idónea, pero tampoco algo a lo que no esté habituada la escuadra navarra.
En estas cinco temporadas al más alto nivel, los pupilos de Jagoba Arrasate ya saben lo que es estar apretado por los resultados y pelear por mantener la categoría, aunque siempre ha sido un reto que se ha logrado con cierta holgura.
No es plato de buen gusto, en todo caso, verse con tantos tropiezos en tu casillero, pero no es una coyuntura a la que la escuadra navara no esté acostumbrada y ante la que haya sabido hacerle frente con solvencia.
De hecho, en esta última trayectoria en Primera Osasuna ya sabe lo que es pasar por una situación similar y salir de ella con solvencia. Ocurrió en la 2020-21, un curso marcado por la incidencia de la pandemia del coronavirus y en el que el conjunto rojillo tuvo que sudar lo suyo para mantener la categoría.
En dicho ejercicio, con la particularidad de que el campeonato comenzó a mediados de septiembre y la cuarta jornada se disputó en enero, también el equipo llevaba acumuladas once derrotas en sus doce primeros compromisos ligueros jugados.
Ello no fue obstáculo para que reaccionase en los otros dos tercios del torneo de la regularidad, durante los cuales varió el rumbo de resultados, recibiendo prácticamente el mismo número de derrotas, pero en un tramo más extenso de compromisos.
Ahora cabe esperar que también haya una reacción, aunque la noticia más positiva tras caer frente al Girona es que el colchón respecto del descenso apenas ha mermado un punto y ahora se encuentra situado en los seis puntos.
Preocupación en el cuerpo técnico
No obstante, eso no resta un ápice de preocupación por parte del técnico rojillo, Jagoba Arrasate, quien ya mostró su inquietud en sala de prensa por el gran cambio a peor que están mostrando los suyos, especialmente en la faceta defensiva.
Unas deficiencias que el de preparador de Berriatua no solo adjudicó a quienes se manejan en la zaga, sino a todo el equipo, empezando por los delanteros, al dejar claro ante los medios que la labor de contención compete a todos los que están sobre el verde.
Con semejante declaración de intenciones, no sería descartable para nada que el míster vizcaino pueda aplicar algunos cambios en el once que se medirá este sábado a Las Palmas.
En su contra, que no cuenta con demasiadas alternativas en la línea zaguera, habida cuenta de que no parece que Juan Cruz esté recuperado a tiempo y de que Unai García está falto de ritmo competitivo, pues no juega desde principios de mayo pasado.
Dispone, eso sí, de un Herrando que, tras ser titular frente a Barcelona y Getafe, y sin desmerecer en su papel individual en ambos envites, ha desaparecido por completo de los planes de Arrasate.
También podrían darse variaciones en la medular, donde últimamente se ha apostado más por el talento que por el físico, algo que se echó de menos en esos últimos veinte minutos en los que el Girona le dio vuelta al marcador.
Moncayola, el gran sacrificado de las dos últimas jornadas, Iker Muñoz, desaparecido tras la victoria en Mendizorrotza, y Pablo Ibáñez podrían disponer de una oportunidad coincidiendo con la visita de Las Palmas, duelo en el que Osasuna tiene que recuperar la sonrisa.