El último temporal fue el motivo esgrimido por la Prefectura de Pirineos Atlánticos para cerrar «por unos diez días» la carretera que serpentea la costa desde Hendaia a Ziburu.

En razón del fuerte proceso de erosión, tanto los accesos a los acantilados como los senderos que discurren junto a los mismos están cerrados desde 2021, lo que no obvia para que el goteo de caminantes, más o menos despistados, sea una constante en esa vía.

«Sería una pena cerrar para siempre una carretera con una vista impresionante», confesaba al hilo de los precedentes estudios geológicos el presidente del Consejo Departamental, el centrista Jean-Jacques Lasserre.

El cierre durante una semana larga, con la consiguiente saturación de vehículos en la carretera general, en Urruña, y la queja de vecinos con negocios, ya agrícolas ya turísticos, que se sitúan en la zona adyacente a la línea de costa han puesto de manifiesto que toda solución que no cuente con alternativas claras será, por definición, traumática.

Accesos provisionales y temor al aislamiento

El Ayuntamiento de Urruña ha contribuido a dotar de accesos provisionales, entre otros, al camping Juantxo, pero la asociación de usuarios de la zona, tan bella como vulnerable, son críticos con las actuaciones que se han llevado hasta ahora y se oponen a un horizonte de cierre definitivo. Para ellos la clausura no se justifica y sería sinónimo de aislamiento.

Los técnicos han inspeccionado durante los últimos días esa carretera que usan a diario entre 7.000 y 10.000 vehículos.

Aunque el prefecto, Julien Charles, habló de una reapertura a partir de la semana próxima, finalmente será a las 19.00 de este 10 de noviembre cuando vuelva a abrirse a la circulación la carretera de la costa.

Los técnicos estiman que a día de hoy hay condiciones de seguridad para seguir habilitando esa vía a un uso que, todos coinciden, tiene fecha de caducidad a medio plazo.